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AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

Deconstruyendo los Estados

Foto: EFE

Nuevamente en la reunión del G20, esta vez en Argentina, vamos a observar un nuevo pulso entre las posiciones globalizadoras y las llamadas proteccionistas; ¿quien ganará?

1/12/2018 - 

Estamos en uno de esos momentos de la Historia del To be, or not to be (Ser o no ser) de los Estados, parafraseando al príncipe danés Hamlet de William Shakespeare, donde estas estructuras políticas, tras medio milenio de vida están sufriendo un grandioso, y nuevo, envite; que se va a escenificar, en esa reunión, hoguera de vanidades, en la que se ha transformado el G20.

Recuerden que comenzó siendo G-7 (Alemania, Canadá, Francia Italia, Japón, UK y USA), pasó a ser G-7+Rusia, y en seguida G-8 (al ser admitida Rusia, ahora provisionalmente excluida por la crisis de Crimea), también (aunque viniera de antes) existía un G-10 para temas monetarios, que se transformó en un G-10 ampliado que acabaría en G-12, para terminar existiendo un G-20, los 19 países más industrializados y algunos de los principales emergentes como Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, UK, USA y Turquía, más una organización supranacional como la Unión Europea, y un invitado permanente, España (menos mal).

En este G-20 se vislumbrará (porque así lo ha manifestado) un presidente francés, siempre hiperactivo, Emmanuel Macron defensor de la Globalización, frente a un Donald Trump defensor de… Donald Trump, y también a toda ultranza de sus USA (America first), haciendo valer la bilateralidad en la relaciones internacionales, que además de posicionarlo mejor en cualquier negociación, es volver a dar protagonismo a los Estados a costa de organizaciones y acuerdos internacionales., en algo que muchos han calificado de proteccionismo.

Por otra parte, muchas veces nos quedamos en los síntomas de los problemas en asuntos exteriores, e ignoramos las consecuencias de ciertas decisiones, por no entender (descartando los siempre presentes intereses espurios que aparecen) el diagnóstico de la cuestión. Cuál es el porqué de mis palabras, la necesaria defensa de una estructura política –el Estado-, que desde que Nicolás Maquiavelo hablase de ella en su capítulo I de su obra más famosa El Príncipe, ha ido evolucionando. Si en un principio Thomas Hobbes en su obra Leviatán hablaba del Estado como ese ser artificial que aseguraba la protección y defensa del hombre, pues como diría, más tarde Max Weber era el único ente que detentaba el uso exclusivo de la violencia, pasando antes por esa época del Estado Absoluto del Rey Sol Luis XIV de Francia que afirmaba "el Estado soy yo”, y después por el pensamiento de John Locke expuesto en su Tratado del Gobierno Civil y la necesidad de que el gobierno actuara según las leyes establecidas y conocidas por los pueblos, también en esa evolución aparecería la idea de El Contrato Social obra de Jacques Rousseau, como base política de la comunidad, para finalizar en lo que llamamos hoy Estado del Bienestar por primera vez planteado en el siglo XIX, primero por el Canciller de Hierro Otto von Bismarck-Schönhausen, en su mensaje Imperial al Reichstag del 17 de noviembre de 1881, seguido por Su Santidad, el Papa León XIII en su Encíclica Rerum Novarum de 1891.

Todo este proceso de estatalización, el profesor Luis Sánchez Agesta en su libro Principios de Teoría Política, los concreta en cinco características-procesos: primero una Unificación del poder, que a su vez (segunda) se Centraliza: además este poder (tercera) se debe Secularizar: y claro está es necesaria una Determinación territorial del mismo (cuarta), y este poder se debe Objetivar en el Derecho, en la burocracia y en la vida económica; y cuando alguna de esas características falla, toda la arquitectura del Estado se debilita y amenaza con el derrumbe.

Por eso viendo los anteriores rasgos entenderán muchos de los problemas de ciertos países que ven atacadas sus responsabilidades desde instancias superiores (desde arriba), con estructuras supranacionales como la ONU, la UE, el FMI,… vean sino la penúltima idea de Ángela Merkel antes de despedirse, nuevamente de crear un ejército europeo, otro desiderátum de más Europa, cuando surgen problemas, cuando, por ejemplo, la Unión Fiscal y Bancaria que tanto se pedía en la crisis del 2008 no se ha optimizado al máximo, preparando el terreno para la próxima.

