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Dolor y felicidad, juntos de la mano

17/09/2015 - 

VALENCIA. La alegría es momentánea y pasajera y no estable en el tiempo y la felicidad puede ser permanente, si consideramos que somos felices cuando estamos contentos, la felicidad será siempre efímera. La voluntad de ser feliz habita en cada uno de nosotros ¿cuánto la pospondremos?

Según explica Pilar Sordo, psicóloga y autora de Bienvenido dolor (Paidós, 2015), la felicidad es algo individual y una decisión personal, una postura ante la vida. Los aspectos que ayudan en esta decisión vital son el agradecimiento hacia lo que tenemos, centrarnos en estos aspectos positivos y tener fuerza de voluntad para ser feliz y aceptar el dolor.

La investigación sobre dolor y felicidad realizada por la autora, que constituye la base de su obra, apunta que ambos elementos claves en nuestra vida son compañeros de viaje. “La decisión de ser feliz, aún existiendo dolor, se retroalimenta y fortalece a la persona”, señala Sordo.

Entre el dolor físico y emocional, la investigación señala que existe un mayor grado de dolor emocional derivado del físico. “En el concepto de felicidad está que el dolor es una herramienta inevitable que va a llegar, tú decides qué quieres hacer con él y cómo descubrir sus misterios y ver qué regalo trae”, afirma la psicóloga.

Para Sordo, la negación del dolor procede de nuestra cultura: es una falsa utopía que con la analgesia pueda vencerse tanto dolor físico como emocional. “El dolor siempre llega, todos pasamos por los mismos dolores, depende de cómo yo asimilo y cómo aprendo del dolor y no me sitúo en el rol de víctima. Porque aunque el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.


Los principales errores en el manejo del dolor suponen guardar la información, no compartir aquello que nos da dolor y no aceptar que el otro puede estar pasando por un proceso de duelo, para el que sólo le damos como mucho tres meses y no permitimos que pase más tiempo.

“Preferimos que el otro viva el proceso de duelo sólo y desde la queja. La queja impide tomar la experiencia como un aprendizaje y no tomar la decisión personal de afrontar la situación sino esperar una solución externa”, aclara la psicóloga.

Según señala Sordo, la queja parece un desahogo pero filtra lo negativo y no deja mirar lo bueno de alrededor. Para ello hay que intentar hacer un listado de lo mejor de cada día y dejar de observar aquello que falta y no reclamar que desde el exterior nos resuelvan la situación. “La queja no deja que aflore la tristeza y es una manifestación rabiosa que impide la capacidad para expresar las emociones”, señala la autora.


La psicóloga es autora de libros de autoayuda de éxito en Chile, su país de origen

En ellos desgrana los resultados y lo aprendido en ocho investigaciones. Las últimas dos investigaciones son la base de este último libro sobre felicidad, dolor, muerte y enfermedad terminal. A lo largo de cuatro años, la psicóloga ha recopilado información sobre más de 4.000 personas por diversos canales, entre ellos Internet, incluyendo testimonios de habitantes de distintos países.

Sordo nos traslada tres aspectos para entrenar el músculo de la felicidad:

1. Dejar de pensar que la felicidad está en un concepto anhelado (“Cuando suceda o consiga 'X' seré feliz”) desplazando a un futuro que no llega esta felicidad, que así se debilita y no se ve como algo cotidiano posible.

2. Dejar de victimizarse: en vez de preguntarnos “¿Por qué a mi?” hay que pasar a la cuestión “¿Para qué a mi?” o “¿Qué me enseña este dolor?”. Conectamos así antes con la decisión de ser felices para situarnos en una postura de aprendizaje y no de daño.

3. Cambiar el concepto de felicidad para los niños: poseer cosas, darles algo que quieren tener, les da una felicidad momentánea y no permanente. Hay que enseñarles a convivir con las dificultades y privaciones porque también forman parte de la vida. La psicóloga apunta que la felicidad no está en el bienestar material y que hay que realizar una revisión de los procesos vitales.

“Existe la oportunidad de sentirse acompañados en el gozo de la vida y en el dolor que integra y da herramientas, para ello hay que agradecer lo bueno, lo inevitable del contacto del dolor: vivirlo, respetarlo, hablarlo y no guardarlo lejos, que esto es lo peor”, concluye Sordo.

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