VALÈNCIA. Desde sus orígenes, el cine fue valorado por su potencial onírico. “El cine es sueño”, escribió Jean Epstein. “Ayer estuve en el reino de las sombras”. Dos apreciaciones que fueron secundadas por otros intelectuales: “El cine es un ojo surrealista”, “un arte espiritista”, “un sueño artificial”… Esta semana Rambleta proyecta tres películas que invitan a abandonar la vigilia y seguir la mecánica de los sueños y las ensoñaciones.
El ciclo ¿De qué nos reímos en Europa? continúa este jueves, 11 de julio, a las 22:00h con El nuevo Nuevo testamento (2016), un film belga que da un giro al planeta Tierra sumergiéndose en un relato lleno de imaginación y locura. Dios existe. Vive en Bruselas. Y como se aburre, ha promulgado una serie incordiante de leyes que hacen la vida difícil a los humanos. Rara vez se acaba con la persona que realmente se ama; una rebanada untada con mermelada cae siempre por la parte de la mermelada; en cuanto uno se mete en la bañera suena el teléfono… Un futuro esperanzador podría abrirse cuando el destino cambia en manos de su hija, la hermana de Jesús. En ese derroche de imaginación que exige este relato, Jaco Van Dormael no duda en retomar ideas de diversos cineastas. Como en El sueño de Arizona, de Emir Kusturica, aquí también hay peces que vuelan; la coreografía de una mano amputada recuerda a Disney y sobre todo a Luis Buñuel y, como en Max, mon amor, de Nagisha Oshima, también se da un romance entre una mujer y un gorila.
El viernes, 12 de julio, Rambleta proyectará Cha cha cha (1989), de Mika Kaurismäki. En ella, Matti Pellonpää encarna a un vagabundo que acepta forzosamente una segunda oportunidad, el sueño de curar su alcoholismo y dejar de dormir bajo un puente. Mika creó este argumento con el sano propósito de arreglar la dentadura de su amigo actor, pero más allá de esta anécdota, la película funciona a la perfección. Personajes impasibles que aceptan sin pestañear circunstancias dramáticas, un guion modélico que rebosa frases muy afiladas, escenas bañadas de alcohol y choque cómico entre clases sociales muy separadas. El nihilismo finlandés alcanza su cota más alta cuando el marido le pregunta a su mujer si el motivo de su abandono ha sido su estupidez, y ésta le contesta: “Si las mujeres dejaran a sus hombres sólo por eso, puedo asegurarte que no quedarían parejas”.
Por su parte, la segunda sesión de El mar que miramos depara una obra maestra del cine surcoreano: Hanyo (La criada, 1960), presente en el célebre libro ‘1001 películas que debemos ver antes de morir’. Sobre ella, Martin Scorsese dijo: “Cuando se tuvo oportunidad de verla se quedó sorprendido. Que este film intenso, incluso apasionadamente claustrofóbico, sea conocido en Occidente sólo por los cinéfilos más devotos es uno de los grandes accidentes de la historia del cine”. Una aseveración que el mismo cineasta corrigió, rescatando con su empresa de restauración esta obra mayúscula y editándola en formato doméstico. Pese a que tenga menos dosis de erotismo, la versión de 1960 es mucho más dura que el remake que se hizo medio siglo después de su producción. Su creciente atmósfera de pesadilla solo la alivia la conciencia de que todo lo que se está narrando parte de una ensoñación, esa que genera la lectura de una noticia de un periódico. Como ocurría ese mismo año en Viridiana o mucho más tarde en Parásitos (2019), el cruce de clases sociales revela una crueldad natural en el estrato inferior.
Cada pase vendrá precedido de una presentación de Daniel Gascó. A partir de las 20:45h (22h proyección de la película), con el mismo aire popular del “cine a la fresca” y la posibilidad de llevar la cena de casa. La entrada incluye una primera consumición y además Rambleta contará con el clásico ambigú de los cines de verano.
El premiado monólogo se representa en La Rambleta y bebe tanto de Homero como de Safo, Anne Carson, Pedro Lemebel y Luis Cernuda