VALÈNCIA. El 26 de mayo de 2019 se celebrarán las elecciones locales y autonómicas que decidirán el destino político del Gobierno valenciano para los cuatro años siguientes así como quiénes serán los alcaldes y alcaldesas de todos los municipios de España. Una cita para la que queda exactamente un año, 365 días que, a buen seguro, destilarán una intensidad creciente en la actividad de las distintas fuerzas que aspiran a aumentar tanto en representación parlamentaria como municipal. Más allá del tramo de tres años recorrido hasta ahora, Valencia Plaza se centra en el estado de salud de cada una de las principales fuerzas políticas en la Comunitat, que va desde la plena forma de algunas al estado más bien enfermizo de otras. Un chequeo que, sin ser definitivo, puede aportar pistas de cara al futuro examen en las urnas.
1. Partido Popular de la Comunitat Valenciana. Su presidenta, Isabel Bonig, tiene una dura tarea en el año que queda para las elecciones: conseguir que su formación salga de la UCI y recupere la mayor parte del crédito perdido por los últimos escándalos relacionados con la corrupción. No será fácil: aparte de los mazazos de esta misma semana como la detención de Eduardo Zaplana o la condena al PP por Gürtel, el calendario judicial previsto amenaza con seguir socavando los intentos de recuperación encabezados por la presidenta de los populares valencianos.
Ahora bien, tras el desastre electoral de 2015, fueron muchos los militantes que consideraron que el fuerte espíritu de Bonig era la respuesta para una resurrección del PPCV. Por momentos, la líder regional y su equipo han emitido durante la legislatura ciertos fogonazos que, para algunos, resultan esperanzadores de cara a sacar a la vista las vergüenzas del Pacto del Botánico. La tarea, apunta a ser titánica y las encuestas no acompañan aunque pocas son las que dan un hundimiento irrecuperable al PPCV, que todavía aspira a mantenerse como primera fuerza política y, con un ascenso de Ciudadanos, quién sabe si a recuperar la Generalitat. Más allá de que parece complicado un ascenso meteórico de los naranjas sin que caigan los azules, algunos hacen con optimismo cálculos que consisten en que el PP se mantenga en 31 escaños y Ciudadanos se eleve hasta los 19. Sencillez que entraña no poca épica, aunque como comentaba un dirigente socialista en privado a este diario: "Yo nunca daría al PP por muerto".
2. PSPV-PSOE. La formación que elevó a la Presidencia de la Generalitat a Ximo Puig tras el Pacto del Botánico atraviesa una etapa curiosa. Es un partido que requiere de atención y revisiones constantes fruto de la edad y de la cantidad de batallas acumuladas en el cuerpo. El jefe del Consell se ha caracterizado por una tenacidad férrea en su objetivo de evitar los enfrentamientos con su socio de gobierno, Compromís, lo que le ha ocasionado más de algún enfado por parte de sus propios compañeros. Algunos le han criticado que gobierne con 24 escaños como si tuviera 60 y que el partido haya dejado de ocupar algunos espacios por no molestar a la coalición de Mónica Oltra.
No obstante, más allá de estas problemáticas o de las guerras intestinas connaturales al PSPV -y que al presidente no parecen importarle demasiado-, el trabajo realizado en el Palau se centra en fortalecer la imagen de Puig y dirigir toda la legislatura a una campaña presidencialista con la que mantener el mando en la Generalitat. Las encuestas son dispares: algunas sitúan a los socialistas como fuerza más votada y otras señalan que Compromís podría rebasarle o incluso Ciudadanos estaría cerca. El jefe del Consell no parece verse afectado especialmente por unos u otros estudios; su plan se ciñe al mantenimiento de una hoja de ruta y confiar en haber generado una imagen de estabilidad y confianza para los valencianos que le permita una mejoría en las urnas. A la vista, cierta preocupación por el caso de presunta financiación irregular del partido que se investiga en cuatro juzgados y que, aunque está lejos de la avalancha de casos del PP, podría dañar la imagen de la formación socialista y dar oxígeno a los socialistas además de munición a Ciudadanos.
