Ningún ser humano, pasando la edad irracional de la niñez, querrá conscientemente matar a alguna criatura que mantiene su vida de la misma tierra que él. Así de didáctico se expresó Henry David Thoreau respecto a los animales. Al norteamericano se le debería estudiar más. Dos siglos después, Walden es un libro de cabecera para entender el cambio climático. Una biblia para muchos, el futuro del planeta pasa por nuestras acciones. La cosa no pinta bien.
Ha llovido poco, por lo menos en el Mediterráneo, desde que se polemizaran las declaraciones del Ministro de Consumo respecto a la práctica de la ganadería intensiva. Por parte del dirigente no hubo revanchismo hacia los que tratan de boicotear cada campaña, cada Nadal, el cava catalán. El patriotismo es poder comer y dar de comer a tus hijos. Modestamente prefiero disfrutar de las burbujas del elaborado en Utiel-Requena. El champagne para los franceses. Mi opinión al respecto se resume en una sola frase. En España, el apellido Garzón no le gusta a la Santa Inquisición.
Llevo ya un tiempo coqueteando con el veganismo, reduciendo una marcha el consumo de la carne (pescado incluido) en mi dieta por una cuestión de bienestar personal. La muerte de mi vieja ha tenido también mucho que ver ¡Ay, Carmela! El debate sobre la alimentación es extensiva e inclusiva, y deberíamos alcanzarlo desde la racionalidad, ética y respeto a los animales. No soy nadie para dictarle a nadie su menú diario. Cada organismo es diferente. Cada paladar es distinto.
Si no pasa nada grave, este 22 entrará en vigor la nueva ley de Protección y Bienestar Animal. A mi entender justa, corta, y eso que el borrador son más de 700 páginas. De la lectura encuentro cierta flaqueza en un asunto espinoso, el del perro abandonado. El más doloroso. Pocas veces has tenido una respuesta positiva de organismos oficiales. Nadie se responsabiliza, solo si es por una pérdida o una alma caritativa que se hace cargo de él. Todas las puertas están cerradas. Al final de la corrida, tienes que recurrir a las protectoras o refugios, desamparadas económicamente.
Ahí está la solución, en dotar con mayor presupuesto y medios a este gran grupo humano que por amor a los animales se dejan la piel en cuidarlos. Evitaremos sufrimientos. No somos conscientes del daño que les estamos haciendo a los animales. No habrá paz para los malvados, que hay muchos, incluido Putin, lo podía haber escrito León Tolstòi.