VALÈNCIA. El índice de precios de consumo (IPC) estadounidense sorprendió al alza por tercer mes consecutivo. La mayoría de las subcategorías y subagregados registraron cifras peores de lo esperado. En términos intermensuales, tanto la inflación general como la subyacente, que excluye los costes de los alimentos y la energía, se situaron en el 0,4%, lo que aleja las tendencias a corto plazo del camino que conduce el IPC hacia el objetivo del 2% fijado por la Reserva Federal (Fed). El único premio de consolación fue una cifra negativa de inflación subyacente de bienes que da cierta esperanza de que quizá la desinflación de bienes no haya terminado del todo.
La inflación subyacente de los servicios se mantuvo en el 0,5%, sin cambios con respecto a febrero. Aunque la inflación en este componente tan importante es notablemente inferior a los máximos, el avance parece haberse estancado en niveles superiores a los compatibles con el objetivo de inflación de la Reserva Federal. A diferencia del anterior informe sobre el mercado laboral, pensamos que estos datos sobre el IPC sí cambian el panorama para la Fed. El presidente Powell mencionó que necesitaban tener más confianza en que la inflación se estaba moviendo de hecho en la dirección correcta para que los recortes de tipos se hicieran realidad. Dado que ésta es la tercera lectura consecutiva que ha sorprendido al alza y que el índice de precios de los servicios en particular se niega bajar, no podemos evitar pensar que han disminuido las posibilidades de que se produzcan tres recortes de tipos este año en EE.UU.
Lo anterior no significa que no se vayan a alcanzar los objetivos de inflación o que nos encontremos ahora en un entorno de inflación permanentemente más alta. El tiempo lo dirá y en estos momentos hay mucha incertidumbre en las previsiones económicas, pero pensamos que es poco probable que se produzca una gran sacudida inflacionista o que se renueve la tendencia al alza. Por lo tanto, caracterizaríamos la dinámica actual como un retraso en el acercamiento de la inflación al objetivo, más que como un abandono completo de la tendencia a la baja más prolongada que comenzó en julio de 2022. Aunque los EE.UU. han mostrado resistencia, hay signos de tensión en ciertas partes de la economía, como los datos sobre préstamos para automóviles y morosidad de las tarjetas de crédito. Se prevé que el crecimiento se ralentice a medida que avance el año, lo que también debería ayudar a gestionar las presiones inflacionistas.
La reacción del mercado no se hizo esperar, y los bonos del Tesoro estadounidense cedieron cerca de 20 puntos básicos a corto plazo y algo más de 10 puntos básicos a largo plazo, ya que el mercado descuenta los recortes de tipos a corto plazo. Los diferenciales europeos se mantuvieron razonablemente bien, mientras que los de EE.UU. sufrieron más, ya que los de alto rendimiento y los de grado de inversión se ampliaron 16 puntos básicos y 3 puntos básicos, respectivamente, a nivel de índice. Es posible que los mercados sufran un ligero descenso debido a las perspectivas de recortes de tipos, pero en última instancia, si como creemos se trata sólo de un retraso, apostaríamos a que el mercado aprovechará una venta masiva como oportunidad de compra, limitando así el alcance de la venta masiva de diferenciales. No obstante, es importante permanecer atentos.
En nuestra opinión, la probabilidad de un aterrizaje brusco empezaría a aumentar si la evolución de la inflación impide a la Reserva Federal recortar los tipos. Sería más probable que algo se rompiera en algún punto de la economía. Sería más probable que se produjera una ruptura en algún punto de la economía. Para ser claros, no creemos que estemos en ese punto en este momento, pero sin duda vale la pena seguir siendo flexibles y tener liquidez para reaccionar ante un cambio en el escenario base.
Felipe Villarroel es gestor de carteras en Twenty Four (Boutique de Vontobel)