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tribuna libre / OPINIÓN

El ascensor social universitario no llega a los pisos más altos

2/05/2024 - 

A mediados del siglo XX, con el aumento de la democratización de las escuelas y universidades, surgió el concepto de "ascensor social". Este término refleja la idea de que, gracias a la disponibilidad de un sistema educativo accesible para la mayoría de los ciudadanos, independientemente de su situación socioeconómica, las oportunidades se nivelan. Permitiendo que tanto el hijo de una familia de agricultores como el de una familia de médicos, pueda aspirar a convertirse en ingeniero, abogado o astronauta. 

Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que la información y orientación que reciben durante la etapa tan crítica y previa a la elección de su futuro profesional (donde un 79% no sabe bien qué estudiar y un 26% elige mal, abandonando su titulación tras el primer año) sí puede diferir considerablemente dependiendo de dónde se estudie, afectando por tanto a su selección de carrera universitaria. Y como consecuencia de su futuro laboral.

¿Pueden las "universidades target" afectar al funcionamiento del 'ascensor social'?

Porque en el sistema universitario español existen un total de 86 universidades (50 públicas y 36 privadas). Pero no todas son iguales. Y, por tanto, aunque ofrezcan las mismas titulaciones, como por ejemplo la titulación en Administración y Dirección de Empresas, los estudiantes no saldrán igual de preparados. Y esto es algo que las empresas saben. Por eso valoran mejor a unos centros que a otros. Y por eso tienen identificados a los que ellos conocen como “universidades target. Porque les proporcionan buenos candidatos. Altamente cualificados y capacitados. Pero más importante aún, porque lo hacen todos los años de manera continuada. Generando una confianza en ellas. Y siguiendo una especie de “ley de Pareto” de universidades. Donde solo unas pocas proporcionarían la mayoría de candidatos.

Especialmente, esto ocurriría en las empresas más punteras y atractivas para los empleados, como pudieran ser las consultoras estratégicas o la banca de inversión (algo fácilmente comprobable al analizar la universidad de origen de los empleados de cualquiera de estas empresas a través de Linkedin, te animo a probarlo). Empresas con gran demanda y tasas de admisión inferiores al 1%. Porque proporcionan los empleos más selectos y prestigiosos. Y porque, por ende, ofrecen mayores oportunidades de crecimiento profesional y de salario. En concreto, un 39% superior respecto a la media nacional (25.896 €). O un 319% superior si nos centramos únicamente en los jóvenes de 20 a 24 años (11.316 €). De ahí la importancia de elegir bien. De pertenecer al selecto club de las “universidades target”. O de que, al menos, alguien te cuente que existen. Porque si no, el acceso a esta información privilegiada seguiría restringido a ciertos círculos educativos o sociales. Manteniendo el “ascensor social” averiado. Limitando su ascenso hasta una planta máxima determinada.

¿Los estudiantes actuales se enfrentan a una elección más compleja que la de sus padres?

En el año 2007, antes de la reforma del sistema educativo que se produjo ese mismo año, España contaba con una oferta universitaria de 116 titulaciones compuesta básicamente por diplomaturas y licenciaturas. Con la desaparición de estas y la creación de los grados, el número de opciones ha ido incrementándose hasta la cifra actual de 4.226 titulaciones para el curso 2022-2023 (compuestas por 3.216 grados y 1.010 dobles grados). Un 3.600% superior. Así, por ejemplo, la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas ya no siempre se llama así, sino que suele presentarse mediante varias denominaciones (aunque con el mismo enfoque central de gestión empresarial).

Sin embargo, este incremento de títulos no se traduce necesariamente en nuevas áreas de estudio. Es decir, el número de titulaciones no habría que verlo en valores absolutos. De hecho, algunos estudios determinan que estos 4.226 títulos se distribuyen solamente en 560 nombres. Donde los 20 nombres más repetidos reúnen 897 títulos. Es decir, el 3% de los nombres (20), representaría el 33% de los títulos (1.394). 

Aunque la conclusión sería muy parecida para el estudiante: la proliferación de nombres, aunque no de estudios, incrementa su confusión, dificulta su acierto, y complica aún más la elección de una “universidad target”. Ahora mucho más camuflada entre la maraña de nombres.

Muchos trabajos del futuro aún no se han creado hoy

Si además consideramos que, según el Foro Económico Mundial, el 80% de los puestos de trabajo más demandados en 2030 serán nuevos (es decir, todavía no existen), que el 23% sufrirán cambios, y que esta transformación incluirá la generación de 69 millones de nuevos empleos en el mundo, pero también la supresión de otros 83 millones, surgiría la siguiente pregunta. ¿Cómo puede un estudiante entre los 17 y 18 años elegir de manera correcta qué estudiar sin toda esta información y sin la experiencia y perspectiva global necesarias en este tipo de decisiones? La respuesta es sencilla. Con formación y orientación.

¿Cuál es la situación de la orientación universitaria en España?

En esta línea, la legislación española establece tanto el derecho de los estudiantes a recibir orientación académica y profesional, como la obligación de los centros educativos de contar con un equipo suficientemente preparado para ello. Por su parte, la Unesco va más allá, y recomienda dotar como mínimo un orientador por cada 250 alumnos. Sin embargo, según un informe de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) de 2023, la media actual es de un orientador por cada 800 alumnos. Lo cual evidencia la escasez de recursos dedicados en este ámbito. Además, la satisfacción de los estudiantes con la orientación recibida es baja. Con un 75% de los mismos afirmando que esta no era suficiente y demandando contar con más información y herramientas a la hora de tomar su decisión de manera fundamentada.

A todo ello se añade que, por ley, la función de estos orientadores no sería simplemente orientar, sino también participar en la formación y actualización del profesorado, así como trabajar en las necesidades educativas específicas del alumnado. Tarea imposible. Y más con esa ratio de alumnos. 

¿A quién consultan los estudiantes a la hora de elegir su futuro profesional?

Según un estudio de Círculo Formación, la elección de carrera se basa principalmente en la vocación (53%), seguida de las salidas profesionales (34%), el salario (12%), y el deseo de su familia (1%). Pero ¿en quién se apoyan para obtener esta información acerca de su verdadera vocación, de las salidas profesionales existentes, del salario que van a obtener, o de lo que su familia espera de ellos? Principalmente en las madres (considerados como importantes o muy importantes por el 55% de ellos) y los hermanos y orientadores (ambos con un 26%).

Es decir, después del confort familiar (no siempre preparado para dar los mejores consejos en este tema), el estudiante buscará la opinión de un orientador, el cual, como hemos visto, se encuentra desbordado. Aunque no en todos los centros por igual. Provocando una inequidad en el acceso a esta información que, a día de hoy, aún se encuentra disponible solamente para ciertas esferas. Bloqueando este “ascensor social”. O al menos a sus pisos más elevados. Solo accesibles para unos pocos. Y por tanto haciendo buena la frase del poeta Víctor Hugo: “la primera igualdad debe de ser la equidad”. En este caso de información para los más jóvenes. Para su futuro. Y no olvidemos. Para el nuestro.

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Jorge Villagrasa es profesor de Estrategia y Marketing en EDEM

Vicente Sanchis Pont es CEO y fundador de UniNav (Startup de orientación universitaria)

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