Informe elaborado por Enrique Díaz-Alvarez, Matthew Ryan, Roman Ziruk e Itsaso Apezteguia
VALÈNCIA. El informe de inflación del IPC de marzo deparó otra desagradable sorpresa para la Reserva Federal, ya que superó las expectativas y confirmó que la tendencia desinflacionista observada en 2023 se ha estancado por completo, e incluso puede que se haya invertido parcialmente. Como resultado, los rendimientos de los bonos del Tesoro se dispararon, los inversores redujeron las expectativas de recortes de tipos y el dólar se apreció con fuerza frente a las principales divisas del mundo.
La posibilidad de que la inflación y la política monetaria de EEUU diverjan de las de otras grandes economías parecen ser la principal razón detrás de este movimiento. El nerviosismo por el conflicto en Oriente Medio ha echado más leña al fuego. Las divisas europeas se han visto especialmente afectadas, ya que el aumento de los precios de las materias primas supone un empeoramiento de la relación de intercambio para el continente.
Esta semana será inusualmente tranquila en cuanto a publicaciones de datos o anuncios de política monetaria. Los informes del IPC del Reino Unido y Japón, que se publican el miércoles y el viernes respectivamente, serán las principales referencias, al igual que una serie de discursos de varios miembros del BCE y la Reserva Federal a lo largo de la semana. Esperamos que los mercados sigan lidiando principalmente con las secuelas del informe del IPC y la posibilidad de que los recortes de tipos por parte de la Reserva Federal se retrasen hasta bien entrado el año.
Tal y como se esperaba, el Banco Central Europeo mantuvo su política monetaria sin cambios en su reunión de abril, pero indicó que está preparado para recortar los tipos de interés en junio. Por si el mensaje de la reunión no había quedado suficientemente claro, "fuentes" del BCE lo confirmaban inmediatamente después de la reunión. Durante su rueda de prensa, la presidenta del banco central, Christine Lagarde, se refirió específicamente a la divergencia de las presiones inflacionistas, que permitiría al BCE recortar los tipos antes que la Reserva Federal.
Creemos que el desfase de seis meses que existe entre los datos de inflación de la eurozona y los de EEUU significa que puede ser prematuro que el banco central declare la victoria sobre la inflación, pero, no obstante, el recorte de junio va por buen camino. La cuestión clave ahora es el ritmo de los recortes más allá de junio.
Un informe mensual positivo sobre el PIB disparó el optimismo de que la economía británica seguirá superando las sombrías expectativas. Sin embargo, la libra se vio atrapada en la venta generalizada frente al dólar, aunque logró superar ligeramente al euro.
Esta semana será clave para conocer el calendario de bajadas de tipos del Banco de Inglaterra, cuyas expectativas se han retrasado hasta ahora casi tanto como las de la Reserva Federal. La información salarial que se conocerá el martes y los datos de inflación del miércoles serán claves para ver si el proceso desinflacionista continúa en el Reino Unido o si comienza a estancarse como ha ocurrido en Estados Unidos.