AL OTRO LADO DE LA COLINA / OPINIÓN

El bluff de Davos

En el gran teatro del mundo cada personaje o pais representa un papel en la escenario internacional, y el Foro Económico Mundial es una de sus grandes representaciones

2/02/2019 - 

Espero que a D. Pedro Calderón de la Barca, haya donde esté, seguramente en el paraíso de los escritores, no lo haya molestado el uso del título de una de sus principales obras para la entradilla de este artículo, pues se pretende analizar, aunque sea superficialmente, la situación actual, a través de lo ocurrido entre bambalinas en ese encuentro del Club de líderes y privilegiados que es el World Economic Forum Annual Meeting (encuentro anual del Foro Económico Mundial) de 2019 así como sus efectos.

El Foro de Davos, fundado por Klaus Martin Schwab y ubicado en ese país tan especial como es Suiza, refugio de fortunas tradicionalmente opacas, es un punto de encuentro de intereses gubernamentales y de grandes corporaciones privadas (que no se sabe bien si es con motivo de colaborar, la famosa colaboración pública-privada, o de un mero y simple trafico de influencias), que tiene décadas de vida, aunque fue desde la caída del muro de Berlín cuando comenzó a tener protagonismo.

Mientras que las sociedades triunfantes (occidentales) y derrotadas (comunistas) habían sufrido en sus carnes la dureza de esa cruel aunque muda guerra fría, y esperaban construir una nueva sociedad repleta de libertades, terminando incluso con la historia, o eso parecía según el libro de Francis Fukuyama 'El fin de la Historia y el último hombre', otros pensaban hacer caja en ese nuevo escenario internacional, en donde habían desaparecido los dos bloques y el aparente capitalismo se imponía en todos los frentes, incluyendo la Rusia ex-soviética y la China Maoísta.

Pero claro para poder hacer grandes negocios internacionales, y omitiendo los principios realmente liberales y del respeto a la dignidad de las personas, esos grandes grupos de interés ya fuesen multinacionales, corporaciones o Fondos Soberanos (o no), necesitaban de un ecosistema favorable a oligopolios internacionales que les permitiera saltárselas normativas estatales, y los intereses geopolíticos nacionales. Y ahí fue donde encontraron su primer escollo.

La primera dificultad para esos propósitos económicos transnacionales fue el mundo Unipolar surgido tras el fin de la URSS (1991), con el liderazgo de los USA teniendo a Ronald Reagan como gran inspirador. Pero fue ya en el 2001 cuando con el 11-S el imperio norteamericano demostró ser vulnerable, y fue su inflexión, demostrando su declive en la crisis del 2007/2008 cuyos cimientos venían de la derogación de la ley de 1933 de Glass-Steagall en 1999 por el presidente demócrata Bill Clinton, como alguna vez ya les he comentado, donde se permitió que se crease ese sistema financiero internacional, tan sistémico (valga la redundancia, mezclando banca comercial y especulativa) y que con su crisis llevaba a toda la economía mundial al borde la quiebra.

A partir de ese 2008, el liderazgo americano (sigue sin haber nadie que le pueda hacer frente a los USA, por ejemplo militarmente) fue tamizado por la Multilateralidad de, primero, una resurgida Rusia gracias al fuerte mando del ex-KGB Vladimir Putin y a los hidrocarburos que exporta, después de una potencia económica (a costa de la explotación de sus propios habitantes) como la República Popular China, hoy dirigida por Xi Jinping, que inventaba una forma de capitalismo que recuerda en parte al nacional-socialismo, y finalmente de una UE (surgida gracias al paraguas de seguridad que le había dado la OTAN) que desde aquel año pero sobre todo desde la crisis migratoria de 2015 se haya en un claro retroceso en cuanto su integración, y todos ellos (más el resto de países del mundo, con los importantes BRICS y MINT incluidos) se daban cita en ese gran Meeting Point internacional que es la ONU, para intentar mitigar los males del mundo.

Cuando los USA ostentaban el liderazgo, difundían claramente, aunque fuera de forma infantil, su programa para todos los países del mundo, “Democracia y Libertad de Mercado”, aunque como hemos podido comprobar en países como Irak o Afganistán no ha sido del todo posible... . En esta época del Multilateralismo, el Foro de Davos ha sido uno de los escaparates de la misioneros de la Globalización, si me permiten, desenfrenada, donde las Finanzas se imponían sobre la economía real, y sino sirvan sus lemas superficiales que a continuación les expongo: “Normas compartidas para la nueva realidad”, o Repensar, rediseñar, reconstruir, o “La Gran Transformación: pensando nuevos modelos”, o“Reformar al mundo: consecuencias para la sociedad, la política y los negocios”. Y así era como sus conferencias y conclusiones eran esperados por toda la opinión publica/publicada.

El Foro de 2019 ha sido un poco anodino (reflejo de la gran incertidumbre mundial existente), muchos de ustedes si no llega a ser por la participación en Davos de nuestro presidente más viajero, Pedro Sanchez, ni se hubieran enterado. Su lema es de lo más etéreo, más propio de Greenpeace, pues se titula “Salvaguardar nuestro planeta”, y las noticias o tweets que salían de la propia organización no dejan de sorprender por lo trivial o superfluo del mensaje, y son tantos temas en tan poco tiempo tratados, que han perdido fuerza como mensaje, un gran error de comunicación buscado o no a propósito, cuando no hay nada que vender en estos tiempos, en los que a la Globalización rampante le han salido contestatarios (ahora llamados populismos) tanto por derecha como por la izquierda.

Aunque hay un artículo interesante de Huw van Steenis, del Bank of England (nada más ni nada menos), en donde concluye que ha aprendido tres cosas en este encuentro, una obvia por el lema “¿Cómo incorporar la inversión sostenible?”, otra tan interesante como inquietante, “¿Qué tan preocupados debemos estar por la inteligencia artificial?”, y finalmente una que afecta a muchos de los congregados en Davos “¿La gran tecnología vencerá a las grandes finanzas?”, porque existe (además de lo expuesto en el artículo) de un posible patrón en la historia de la economía, cuando ha surgido una revolución industrial o un gran crecimiento económico, éste ha absorbido todos los recursos existentes (financieros incluidos) y la economía real, los bienes materiales, se imponen sobre la especulación, tras la revolución industrial o desarrollo económico de la segunda mitad del siglo XX y el fin de su impulso, los capitales se refugiaron en la economía financiera en búsqueda de grandes beneficios, dando lugar a sucesivas burbujas financieras, la última la del 2008, pero ahora a punto de iniciar o de que dé comienzo la próxima revolución industrial, el 4.0, ésta quizás absorberá todos los recursos existentes, y sino fíjense que dentro de los paneles de este año aún siguen resonando sin embargo los ecos y el interés del lema del año 2016 “La cuarta revolución industrial”.

Por eso el común de los mortales, nos debemos de preparar ante este nuevo cambio, social, económico, que va a suponer el 4.0, que tendrá también sus repercusiones en lo político y en lo internacional, después, claro, de poner orden a la Globalización, aunque para los especuladores esta incertidumbre, que trasciende de Davos, puede confirmar los malos presagios para sus negocios.

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