Un estudio valenciano defiende la "urgente" necesidad de implantar desde edades tempranas programas de prevención
VALENCIA (EP).- Un trabajo de investigación realizado por la Universidad Internacional de Valencia (VIU) revela que el 10 por ciento de los agresores de pareja sufre algún tipo de trastorno mental, aunque la mayoría presenta unas características psicológicas "peculiares" en las que "es necesario profundizar mediante programas de prevención temprana como la adolescencia con el fin de erradicar esta lacra".
Por este motivo, el estudio defiende la "urgente" necesidad de implantar desde edades tempranas programas de prevención "transversales" que estén participados por tres pilares: educación, sanidad y familia, ya que los programas de prevención de la violencia en la adolescencia son "escasos y rara vez han tenido en cuenta aspectos metodológicos rigurosos".
Ésta es una de las conclusiones del informe 'La importancia de la prevención en la violencia de pareja' realizado por la doctora María Jesús Hernández Jiménez, profesora de Psicología y Coordinadora del Máster de Terapias de Tercera Generación en la VIU, con el objetivo de ofrecer desde un "punto de vista científico" una "amplia visión" sobre los factores que envuelven el fenómeno violento en edades tempranas, según ha informado la institución académica en un comunicado.
De acuerdo con el estudio, actualmente "asistimos a un rejuvenecimiento de la violencia de género" ya que en los últimos años se ha producido un incremento del maltrato en las relaciones interpersonales de noviazgo en la adolescencia con "graves consecuencias de tipo físico y emocional".
De esta manera, Hernández sostiene que la violencia en la adolescencia o en la juventud es "tan grave o más que la que se presenta en la vida adulta y, con frecuencia, es en el noviazgo cuando va forjándose los primeros síntomas de esta lacra".
Esta realidad contrasta con los trabajos de investigación realizados en estas edades ya que "solo se encaminan al tratamiento con víctimas detectadas en hospitales o centros de asistencia" mientras que los programas que han sido sometidos a una evaluación rigurosa son "mínimos".
El trabajo recoge que solo en 2013 se registraron unos 500 casos de mujeres menores de 18 años que fueron víctimas de violencia de género, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, cifra que responde solo a las víctimas con orden de protección o medidas cautelares. Así, más de 850 mujeres entre 18 y 19 años denunciaron una situación de violencia de género y 3.186 tenía edades comprendidas entre los 20-24.
El estudio recomienda la necesidad de que los profesionales de la Educación y Sanidad que estén en contacto con los adolescentes "profundicen en la investigación para poder desarrollar protocolos de intervención adecuados". Para ello, recomienda una investigación "ajustada" a las diferentes fases de la adolescencia, una estrategia "que pasa por la introducción de los temas de igualdad dentro del currículo de la Educación Secundaria de una forma transversal".
La autora defiende que mediante la investigación y los programas de intervención "es posible cambiar las actitudes del alumnado adolescente acerca de los mitos y falsas creencias que están en la base de la violencia de pareja, así como conocimientos para detectarla, al tiempo que se puede lograr modificar las estructuras cognitivas que la sustentan"
Así, sostiene que los adolescentes que participan en programas de desarrollo positivo consiguen mayor compromiso social, mayores logros educativos y ocupacionales, tienen menos probabilidades de participar en actos delictivos y adquieren más autoestima y autocontrol y más capacidad para resolver conflictos.