A las sociedades digitales lo superfluo les impide muchas veces distinguir lo trascendente en nuestro tiempo
Como bien escribía John le Carré en su “Asesinato de calidad”, segunda aparición de su gran personaje el espía George Smiley, “lo urgente es sinónimo de efímero y lo efímero jamás es importante”, la gestión de los tiempos es fundamental para cualquier actividad humana, más aún si estamos hablando de gestión de crisis, donde los tiempos son aún más limitados, y hay que saber distinguir muy bien lo urgente de lo importante, pues lo urgente nunca debe de quitar tiempo para resolver lo importante.
Así es como durante estos días entre populistas y crisis ucranianas estamos todo el tiempo ocupado. Pues si un populista es siempre peligroso, cuando está debilitado es peor todavía, y eso es lo que le ocurre a un Boris Johnson cuya especialidad parece que es decir medio verdades o medio mentiras, lo hizo ya con el Brexit, o con las fiestas durante la Pandemia en el 10 del Downing Street, y ahora parece que va a usar esa táctica en el exterior, pues está sobreactuando en el ámbito de las relaciones internacionales para seguramente tapar sus vergüenzas domésticas, pues está sufriendo una crisis de liderazgo, no solo a nivel nacional sino incluso dentro de su partido, y que aunque él se resista hasta el final, puede que le cueste el cargo a manos de sus propios compañeros de partido, algo impensable en nuestra Piel de Toro.
El premier británico esta última semana nos anunció a bombo y platillo una alianza con Polonia y Ucrania, que rememora la ya realizada con Varsovia en las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, para hacer frente a la amenaza rusa. Precisamente horas o escasos días después de anunciar que iba hablar con Vladimir Putin el lunes, acerca de la crisis en el Este de las fronteras europeas. No se sabe muy bien el cómo y por qué, aunque se intuye, pero Putin le hizo una medio cinta, o como se dice ahora hacer una cobra, al mandatario británico, haciéndole esperar pues no descolgó el teléfono hasta el miércoles.
Esa espera, entre otros motivos, podría deberse a que parece que prefería hablar (ojo y recibirlo en el Kremlin) al primer ministro húngaro Viktor Orban, un día antes, evidenciando las diferentes posiciones (y claro está divisiones) dentro de la OTAN/UE, en la que no es solo Alemania la que parece ponerse de perfil en esta crisis, sino también Hungría, o los croatas, por lo menos su presidente Zoran Milanovic, “como comandante en jefe del Ejército croata”, que ya manifestó su posición contraria el martes 25 pasado, respecto a la "peligrosa dinámica" del presidente Joe Biden contra Rusia; en fin todas estas divisiones y desacuerdos recuerdan a esas antiguas historias y narraciones que nos cuenta Homero en la Ilíada sobre la Guerra de Troya, discusiones entre los propios Aqueos (griegos) como eran Aquiles, Áyax, Diomedes, Menéalo, o Nestor, liderados por el gran rey Agamenón antes de derrotar al rey Príamo, con la añagaza del famoso caballo, y tras la muerte de Hector a manos de Aquiles.
Pero Rusia sigue acaparando titulares, y no solo por las tensiones con Ucrania, sino también en África, y más en concreto en nuestra frontera adelantada del Sahel, por la presencia del Grupo Wagner, compañía de seguridad o de mercenarios (según quien opine) de origen ruso ciertamente difuso, en Malí. Esta influencia del gigante euroasiático en esta República del Sahel ha generado fuertes tensiones con el Palacio del Elyseo, que ha llegado a afirmar que estaban saqueando los recursos de este país africano, provocando el enfado de sus autoridades y la expulsión del embajador francés de Bamako Joel Meyer.
Pero no es este el único problema de países europeos con aquel país, que de hecho se reunieron en Brest, el 13 de enero de este año, en una cumbre de ministros europeos de Defensa y de Asuntos Exteriores para buscar una respuesta conjunta a la llegada de mercenarios rusos a Malí, pues Dinamarca también a tenido que sacar de aquel país en un viaje de ida y vuelta a casi un centenar de soldados de operaciones espaciales Daneses que habían llegado al principio del año, y que se iban a integrar en la Fuerza Especial TaKuba (casi 1000 efectivos) compuesta por contingentes europeos como Bélgica, Estonia, Hungría, Italia, Noruega, Países Bajos, Portugal, República Checa y Suecia. También Alemania tiene sus dudas en seguir en aquel país, expresadas por su nueva ministra de Exteriores Annalena Baerbock. Para terminar con Mali y meter un poco más de presión al asunto, acaban de llegar a ese país Drones de combate Turcos, y ya saben que Recep Tayyip Erdoğan en materia internacional es más que proactivo, por lo que podremos ver pronto su influencia en aquel país de forma curiosa, pues si en Libia turcos y rusos se han enfrentado en el conflicto civil, parece que van a formar sociedad conjuntamente con el gobierno de Bamako, ya saben que la política y la geopolítica, hacen extraños compañeros de viaje.
Y como añadido a esa inestabilidad creada por Putin por la presencia de Wagner en Mali, hace una semana se produjo, y triunfó, un golpe de estado en la vecina Burkina Fasso con sospechas de intervención por parte de los rusos, y además ya como remate se produjo al inicio de esta misma semana una intentona golpista en Guinea Bissau que está por esclarecer aún. Algunos analistas hablan que este despliegue de Wagner en varios países africanos tiene como objetivo lograr que Rusia recupere la esfera de influencia que tenía cuando era la Unión Soviética y que tiene como punto de lanzamiento-crecimiento la cumbre Rusia-África de 2019 celebrada en Sochi.
Ya ven, si nos acercamos a las puertas del vecindario de Moscú, se genera unas tensiones que tienen que ser resueltas con urgencia; pero claro parece que los rusos no se están quietos y se presentan en nuestro patio trasero-frontera adelantada del Sahel, que no es sólo importante para nosotros, es vital, por diferentes motivos, demográficos-migratorios, seguridad-yihadismo, energía-hidrocarburos, etcétera, etcétera, etcétera; en temas Geopolíticos no se puede improvisar y jugar al tacticismo corto placista, tan en boga en las cancillerías europeas, y si agitamos el avispero tengamos previsto que nos podemos llevar algún picotazo, ¿está nuestra sociedad preparada para soportar algunos cuantos?.