VALÈNCIA. La relación entre PSPV-PSOE y Compromís, los dos socios principales del Gobierno valenciano, ha comenzado con sobresaltos en esta segunda legislatura. Unos problemas en el ámbito autonómico que parecen extenderse a las grandes ciudades -en la capital ya ha habido conflictos- pero también a los municipios más pequeños.
Bien es cierto que en política, las peleas locales suelen ser las más difíciles de resolver porque la base de los problemas tiene a menudo componentes personales -incluso familiares- difícilmente irresolubles. No obstante, para tratar de otorgar una linealidad al Pacte del Botànic, se estableció un paraguas de actuación común entre PSPV, Compromís y Unides Podem, para propiciar los acuerdos entre estas progresistas.
En resumen, la alianza rezaba que la fuerza que más concejales obtuviera en un municipio recibiera los apoyos necesarios de los otros partidos del Botànic para alcanzar la alcaldía si la situación lo requería. Una premisa que fue aplicada en prácticamente todo el territorio excepto en alguna población como Sueca, donde el socialistas Dimas Vázquez se convirtió en alcalde con los apoyos de PP y Ciudadanos evitando el pacto con Compromís. Un maniobra por la que fue expulsado al "omitir las directrices referidas a pactos con la derecha", según justificaron fuentes del PSPV en su día.
Una reacción muy alejada de lo que ocurre ahora en el municipio de Palma de Gandia. Tras el fallecimiento en octubre por enfermedad de la anterior alcaldesa, Inma Escrivà, de Compromís, este jueves se produjo en sesión plenario de la elección de la candidata socialista, Mari Trini Miñana, quien tomó la vara de mando con la ayuda de los votos del PP. Un golpe de timón que causó un fuerte malestar en Compromís, tal y como evidenció la propia coportavoz de la coalición, Àgueda Micó, en redes sociales.
Cabe recordar que la fuerza más votada en el consistorio es, precisamente, Compromís, que consiguió cuatro concejales en las elecciones de mayo, por tres del PP y dos del PSPV-PSOE. Sin embargo, no se produjo acuerdo en el mes de junio y cada formación se votó a sí misma, por lo que la coalición valencianista logró la Alcaldía al ser la fuerza más votada. Una operación que no se repitió en esta ocasión, dado que los populares decidieron respaldar a la socialista Miñana. Un apoyo que, según recalcó la nueva alcaldesa, se había producido por "sorpresa" y sin ningún acuerdo previo. Una versión ante la que en Compromís se mostraron escépticos por lo que exigieron que el PSPV haga dimitir a la alcaldesa o proceda a su expulsión, tal y como ocurrió en Sueca.
No obstante, como suele ocurrir en estos municipios, la letra pequeña no es desdeñable. Desde la formación socialista insistían a este diario que la negociación entre los secretarios comarcales había estado abierta hasta la noche del miércoles sin que hubiera acuerdo puesto que, según su versión, Compromís rechazaba de plano formar un gobierno de coalición. Sin embargo, el obstáculo fundamental, según señalaron desde la coalición, es que Miñana pretendía que se le otorgara la dedicación exclusiva -el único salario disponible a priori- para dar su apoyo al candidato de Compromís. Una situación que la propia candidata socialista admitía en una entrevista en Radio Gandia, pero recordando que cuando fue alcaldesa en la pasada legislatura cedió esta prerrogativa precisamente a un concejal de Compromís mientras ella compatibilizó su tarea de alcaldesa con la de funcionaria en Gandia.
Por otro lado, para mayor complejidad del asunto, el ahora alcaldable de Compromís, Manolo Sansaloni, fue en el pasado mandato concejal por el PSPV-PSOE al concurrir como número dos precisamente de Miñana, si bien abandonó en febrero de 2018 tras la polémica del cambio de nombre del municipio. Una situación que, según recalcan fuentes socialistas, no ha facilitado tampoco las negociaciones debido a las tensiones personales. Por último, otra de las circunstancias que desde el PSPV recalcan es que la nueva alcaldesa no es militante socialista, sino independiente, por lo que tampoco podría acometer la expulsión del partido.
Así, mientras los socialistas admiten que están abiertos a negociar puesto que, aseguran, no van a "gobernar con el PP", mientras en Compromís exigen la Alcaldía sin condiciones e insisten que los socialistas están incumpliendo el Pacte del Botànic.
Un escenario que, más allá de sus peculiaridades, ha servido para asistir a un nuevo episodio de discrepancias entre PSPV y Compromís, que en los últimos días vienen chocando por cuestiones más relevantes como el desacuerdo por el impuesto a la empresa familiar de cara a los Presupuestos de 2020.