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crítica de cine

'Dune': Villeneuve firma una experiencia visual arrolladora

17/09/2021 - 

VALÈNCIA. A mediados de los años sesenta, Frank Herbert escribió Dune y rápidamente se convirtió en una obra maestra de la ciencia ficción. En ella ya se tocaban temas que han adquirido en las últimas décadas un significado todavía más poderoso: las guerras religiosas, la lucha por el control de los recursos naturales, la necesidad de preservar el ecosistema, la megalomanía y el sentimiento de otredad y exclusión tanto social como racial. 

David Lynch mantuvo esos motivos fundamentales en su adaptación cinematográfica, pero la versión mutilada que llegó a los cines, a pesar de ser fascinante a nivel visual, resultaba un caos narrativo. Ahora, Denis Villeneuve recupera este clásico de la literatura fantástica para poner las cosas en su sitio. Lo hace manteniéndose fiel al material original, obviando sus componentes contraculturales para darles un sentido contemporáneo y adaptarlos a su estilo épico y elegante. 

Su primera decisión ha sido dividir la historia en dos capítulos, de manera que la película que ahora llega a nuestras pantallas serviría para explicar el universo, para presentar a los personajes y para simbolizar el camino de aprendizaje del héroe, Paul Atreides (Timothée Chalamet), hasta despertar al conocimiento absoluto y convertirse en un mesías. 

El primer capítulo de esta nueva Dune puede verse desde muchos puntos de vista, pero sobre todo sirve para sentar las claves del estilo Villeneuve a la hora jugar con los géneros, de modelar a sus criaturas y crear imágenes de un arrollador poder expresivo. No hay que olvidar que, a pesar de las magnitudes del proyecto, el director canadiense, incluso en sus películas más comerciales, como La llegada o Blade Runner 2016, siempre ha demostrado ser extremadamente minucioso a la hora de tejer sus rompecabezas narrativos, en ocasiones se le ha acusado de hermético. A Villeneuve le gusta fijarse en los detalles, realzar los silencios y extraer poesía visual a través de determinadas imágenes de naturaleza colosal. En esta ocasión, tiene además la ocasión de desplegar su sensibilidad paisajística a través de planos grandes planos de una belleza perturbadora y casi abstracta. 

Dune es una síntesis de todo eso, demostrando que la complejidad y el misterio no están reñidos con el espectáculo y el entretenimiento. Su cadencia rítmica es sobria, incluso en ocasiones hipnótica (aunque está punteada por una banda sonora machacona y explícita de Hans Zimmer), sus escenas de acción son aceleradas y difusas, y entre una cosa y otra, tiene la capacidad de imbricar toda una serie de hilos argumentales en los que se otorga espacio a cada uno de sus personajes, al mismo tiempo que, desde los primeros compases asienta toda una mitología que se abre a través de varios frentes. Por una parte, las diferentes casas enfrentadas: la de los Atreides, virtuosa y noble, la de los Harkonnen, salvaje, primitiva y codiciosa y la Imperial, que por el momento se encuentra en la sombra. Además, lo nativos de Arrakis, los Fremen, de ojos azules, que luchan por preservar su planeta de la explotación y convertirse en un pueblo libre. En la sombra, la figura de las Bene Gesserit, una orden femenina (a la que pertenece la madre de Paul Atreides) que tiene el poder de controlar las mentes. Una sustancia psicotrópica, ‘menage’, que es igual de preciada que nuestro petróleo. Y, por último, la esperanza de encontrar un mesías que traiga el equilibrio y la paz al universo. Entre medias, intrigas palaciegas, traiciones shakesperianas, gotas de misticismo y magia, acción y gusanos gigantes. 

En esta nueva versión desaparecen las voces en of presentes en la película de Lynch, pero se mantienen los sueños de Paul que, en forma de epifanías (todas ellas relacionadas con Chani (Zendaya), sirven para ir configurando su transformación de niño apocado a líder y guerrero. Se le otorga un mayor protagonismo a la figura femenina a través del personaje de Lady Jessica (Rebecca Fergunson) y la relación con su hijo Paul resulta mucho más estimulante. Además, las reflexiones sobre la ecología y los conflictos geopolíticos se encuentran en esta ocasión perfectamente perfilados, hasta el punto de que llegan a convertirse en el motor del relato. 

Villeneuve sale sin heridas de muerte de esta difícil empresa. Su Dune es monumental, ha reclutado a un cásting de intérpretes que encaja a la perfección con su papel y ha potenciado los temas sociales por encima de los místicos. Se puede ver como una space opera, como una película de aventuras, como una tragedia griega, como un cuento exótico. Como una experiencia visual arrolladora.   

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