A estas alturas de la película, da la impresión de que a los partidos valencianos les interesa más continuar en la batalla de la financiación autonómica que resolverla; que sacan más rédito político de marear la perdiz para lograr titulares contra el enemigo que de una hipotética solución que les dejaría sin uno de los agravios más recurrentes de los que echar mano frente a 'Madrid'.
Eso, sin contar con que el día que se reforme el sistema –auguro que tampoco será en esta legislatura–, quienes estén en el Consell se quedarán sin excusa para justificar el déficit en el que seguirá incurriendo la Generalitat, porque se habla de que para igualarnos a la media nos faltan unos 1.500 millones de euros en números redondos –1.700, según dijo el otro día Mazón–, pero el déficit de la Comunitat Valenciana en 2023 fue de 3.358 millones. Así que, además de más financiación, hará falta un poquito de gestión.
Si lo que pretendía la vicepresidenta Montero con su trilerismo en torno a esta cuestión y la del cupo catalán era sembrar la discordia en lugar de presentar un proyecto de reforma, como es su obligación, en la Comunitat Valencia le ha costado cinco minutos conseguirlo. Adiós al consenso, tot per l'aire!, para disgusto de patronal y sindicatos, que habían conseguido unir a todo el arco parlamentario, excepto a Vox, en torno a un triple objetivo: reforma del sistema de financiación, fondo transitorio de nivelación mientras se negocia un nuevo sistema y condonación de la parte de la deuda de la Generalitat derivada de la infrafinanciación.
El primero que se descolgó fue el PSPV liderado por Diana Morant, que no quiere oír hablar del fondo de nivelación que pedían Ximo Puig y Arcadi España –otro que tal– hace apenas año y medio cuando eran presidente y conseller de Hacienda, respectivamente. La ministra valenciana ha elegido alinearse con Sánchez, cambiando el paso a los socialistas valencianos, incluso aplaudiendo el trato singular para Cataluña, y el PP y Compromís lo están aprovechando para dejarla en evidencia.
Algo parecido le pasa al PP valenciano con la condonación de la deuda. Feijóo la ha rechazado en público y PSPV y Compromís aprovechan para restregárselo a Mazón, quien escapa como puede de esa reivindicación poniendo el foco en el fondo de nivelación y evitando los términos "quita" y "condonación". Él habla de "reestructuración" de la deuda, que hasta que no se firme no se sabe muy bien en qué consiste.
No ayuda en esta polémica la confusión entre la propuesta de quita valenciana y la condonación de la deuda que pactó ERC con Sánchez para Cataluña, y que Montero dijo que extendería al resto de CCAA –en enero anunció que se reuniría con ellas en febrero y aún están esperando que les llame–. Son dos cosas distintas: la quita valenciana es por la infrafinanciación respecto a la media del resto de los españoles y la catalana es por la patilla. La valenciana no se debería extender a todas las demás CCAA porque se mantendría la injusticia, y la catalana sí, para no ser injusta. Y Mazón debería aceptarla, sin renunciar a la otra.
En el capítulo de esta semana hemos visto que el PP ha echado agua, vía enmienda, a la proposición de ley orgánica que Compromís presentó en Les Corts con las tres reivindicaciones valencianas: reforma del sistema, fondo transitorio de nivelación y quita de la deuda. La enmienda del PP elimina dos y se queda solo en el fondo de nivelación. Si se aprobara la ley, iría al Congreso, donde PSOE y PP tendrían que retratarse con sus diputados valencianos de obediencia debida en la foto. Sospecho que solo Ábalos, ahora que disfruta de la libertad de voto, podría aprovechar para ejercer de valenciano.
Pero la proposición de ley de Les Corts no llegará al Congreso porque la Cámara valenciana ya es un 'todos contra todos'. Son cuatro grupos y cada uno tiene una postura diferente. El proverbial disenso valenciano que tanto daño nos ha hecho aparece una vez más en el momento decisivo, como cuando el Estatut de autonomía.
Hay que decir que, ahora mismo, la única postura coherente con todo lo andado desde hace diez años es la de Compromís, que, no obstante, debería mostrar más cintura. Negociar en política, sobre todo estando en minoría, no es conseguir lo máximo sino conseguir algo e ir avanzando. Si el PP le ha aceptado solo la propuesta de fondo de nivelación, es mejor eso que nada. Aceptas la enmienda descafeinada y sabes que la ley llegará al Congreso, donde Mazón tampoco tendrá fácil convencer a Feijóo, por mucho que el otro día el PP incluyera un fondo de nivelación en una declaración de intenciones.
A fin de cuentas, como ya escribí en otro artículo, el fondo transitorio de nivelación va a ser la solución a corto y medio plazo de la financiación autonómica. Es mucho más sencillo crear ese fondo que reformar todo el sistema. De hecho, si el fondo se dotase con los 1.700 millones que reclama la Generalitat –Fedea habla de 1.148 millones– la Comunitat Valenciana dejaría de estar infrafinanciada respecto a la media y se habría acabado ese problema –faltaría arreglar lo de la deuda–. Podría ser "transitorio" muchos años.
Jugando a ser malos, si María Jesús Montero quiere seguir sembrando discordia para tapar las vergüenzas de Sánchez –y, de paso, proponer alguna solución–, una herramienta sería crear el fondo de nivelación en los Presupuestos Generales del Estado de 2025 –no hace falta reformar la Lofca, podría ser un fondo extraordinario, como los de la covid– y retar a Feijóo a rechazarlos. ¿Qué diría Mazón? ¿Cómo explicaría Morant que, ahora sí, hace falta un fondo de nivelación?