Cuando uno vive la historia, día a día, de la UE, cada vez rememora más episodios históricos, que parecen que nos empeñemos a repetir
VALÈNCIA. Estamos a punto de ver un episodio más, y ya son demasiados, de los desencuentros en el seno de esa historia, hasta ahora, de éxito que se llama Unión Europea, va a tener lugar en Bruselas este fin de semana, mientras en tierras levantinas, sobre todo alicantinas, vamos a estar celebrando la noche de San Juan quemando hogueras, a modo de purificación, cosa que los lideres de la UE convocados de forma informal por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, no van a lograr respecto al motivo de la reunión -la inmigración-, pues parece que no acuden con muchos propósitos de enmienda ni de reparación en esa ardua cuestión.
Y es que cuando uno ve los enfrentamientos actuales de los diferentes líderes europeos, ya sean italianos, franceses, austriacos, españoles, alemanes, etc., etc., etc., se acuerda de las discusiones frente a los muros de la asiática ciudad sitiada de Troya de los líderes occidentales del momento, Agamenón, Aquiles, Menelao, Néstor, entre los que se prodigaban ofensas, agravios e intereses enfrentados. Sea mitología, leyenda o historia novelada, parece que hemos avanzado poco en ese aspecto, en cuanto a los híper-liderazgos y los intereses particulares frente a los generales, algo que nos es muy conocido en nuestra piel de toro.
Estos días hemos visto como el eje de Halcones (línea dura) europeos con Italia y su ministro Matteo Salvini a la cabeza (acaba de volver a rechazar otro buque con personas rescatadas/recogidas en Libia) sigue reforzándose, pues ya comentamos la alianza con la Alemania de Angela Merkel, y del joven líder austriaco Sebastian Kurz, a la que este último ha incorporado al grupo del Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) tras participar en una reunión en la que el presidente húngaro Viktor Orbán ha actuado de anfitrión. Mientras los llamados Palomas (pensamiento débil) no parecen tener tanta fuerza o convicción en su posicionamiento, ni en crear una contraestrategia europea al problema del movimiento migratorio hacia nuestro continente.
Al hablar de estrategia europea es inevitable rememorar a aquel líder español, Javier Solana, que en 2003 siendo Míster PESC (Alto Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común) obtuvo un gran éxito al lograr que el Consejo Europeo aprobase en diciembre de 2003 la “Estrategia Europea de Seguridad: Una Europa segura en un mundo mejor” todavía vigente, y que estos días tras una conferencia en Toledo ha vuelto a los titulares de los medios, al asegurar que la estrategia europea deber ser algo así como más europea y menos de la OTAN ( ojo sin menoscabo de la alianza atlántica), lo cual es curioso por diferentes motivos.
Primero por su experiencia vital, que partiendo de un posicionamiento de “OTAN de entrada no” y ser partícipe de un documento titulado “50 razones para decir no a la OTAN” paso a liderarla al ser nombrado Secretario General de la Alianza Atlántica, y después fue, como acabamos de decir, Míster PESC, en segundo lugar porque toda estrategia sirve a unos designios u objetivos políticos, y ya hemos comprobado como en un tema tan fundamental para nuestra seguridad como las migraciones, no existe (por el momento) una posición común europea, en tercer lugar, aunque podríamos enumerar alguno más, ya hemos citado en otras ocasiones ese dicho de que Europa es “un Gigante económico, un enano político y un gusano militar”, difícil es que la UE tenga una estrategia más autónoma, si carece del instrumento fundamental para desarrollarla, unas Fuerzas Armadas más potentes, porque no sólo es que no las tienen, sino que además, en este momento, sus ciudadanos carecen también de la voluntad de poseerlas y de gastar ( o gastar de forma más eficiente) lo que es preciso, cosa que a los norteamericanos no les falta.
Es así como cada país hace la guerra (y su correspondiente estrategia) por su cuenta, nosotros, España, tenemos una oportunidad, al dar un ejemplo de solidaridad europea con el incidente del Aquarius, para hacer frente y proponer soluciones al drama de las migraciones, que por cierto también sufrimos a través del estrecho de Gibraltar y de las vallas de Ceuta y Melilla. Además nuestro presidente Pedro Sanchez se reúne con el francés Emmanuel Macron (ese presidente reconvertido a pedagogo y azote de adolescentes) este mismo sábado y el martes con Angela Merkel, para preparar una posición lo más común posible (supongo yo) con los otros países líderes de la UE en este complejo problema que es la migración, y rompiendo por cierto con la tradición de que la primera visita sea a Marruecos.
En mi opinión uno de los pasos necesarios para mitigar el problema, la solución total es casi imposible pues África es una bomba demográfica, es poner fin a ese agujero negro que se llama Libia, un país en situación fallida, y que quizás, primando la parte pragmática y la Realpolitik, debamos aceptar al Mariscal Jalifa Hafter como parte de la solución y estabilidad del país, dado que es un actor fundamental allí, y detenta la fuerza militar necesaria para poner orden. Porque ante la indiferencia de Occidente por su persona parece que se ha decantado por un posicionamiento más favorable a Rusia (que puede ser simplemente coyuntural), pues ya saben que Vladimir Putin esta siempre dispuesto a jugar sus bazas de contrapeso estratégico de los USA.
Y mientras todo esto ocurría, nuestro Rey Felipe VI visitaba los Estados Unidos y a su presidente Donald Trump, con tristemente muy poca repercusión en los medios, y eso que ha sido una importante visita, y de la que si no hay ningún sobresalto internacional en los próximos días, hablaremos la semana que viene.