El periodista publica 'Uzumut', un libro que parte de un fenómeno de noventa y siete segundos de duración que sacude la realidad
VALÈNCIA. Tratar de definir Uzumut (Osadía Ediciones) no es una tarea fácil. Es un libro de relatos que, a su vez, forman un todo. No es una distopía, pero casi. No es una utopía, pero casi. La primera novela -aceptamos este término para poder avanzar en la redacción del artículo- de Eduardo Almiñana de Cózar nada en los lugares intermedios, en los grises, en los espacio inhabitados. Es una abrazo a lo inexplorado. Lo hace en su forma y también en su contenido, con convicción. El periodista y colaborador de Culturplaza da forma a una obra que parte de un fenómeno que lo cambia todo, un fenómeno de noventa y siete segundos de duración que sacude la realidad y posibilita todo tipo de eventos que afectan al tiempo, a la estadística, a la fe o al lenguaje. A partir de aquí se compone un puzzle de historias que nos muestran cómo ha afectado este fenómeno a distintas personas en distintos lugares del planeta. Con un prólogo de Pilar Pedraza que se vuelve en pieza clave para enmarcar la lectura, Uzumut –que se presentará el próximo 19 de noviembre en el marco del Golem Fest- se construye como un proyecto en el que los textos, más que escritos, se dibujan. Pero, ¿cuándo comienza a tomar forma?
-Este libro es producto de una serie de lecturas, algunas de ellas que también publico en Valencia Plaza, como El orden del tiempo, de Carlos Robelli, que es físico, pero también poeta. Él escribe sobre el tiempo de una forma hermosísima. Este tipo de lecturas me hicieron pensar en el tiempo de una forma más obsesiva, llegando a ese grandísimo cataclismo relacionado con el tiempo. Son cuestiones que parecen metafísicas, pero que son muy físicas.
-¿Qué me puedes explicar de ese fenómeno de 97 segundos?
-El fenómeno de 97 segundos es el que vertebra todo este libro, ¿es una novela?¿es un libro de relatos? La literatura que me interesa escapa un poco de esas etiquetas. Este libro se puede leer como un libro de relatos o como una novela, precisamente porque hay un fenómeno de 97 segundos que lo vertebra de principio a fin, un fenómeno que representa una ruptura con la realidad que conoces desde diferentes perspectivas. Afecta, por ejemplo, a cuestiones como la estadística, el tiempo o la corrupción, que se vuelve absolutamente tangible. Ese fenómeno de 97 segundos es una ruptura con la realidad que le afecta a todos los niveles. Esto da sentido -o se lo quita- a Uzumut.
-Uzumut se compone de varios relatos, un puzzle en el que todo encuentra su lugar, ¿cómo ha sido el proceso de dar encajar todas las piezas?
-Me gusta mucho el concepto puzzle porque tiene mucho que ver con el proceso de escritura de este libro. Esta es mi primera obra de narrativa y siempre se dice que en el primer libro vuelcas mucho de ti. Todas esas obsesiones o miedos, como por ejemplo el miedo a la eternidad, que es una de las cosas que me parecen más terroríficas, las volqué en un paisaje de imágenes que tenía en mi cabeza. Escribí este libro en muy poco tiempo porque había muchas cosas que quería contar y que cuadraban en Uzumut. Cuando empecé a escribir los distintos episodios me acordé de Cortázar, que decía que para dar forma a Rayuela había escrito muchos capítulos en hojas separadas, que luego miraba y configuraba. Por supuesto no me estoy comparando con Cortázar ni con Rayuela, pero lo que sí que hice fue crear esos relatos vertebrados por el mismo fenómeno sin que estuvieran necesariamente en el orden que se presentan ahora. Entonces, se escribió un poco como un puzzle. De hecho, pretendiéndolo o no, este libro está muy influido por cuestiones simbólicas. Cuando estaba escribiéndolo estaba leyendo mucho la Cábala, no porque me quisiese hacer un rabino cabalístico ni porque creyera necesariamente, sino porque al final lo que hace la Cábala es encontrar esos significados en un libro, ya sea mediante números, mediante diferentes procesos que manejan. La figura del puzzle tiene mucho que ver con el proceso e incluso con la forma de leerlo.
-En cierta medida, la religión o la espiritualidad es un elemento muy importante en los relatos.
