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las colaboraciones con otras instituciones protagonizan las últimas temporadas

El Belles Arts de València, museo de museos

27/08/2024 - 

VALÈNCIA. Detrás de un cuadro de una colección privada o un museo fuera de su hábitat natural y colgado en la sala de otra pinacoteca hay meses de trabajo, y muchas personas, diplomacia y burocracia involucradas. Pero el Museu de Belles Arts de València ha hecho precisamente de ello virtud y fortaleza. En las últimas temporadas, han crecido considerablemente las exposiciones temporales hechas ‘a cuatro manos’. No es una casualidad, sino una manera de aprovechar las oportunidades de contar con obras excepcionales en sus paredes.

La Colección Masaveu, el Museu Thyssen de Málaga, el Museo Sorolla, la Colección BBVA o la Academia de España en Roma son los últimos ejemplos. Algunas de estas exposiciones han supuesto hitos para la pinacoteca valenciana, como reunir 70 obras de Sorolla, o lienzos de Salvador Dalí y Maruja Mayo. El próximo será la muestra dedicada a Rosario de Velasco, que se inaugurará este próximo otoño en colaboración con el Museo Thyssen-Bornemisza, con el comisariado de Toya Viudes de Velasco y Miguel Lusarreta.

 A veces, es en el propio Museo de Belles Arts donde nace la propuesta, como ocurrió precisamente con la exposición de la Colección Masaveu con sus obras de Sorolla. “Me planté en Madrid, en una reunión con la directora de la fundación (sin conocerla de nada) y le comenté que sería un sueño para el Museu de Belles Arts exponer su colección privada de Sorolla. Y para gran sorpresa, dijeron que sí”, cuenta el propio Pablo González Tornel, director del museo.

Otras veces son invitaciones de las otras instituciones, como en Surrealismos. Obra gráfica en la Colección BBVA: “A partir de un préstamo para Fieramente Humanos [que a su vez era una colaboración con el Museo Thyssen Málaga], María Sanz y María Luisa Barrio (que gestionan la Colección BBVA) proponen que trabajemos juntos, ellas desde la colección y yo como académico”.

Cada exposición tiene una historia detrás, muchas horas de conversaciones, elegir textos, comisarios, obras, fechas, protocolos. En todo caso, González Tornel cree que es en beneficio mútuo: “Complicaciones puede haber en la misma medida en que a veces puede ser más elaborado trabajar en equipo que trabajar solo. Pero hablando de la coordinación, esto tiene dos ventajas que también diferencian dos tipos de colaboración. Por una parte, tenemos colaboraciones entre socios institucionales que han contribuido de manera igualitaria en una exposición, y las dos instituciones nos repartimos los gastos, los trabajos, y vamos juntos por el objetivo. Pero también hay otro tipo de colaboración, que podríamos llamar filantrópica. La Fundación Masaveu o la Colección BBVA han decidido invertir dinero a fondo perdido en una exposición realizada en una institución pública. En el primer caso, la fundación financió prácticamente todo, por lo que los valencianos no tuvieron que gastar ni un euro del presupuesto de la Generalitat para que las obras de Sorolla vinieran. Todas estas exposiciones en común han fortalecido al museo”. 

De hecho, el trabajo con estas dos instituciones seguirá y ya se están preparando dos grandes exposiciones con las mismas. En el caso de la Fundación Masaveu, la muestra girará entorno a la parte más antigua de su colección e incluirá nuevamente obras de Sorolla. Con la Colección BBVA se está trabajando en la idea de hacer una antología de obras maestras, que podría incluir obras Goya, Sorolla y otros grandes artistas. Se espera que se puedan presentar ambas a lo largo de 2025.

Un experimento para cuestionarse el discurso del museo

Más allá de las implicaciones logísticas, el arte vive un momento en el que el canon está en continua y amplia revisión, y los museos, a través de sus discursos, intentan tomar parte o singularizarse. ¿Qué supone entonces esa colaboración entre instituciones culturales? “Siempre he dicho que las exposiciones temporales son un campo de experimentación en el que se trabaja sobre los discursos que luego se aplicarán en la colección permanente. Estas exposiciones permiten probar, durante tres o cuatro meses, retóricas y narrativas que no tienen por qué ser convencionales. Además, permiten evaluar la respuesta del público y entender cómo funciona esa narración con una disposición distinta o atípica que se haya pensado. Es decir, te da la oportunidad de ser un poco más valiente cuando sabes que la exposición será temporal y las decisiones museográfica no van perdurar años”.

De esta manera, Flora López Castrillo cerró la exposición sobre Antonio Muñoz Degrain para “hacer una especie de enmienda y cuestionar las obras presentadas”. O en el caso de La Huella de Roma: “La manera de diseñar exposiciones de la comisaria Dolores Jiménez Blanco puede ser muy diferente a la mía, pero funcionó fenomenal con su propia dialéctica. Mientras todo se haga con respeto, creo que el trabajo de los comisarios debe ser libre”.

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