Tras tres décadas de abandono, el nuevo museo abre sus puertas después de ser rehabilitado por la Fundación Hortensia Herrero
VALENCIA. La rehabilitación de las cifras. 68.000 horas de trabajo, 7.500 baldosas cerámicas, 7.200 hojas de plata fina, 300 libros… pero, entre tanto número, uno que duele. Treinta años de pelea, de ‘casi’ proyectos que ‘casi’ llevaron a rehabilitaciones que, sin embargo, nunca se materializaron. Y todo ello rozando el ‘casi’ derrumbe. Lo que hoy podrán ver los visitantes del Colegio del Arte Mayor de la Seda es una estampa bien distinta a la de hace unos años. Finalizado el proceso de restauración acometido por la Fundación Hortensia Herrero, ayer se presentó en sociedad el resultado de una minuciosa intervención que ha pulido el archivo gremial más antiguo y amplio de Europa. Pulir, sí, porque el brillo ya estaba allí.
Declarado Bien de Interés Cultural hace 35 años, su débil situación provocó dudas entre Herrero y el propio arquitecto que ha dirigido la obra, Fernando Aranda. “Hoy termina una historia y empieza otra”, explicó Aranda, que recordó los momentos “tensos” en los que pensaron que perdían el edificio. Si bien el plan de rehabilitación integral estaba aprobado desde 2007 por la Generalitat, la inacción del gobierno llevó en 2010 a la administración a tener que ejecutar obras de urgencia por algo más de 30.000 euros ante el inminente riesgo de derrumbe. Fue entonces cuando los objetos que contenía hubieron de ser trasladados para evitar así que se hundieran con el Titanic.
Finalmente ha sido la inversión privada la que ha rescatado del olvido –presupuestario- la sede gremial, cerca de dos millones de euros con los que, además de rehabilitar el espacio, se ha convertido en museo. El Colegio ha esquivado el iceberg. Durante su parlamento, Hortensia Herrero desveló que desde que creara su fundación en 2011 “uno de los objetivos prioritarios” era restaurar el Colegio del Arte Mayor de la Seda. Así las cosas, y a pesar de los “problemillas” surgidos, las incisivas denuncias desde los medios de comunicación la llevaron a acometer este nuevo proyecto que no solo es arquitectura. “Mis cuatro hijas han sido fallera mayor y fue ahí cuando descubrí lo que era un lampazo o un espolín”, añadió Hortensia Herrero, quien agradeció emocionada a la persona que "detrás del telón hace posible que la Fundación Hortensia Herrero pueda acometer financieramente este proyecto. Mi marido, Juan Roig".
Pero no estuvo sola, pues abrió las puertas de la casa de la seda rodeada de todos aquellos que han formado parte de la aventura. "Después de muchos años de pedir ayuda, de ver el deterioro al que había llegado el edificio, la llegada de la Fundación Hortensia nos abrió las puertas del cielo. Hoy es un día muy emocionante, son muchos años peleando y soñando con que esto en algún momento fuera realidad", explicó Vicente Genovés, presidente del Colegio del Arte Mayor de la Seda. De Vicente a Vicente, el último Mestre Velluter del Colegio, Vicente Enguidanos, protagonizó uno de los momentos más emotivos del acto inaugural pues, a sus "48 años al revés, dudaba poder presenciar" lo que calificó de "sueño" tras treinta años de espera.
El acto de presentación, que fue presentado por el cronista oficial de la ciudad de Valencia, Francisco Pérez Puche, contó con representación de la práctica totalidad de la sociedad valenciana. Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana; Joan Ribó, alcalde de Valencia; Juan Carlos Moragues, delegado del Gobierno; las Falleras Mayores de Valencia, Alicia Moreno y Sofía Solera; Vicent Marzá, Conseller de Educación, Investigación, Cultura y Deporte; Gloria Tello, concejala de Cultura; Joan Calabuig, concejal de Turismo, entre otros.
El Colegio del Arte Mayor de la Seda tiene su origen en el siglo XV ante la necesidad de unificar los criterios para la producción de la seda en Valencia dados los conflictos que se originaban por la falta de calidad de algunos productores. Fue el 16 de febrero de 1479 cuando nació en ‘Gremi de Velluters’ (tejedores de terciopelo) para, en 1686 y por orden del rey Carlos II, ser elevado a Colegio del Arte Mayor de la Seda. La gran concentración de telares en el barrio de Velluters, al que dio nombre, fue un factor clave en la ubicación de su sede. No en vano, en 1767 llegó a tener cerca de cinco mil telares que daban trabajo a casi la mitad de la población de Valencia.
De estilo principalmente barroco, pues ha sufrido diversas transformaciones arquitectónicas a lo largo de su historia, el edificio fue declarado monumento histórico-artístico nacional en 1981. Una de sus más destacadas estancias es el Salón de la Fama, estancia principal del Colegio y donde se reunían los máximos dirigentes del Colegio. San Jerónimo vigila la estancia desde un fresco de José Vergara situado en el techo, aunque es a sus pies donde se dirigen todas las miradas. El pavimento representa los cuatro continentes conocidos hasta la época y la fama, representada por una mujer, de la seda valenciana en todo el mundo.
El autor del pavimento, Vicente Navarro, se inspiró en la fuente de Bernini de la Piazza Navona de Roma, en la que los continentes se representan a través de sus ríos principales: Danubio, Nilo, Ganges y Río de la Plata. Cuatro carros y cuatro mujeres humanizan los continentes, vehículos de los que tiran los animales típicos de cada lugar: caballos para Europa, los elefantes para Asia, los leones para África y reptiles para América. El mal estado en el que se encontraba el espacio ha obligado al equipo de restauración a desmontar todo el suelo y trabajarlo pieza a pieza.
Como no podía ser de otra manera, la vinculación con la Lonja, Patrimonio de la Humanidad, sale por sus poros. Una escalera en forma de caracol, con ciertas similitudes a las realizadas por Pere Comte, comunica con la Capilla, decorada con pavimento de azulejo blanco y verde en diagonal para crear un espectacular efecto óptico. Pero, sin embargo, es el archivo gremial uno de los grandes tesoros que esconde el Colegio, 48 pergaminos, 660 libros y 97 cajas de archivo que lo convierten en el más antiguo y amplio de Europa. Cinco siglos de historia recopilados en centenares de textos que ofrecen una perspectiva histórica de la economía valenciana. La biblioteca suma piezas de autores y obras como las del Marqués de Cruïlles, las lecciones del profesor Eduardo Pérez Pujol o los trabajos del historiador Almela i Vives. EL Colegio del Arte Mayor de la Seda llega a buen puerto.