Soy consciente de los artículos técnicos y de análisis publicados por este diario sobre esa infraestructura tan necesaria no sólo para los valencianos, sino para los españoles y europeos. Pero no les voy a hablar (solamente) de eso, sino de lo que están pensando cuando leen mediterráneo e ibérico
Hace apenas diez días tuvo lugar, a orillas del Mediterráneo, una jornada donde especialistas, teóricos, responsables políticos y empresariales debatieron bajo el letrero de ‘Encuentro Institucional y Empresarial sobre el Corredor Mediterráneo’. El evento estuvo organizado por este diario que además ha dedicado y dedica una especial atención a este asunto como con información y opinión de la máxima calidad y credibilidad como pueden comprobar en este enlace.
El corredor mediterráneo, así con minúsculas, es usted, y su vecino, y ese compañero de estudio o trabajo y quizá su yerno o su nuera, y también el mecánico y el panadero. Me atrevo a afirmar que, usted a algún conocido suyo hace una semana participó en la multitudinaria Media Maratón de Valencia que consolidó a nuestra ciudad, como la capital mundial del running, logro que es de justicia reconocer al esfuerzo y trabajo de la Fundación Trinidad Alfonso. Lo de salir a correr está alcanzando la categoría de fenómeno social mayoritario y logra la casi total unanimidad de la gente como algo positivo en todas sus vertientes.
Es lógico que en las zonas con mejor clima, el número de corredores sea superior a las zonas frías y por ello, el ‘corredor mediterráneo’ es una especie se reproduce a una velocidad de vértigo; pero paradojas de la vida, Valencia está llena de ‘corredores mediterráneos’ pero se queda afónica pidiendo (casi) a gritos la imperiosa necesidad de construir un Corredor Mediterráneo que sea ese motor económico para toda la cornisa del mare Nostrum, no sólo para nuestra tierra. Aquí quiero recordar las palabras de Josep Vicent Boira, Secretario Autonómico de Vivienda, Obras Públicas y Vertebración del Territorio de la Generalitat Valenciana, quien en este mismo diario escribió: “Deberíamos ser capaces de unir voluntades, esfuerzos y capacidades para hacer del corredor mediterráneo nuestro segundo gran acuerdo social tras la financiación”.
Pero la historia es curiosa, y curiosamente tiene un origen valenciano, que es de alguna forma parte del problema. Les explicaré, uno de los problemas fundamentales para entender la necesidad de adecuación de nuestra red ferroviaria al estándar europeo es que el ancho de vía en España y Portugal, de ahí lo de ‘ancho ibérico’, es distinto al del resto y lo es porque el ingeniero y político valenciano Juan Subercase Krets junto a otras dos personas, allá por 1844 realizaron el informe Subercase, que proponía el ancho de vía distinto para la península en base a criterios técnicos debido a la orografía el terreno. Sobre este y otros asuntos, les recomiendo el libro ‘Las Grandes Vías’ del antes citado J. Vicent Boira.
Por lo tanto, la península lleva siglos con su ‘ancho ibérico’, esa medida que suena tan castiza y que está basada en el antiguo ‘pie castellano o pie de Burgos’, sí efectivamente de esa maravillosa ciudad que nos ofrece exquisitas morcillas para mantener nuestra línea en el ancho ibérico reglamentario del españolito medio. Porque estoy seguro que a más de uno, la expresión que estamos comentando le trae a la imaginación la imagen de un animal tan noble y generoso como el cerdo ibérico que vemos en la imagen.
El Corredor Mediterráneo debe abandonar el ancho ibérico en la vía para adaptarse al estándar europeo, y así lograr que tanto las personas como las mercancías puedan circular libremente y con la suficiente agilidad y eficacia necesarias en el siglo XXI, tanto para establecer relaciones profesionales como personales con nuestro entorno.
Ahora bien, si el corredor mediterráneo como usted que disfruta cada día en el cauce del Turia o en el Parque de Cabecera o en tantos lugares que ofrece Valencia para practicar el running, decide abandonar los manjares que ofrece el ancho ibérico que campa por las dehesas de la España mesetaria, le aseguro que perderá en su calidad de vida tanto personal como profesional.
Muchos representantes que también son corredores (o no) mediterráneos alzan la voz, cada día con más vehemencia para recordar la necesidad de la dichosa infraestructura, hace unos días fue el líder empresarial y presidente de Cierval y Feria Valencia, José Vicente González quien dijo con razón: "no hay ningún problema en invertir cifras cuatro veces mayores que las de la Comunitat en el AVE a Galicia, casualmente". Por el contrario y en lo que denominamos un papelón, el pasado jueves en un desayuno informativo el delegado del gobierno, Juan Carlos Moragues intentaba salvar los muebles del gobierno central diciendo: “Como solución se propuso hacer un tercer carril para llegar antes a tener doble vía, ancho ibérico y ancho internacional”.
Esta curiosa situación en cuanto a las palabras, sus usos y significados dependiendo del entorno, nos lleva a la siguiente conclusión contradictoria en la forma pero veraz en el fondo: el corredor mediterráneo debe decir sí al ancho ibérico alimenticio para gozar de buena salud y así poder decir no al ancho ibérico ferroviario y trabajar por un Corredor Mediterráneo para todos, que buena falta nos hace.