3. Compromís. La situación de la coalición formada por Bloc, Iniciativa y Verds-Equo es similar a la de los socialistas en cuanto a la existencia de cierta confianza en sus posibilidades para conseguir sus objetivos. A lo largo de la legislatura, Compromís ha atravesado fases con cierta sensación de montaña rusa. Si en los primeros meses Oltra parecía que se 'comería' a Puig con facilidad, posteriormente se apreció cierto descenso de esa percepción. Ahora, algunas encuestas señalan que la coalición estaría en disposición de dar batalla por superar a los socialistas, aunque también es cierto que tienen por delante unos procesos internos de primarias y elaboración de listas que pondrán a prueba -una vez más- la resistencia de Compromís.
Por lo demás, la salud de la coalición como partido no es especialmente buena, empezando porque ni siquiera es un partido como tal ni funciona de esa manera. La interinidad es la constante de Compromís dado que no se ha producido ningún avance demasiado reseñable en los parámetros de la alianza electoral que cosechó el éxito en las urnas. Una particularidad que a sus votantes no parece importarles pero que requerirá de un más que probable replanteamiento si en mayo de 2019 los resultados no alcanzan las expectativas de liderar el gobierno desde el Palau de la Generalitat. En el debe de la coalición, existe la sensación -si bien es dudoso que haya calado en el electorado- de que las consellerias dirigidas por los socialistas son más ágiles y activas que las que lidera Compromís.
4. Ciudadanos. Los dirigentes de la formación que lidera Albert Rivera son, últimamente, los más sonrientes de todos los políticos valencianos. Las encuestas, en general, señalan un crecimiento de este partido que va desde unos pocos escaños hasta a pugnar por ser la fuerza más votada en la Comunitat. El partido que lidera como portavoz Fernando Giner está de dulce y, esta vez, no parece flor de un día. La victoria en Cataluña y la enorme crisis judicial del PP parece haber solidificado los cimientos de esta formación en toda España y, en especial, en una tierra donde los casos de corrupción de los populares han sido especialmente destacados.
No obstante, pese a esta euforia y este indiscutible buen estado de forma, el partido debe mejorar unas cuantas cuestiones internas y externas para enfrentarse con garantías a las elecciones y al día siguiente de las mismas. Por un lado, las numerosas fugas que ha sufrido durante la legislatura apuntan en muchas ocasiones a ciertas carencias en la democracia interna y, por otro lado, el partido todavía adolece de cuadros dirigentes y carteles electorales -en cantidad y calidad- para enfrentarse al reto de incluso llegar a poder gobernar en Generalitat, diputaciones y ayuntamientos. Es decir, Cs en la Comunitat cuenta a día de hoy con una marca que goza de una excelente salud sin que detrás exista más que un pequeño grupo de dirigentes que requerirán en breve de refuerzos en todos los aspectos.
5. Podemos. La formación morada que lidera en la Comunitat Valenciana Antonio Estañ no atraviesa su mejor momento a un año de las elecciones. El partido depende en exceso de la fortaleza y la debilidad que muestra la marca nacional y, en los últimos meses, pocas son las ayudas recibidas por parte de Pablo Iglesias y los suyos desde Madrid. Además, el Vistalegre valenciano celebrado el año pasado tampoco terminó de cerrar las diferencias entre las distintas corrientes internas de la formación morada.
A todo ello hay que sumar las dificultades encontradas en el plano autonómico para encontrar un espacio dentro de las fuerzas de izquierda desde fuera del Consell. Así, y pese a que en varias ocasiones el grupo parlamentario de 13 diputados en Les Corts ha encontrado resquicios por donde colar sus iniciativas y hacerse valer, la sensación es que avanzar unos centímetros cuesta mucho para luego perder kilómetros a cuento de la consulta sobre un chalé. Es decir, que la cotización al alza o baja de Podem depende en demasía de la marca estatal.
Otra cuestión que no ayuda a la mejoría de Podemos es la incertidumbre respecto a la candidatura a la Generalitat: las reticencias a liderar la lista del propio Estañ deberán disiparse pronto o, por el contrario, encontrar un nombre con cierta solera para el reto.
No obstante, la formación morada podría encontrar un segundo aire fruto de posibles alianzas electorales. Compromís parece cerrado en banda pero Esquerra Unida, que ha aparecido recuperada en ciertos sondeos y con opciones incluso de entrar en Les Corts en solitario, sí quiere sentarse a negociar. Una posibilidad que podría dotar de nuevos bríos a este partido para recuperar la confianza de votantes de izquierda que no se sienten atraídos por las fuerzas del Consell.