-Yo fui una persona que se crió en los Jesuitas de Campanar, lo que me llevó a interesarme por diferentes religiones. Previamente, además, me interesaba muchísimo la mitología. No quiero abrir ese debate de la diferencia entre religión y mitología, pero cuando salí de ahí me leí el Corán, leí textos hinduistas, budistas... Yo diría que me interesa más la religión como mitología que como una cuestión propia trascendental, que es un tema para mí muy privado. Pero a esos efectos, todo lo que implica la religión, todo lo que significa la construcción simbólica de la religión, de las religiones del mundo, me interesa muchísimo. En este libro está muy presente, realmente más de lo que yo creo. Habla en un momento de los niños impíos, de un Deus ex machina llevado a la realidad... Realmente la espiritualidad permea todos los capítulos del libro.
-¿Es Uzumut una distopía?
-Esto podría ser una distopía, pero yo siempre digo que no lo es, porque yo quería dos cosas con Uzumut. Uno, que se explicase al final, que no quedase como pasa en muchas historias que leo actualmente, que se deja a la imaginación del lector. Sea más o menos explícita, hay una explicación. Y además quería otra cosa, que el fenómeno de 97 segundos, en cierta medida, se reparase.
-Leyendo el libro apunté una palabra con lápiz: transición. Además de ese gran fenómeno, en estas pequeñas historias presentas a muchos personajes en proceso de cambio, ya sea desde un punto de vista espiritual, hablando de la muerte o con cuestiones más cotidianas, como un divorcio.
- Cuando estaba escribiendo el libro me di cuenta de que efectivamente todos los personajes estaban en un impasse. Y yo decía, ¿por qué son estos momentos límites los que me han interesado tanto? Porque realmente no tenía un plan cuando lo escribí. Fue una cuestión muy visceral. Hay gente que escribe con un plan, pero aquí son imágenes que iba trasladando. Hay una especie de concepto que me interesa muchísimo, que es lo que está entre una cosa y la otra, como escritor intento imaginarme cosas que son por definición imposibles de imaginar. En ese sentido, lo de en medio me interesa muchísimo. Me interesan mucho los puntos bisagra, entre un evento y otro. De hecho, este de los 97 segundos es muy fuerte, pero no deja de ser una transición entre una situación y otra. Quizás todo Uzumut en sí es una grandísima transición.
-Hablas de imágenes, de una escritura visceral, ¿cómo ha sido el proceso?
-Jesús García Cívico, que estuvo en la primera presentación del libro, dijo que una cosa que destacaba es que, aunque a veces parece naif, es la imaginación. Pensando en imaginación, imagen... La materia prima de los relatos de este libro han sido imágenes y conceptos. El cáncer, que es una explosión de vida, aunque te acabe matando, cobra vida tal y como la entendemos a nivel de una imagen. La estadística, es una imagen. La corrupción, también. Yo vengo de una cultura muy textual, siempre me he criado en un entorno donde ha habido muchos libros y he leído mucho. Por supuesto, por otro lado, también estoy influenciado por los videojuegos y por el cine. Pero si te soy sincero, así como yo identifico, por ejemplo, cine en determinados libros que leo, estos relatos son unas imágenes que se relacionan más con las de los experimentos mentales, con la ciencia.
-La forma de escribir este libro tiene algo de pictórico.
-Absolutamente. Hay un libro que a mí me ha influido mucho, Mathematical Impressions, que se ha convertido en una de las cosas que si se incendiase en mi casa, salvaría. Y tengo muchos, muchos libros en mi casa. Mathematical Impressions es un libro de un matemático e ilustrador en el que ilustra conceptos que son en realidad lo más parecido a la abstracción, dibujos que pueden recordar a las escaleras imposibles de Escher, pero a otro nivel. En este sentido, Uzumut bebe ve muchísimo más del arte que del cine.
-¿Y en qué medida bebe este el libro del presente?
-Otra referencia es la del filósofo Bifo Berardi. Cuando leí uno de sus libros me sorprendió mucho cómo hablaba de que en el pasado más reciente el futuro era un lugar de esperanza, entonces, ¿por qué hay tantas distopías en la actualidad? Porque ese sistema mental ha cambiado y ahora vemos el futuro como un sitio muy peligroso al que no queremos llegar. En ese sentido Uzumut está muy influenciado por ese miedo a que pudiese ocurrir algo catastrófico a un nivel que ni siquiera podemos imaginar, ya no un meteorito, sino un evento cósmico de algo que ni siquiera sabemos que existe.