VALÈNCIA (EFE/Juan Javier Ríos). El veto ruso a las importaciones agroalimentarias de la Unión Europea (UE) cumple una década, tiempo en el que el sector de la fruta y del cerdo han transitado por caminos contrapuestos: los primeros sin conseguir recolocar del todo sus ventas mientras que el porcino diversificó mercados tras el mazazo.
La decisión rusa se produjo en pleno mes de agosto y fue como represalia a las sanciones económicas impuestas por la UE tras anexionarse unilateralmente el Gobierno ruso la región ucraniana de Crimea.
Tras el veto, en España se celebraron numerosas reuniones entre el sector y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en aquel entonces dirigido por Isabel García Tejerina (PP).
El objetivo era abordar soluciones que paliasen los efectos y sugerir medidas a la Comisión Europea que, de hecho, cogió el guante y, a los pocos días del inicio del embargo, aprobó un primer paquete de ayudas de 30 millones para la retirada de melocotones y nectarinas del mercado.
Posteriormente aprobó 125 millones para la retirada de otras producciones hortofrutícolas especialmente afectadas por el embargo.
El sector frutícola sufrió el principal impacto y las cifras así lo revelan, ya que España vendía a Rusia más de 230.000 toneladas al año, pero, tras el veto, el volumen se aminoró hasta cantidades exiguas que se mantienen en unas 50 toneladas -partidas residuales que se escapan de la restricción-.
En declaraciones a Efe, el director general de la federación de exportadores hortofrutícolas (Fepex), José María Pozancos, ha recordado que Rusia "era el primer mercado" por lo que se generó una "gravísima crisis" en productos como la fruta de hueso, que estaban "en plena campaña".
Cree que las medidas que se adoptaron fueron "manifiestamente insuficientes" y "posteriormente tampoco se ha conseguido aplicar una política eficaz de aperturas de nuevos mercados".
Tan es así que, según ha apuntado, "a pesar de los años transcurridos, no se ha conseguido redirigir a otros mercados esa demanda" que absorbía Rusia.
Los productores y exportadores catalanes, asociados en Afrucat, estuvieron entre los más perjudicados y, 10 años después, han hecho un balance en el que su director general, Manel Simon, ha indicado que se ha recorrido un camino "costoso, doloroso y muy complicado", aunque creen que están saliendo "más fuertes y resilientes".
Una década después, España ha perdido 20.000 hectáreas de melocotón y nectarinas y exporta un 17 % menos respecto a 2013, según esta asociación.
Diez años en los que "la Europa productora no ha podido compensar la pérdida de este mercado, pero ha sabido reestructurarse y consolidar el mercado" interno.
El embargo ruso supuso la puntilla final para el porcino europeo porque antes de 2014 ya pesaba sobre él otro veto previo tras los focos de Peste Porcina Africana detectados en Polonia y en Lituania.
Fue el segundo sector español más perjudicado porque pasó de enviar más de 98.000 toneladas en 2012, a no registrar exportaciones desde 2015, según los datos de Comercio Exterior (Datacomex).
El director de la interprofesional del cerdo blanco (Interporc), Alberto Herranz, ha reconocido que al sector se "le cayó el mundo" porque "todos" estaban "focalizados en un mercado" que cerró "de la noche a la mañana".
Ante esa situación, tuvieron que aprender a diversificar y a buscar nuevos mercados y fue el comienzo para ampliar sus destinos hasta conseguir estar donde hoy están, "exportando a los cinco continentes".
China se convirtió en destino prioritario y así sigue siendo pero los fantasmas del pasado vuelven a asomar porque este país acaba de abrir una investigación "antidumping" a la importación de cerdo comunitario tras los aranceles anunciados por la UE a la compra de coches eléctricos procedentes del gigante asiático.
Por eso, "uno de los retos es seguir diversificando y buscar mercados" alternativos porque "hay que estar preparados ante crisis de envergadura".
Para salvar ese hueco que Rusia hizo en su mercado de aprovisionamiento agroalimentario, miró hacia otros destinos y también fortaleció la producción nacional.
Según Afrucat, Rusia ha sustituido la importación de fruta de hueso básicamente por las exportaciones turcas que se han incrementado "considerablemente", pasando de las 34.147 toneladas exportadas en 2013 a las 225.959 toneladas en 2023.
Además, ha aumentado su superficie nacional de frutas y verduras en un 32 % en este tiempo: en concreto, tiene más de 10.000 hectáreas nuevas de peral y más de 50.000 hectáreas de manzanos.
También han hecho algo parecido con el queso porque muchos ganaderos e industriales rusos decidieron dedicarse a su producción y a refinar su elaboración cuando se cerraron las puertas al queso de la UE.
Un ejemplo de ello se ha visto estos días en un festival al que asistieron 300 fabricantes de 50 regiones rusas donde expusieron ante los medios las posibilidades que este veto les dio para dedicarse a su producción y elaboración.