Foto: JUAN IGNACIO RONCORONI/EFE

O esos Estados que pierden competencias y sus capacidades de crear normas son descentralizadas con lo que en un mismo territorio nacional, existen diferentes fiscalidades, incrementando la complejidad impositiva, con lo que se está desandado el camino de la Edad Media hacia la Edad Moderna. Pues así se crean nuevos y aparentemente modernos Impuestos, gracias a ese afán recaudatorio desaforado, doblando o triplicando ciertos hechos impositivos como el ahorro con impuestos de Renta, de Transmisiones, de Patrimonio o de Sucesiones, primando el gasto y el consumismo, que engorda el patrimonio de las grandes Corporaciones y adelgazando el patrimonio de las Familias (verdadera unidad básica de una sociedad humana y solidaria), por lo que se socava finalmente la propiedad privada base para el progreso. O por ejemplo se crean artificialmente nuevas normas para ganar presencia social y política o asegurar puestos, Cátedras y mejorar despachos (claro ejemplo del Derecho Civil Valenciano)

Y todas las anteriores complicaciones/complejidades de normas supraestatales, nacionales y regionales, son como punto de partida para cualquier proyecto, una ventaja competitiva para las Corporaciones Multinacionales frente a la libre iniciativa de personas individuales y patrimonios familiares (los autónomos que se dice ahora), que como decíamos son el origen del progreso humano. Recordemos que las grandes revoluciones/evoluciones se gestaron en los núcleos urbanos por personas que con sus ideas hicieron frente a los desafíos que atenazaban a la sociedad, y frente a esos estamentos, clases y grupos de poder, que apalancaban o impedían cualquier posible cambio, avance o progreso, para asegurar así su estatus.

Estas inestabilidades las estamos viendo continuamente, por ejemplo en el Brexit donde parece que nos hubiéramos vuelto locos, porque en el proceso de salida de uno de sus países miembros UK, la U.E. en vez de apoyar sin dudas ni fisuras al estado miembro de la U.E. que se queda –España-, apoyaba (o no se sabe muy bien lo que hacía y acordaba) al que se va -UK-, en una cuestión tan clara como un territorio pendiente de descolonizar que diría la ONU –Gibraltar-, dentro de un país miembro de la U.E en pleno siglo XXI.

Otro ejemplo de la crisis de los Estados (o incluso uno de sus inicios), fue la implosión de la URSS, un Estado de corte imperial, que se rompió en exceso (en beneficio del bloque Occidental), pues aunque alguna de esas 15 repúblicas que la componían habían tenido existencia propia anteriormente, como los países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), los del Cáucaso (Armenia, Georgia y Azerbaiyán), otros eran de nueva creación, véase los Tanes (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), o las nuevas repúblicas europeas de Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, por lo que ahora que Rusia vuelve a recuperarse y quiere recobrar su área de influencia tradicional, desde que Vladimir Putin la lidera, surgen los problemas, como el actual con Ucrania.

Ya saben que el último incidente, ha sido por el acceso (o mejor dicho intento) de barcos de guerra ucranianos (tres) al mar de Azov (que lleva camino de volverse un lago ruso, o eso les gustaría) en una maniobra (otra vez) mal calculada del gobierno de Kiev, continua sin medir bien a su oponente, y este, los rusos, han denegado, manu militari, la libertad de navegación de esos buques por el estrecho de Kerch, ahora transformado en un esclusa rusa, gracias a la colocación de un petrolero bajo el puente construido por ellos, entre su territorio originario y el nuevo de la península de Crimea.

Y digo mal calculada, porque Ucrania necesita el acceso del comercio mundial a sus puertos del mar de Azov, Berdyansk y Mariupol, que según Petró Poroshenko se encuentran bloqueados por Rusia, pues el 25% de sus exportaciones totales del país (básicamente hierro y acero) salen de allí, y le ha echado un pulso a los rusos cuando anunció en octubre la creación en este mismo 2018 de una base naval en esa área para desplegar buques de su Armada; y los rusos, claro, no quieren ver en su cuasi lago del mar de Azov (nunca nos olvidemos que es su salida a los mares de aguas calientes, obsesión de la estrategia naval rusa) buques de la OTAN, no solo de Ucrania, de patrullaje como ocurre en la mar Negro, por lo que a Poroshenko más le hubiera valido negociar que no iniciar una escalada, en las que lleva las de perder, debe ser la bisoñez de las autoridades de Kiev, que como Estado acaba prácticamente de nacer.

Como pueden observar, la existencia de Estados y su medio milenio de evolución, nos ha permitido crecer y desarrollarnos como seres humanos, mujeres y hombres, hasta cotas insospechadas, y que muchos otros pueblos del planeta hubieran gustado tener. Y lo siento si alguien se siente molesto, pero, sí, ya lo sé, peco de eurocentrismo, pero ya saben yo soy yo y mis circunstancias. ¡Larga vida a los Estados!

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