El Ayuntamiento de València es de nuevo requerido por el Síndic de Greuges por no facilitar información sobre el proyecto, mientras los intentos de los promotores del complejo por acercarse al vecindario fracasan por la desconfianza
VALÈNCIA. Por segunda vez el Ayuntamiento de València ha sido requerido por el Síndic de Greuges por no facilitar información sobre el proyecto cultural privado Convent Carmen. El escrito, remitido esta semana pasada al consistorio por la sindicatura, pone de manifiesto el sordo conflicto que se ha instalado al albur de una iniciativa que se ha convertido en un modelo de éxito en los últimos meses.
Y es que, pese a su notable popularidad, Convent Carmen sigue siendo visto con desconfianza entre el parte del vecindario. Este enfrentamiento, como señala el portavoz de Amics del Carme, Toni Cassola, es mucho más complejo que una disputa entre “buenos y malos”, donde los buenos son los vecinos y los malos los ‘capitalistas’ que hacen negocio con el turismo, o donde los buenos son los jóvenes emprendedores que intentan llevar adelante una iniciativa cultural diferente y los malos unos vecinos ariscos.
Desde su apertura hace ocho meses, e incluso antes, cuando comenzaron a ponerse los primeros pilares, los responsables de Convent Carmen han procurado granjearse el afecto del vecindario con todo tipo de propuestas. La estrategia, que ha incluido repartir horchata y fartons entre los vecinos, ha dado sus primeros frutos, según Chema Segovia, encargado de las relaciones con la ciudad, quien señala que han percibido una mejor receptividad “por parte de muchos colectivos del barrio”, dicen. “Éramos conscientes de que se podían generar tensiones con el vecindario, y hemos actuado en consecuencia, llegando a un montón de pequeños acuerdos, como por ejemplo no tirar el vidrio durante la noche”, detalla.
Pero ‘muchos’ no significa ‘todos’. Desde Convent Carmen han intentado ponerse en contacto con los vecinos que les han denunciado ya en diversas ocasiones por incumplir las ordenanzas municipales. La última vez fue hace unos días, a través de unos correos electrónicos. A ellos, desde Amics del Carme se les contestó con duras críticas a su proyecto y al Ayuntamiento de València.
En su respuesta, Amics del Carme les hacían ver “los problemas que está generando en la convivencia y habitabilidad del barrio” el modelo de negocio que proponen, problemas que consideran “demasiado graves” como para tratarlos en la esfera privada. También insistían en querer conocer con detalle “el expediente administrativo por el que se tramita la actividad, las obras realizadas y los títulos que las habilita”.
Tras más de medio año solicitándolo, ante las “muchas reservas” que tienen sobre su legalidad, los vecinos siguen sin poder acceder a esta información que consideran que debería ser pública. Y es esta situación la que ha criticado el propio Síndic de Greuges, que ha reconocido el derecho que les asiste a los vecinos para acceder a ella.
Entre las muchas dudas que les asaltan se encuentra si los usos que se están dando al antiguo convento de clausura de San José y Santa Teresa, ubicado en la plaza de Portal Nou y originario del siglo XVII, se ajustan a la Ley de Patrimonio y cuentan con todos los informes favorables. Otra de las peticiones que han realizado los vecinos es que se reduzca el aforo del jardín a la mitad, “para así, al menos, conseguir que los vecinos y vecinas del entorno puedan dormir algo mejor, y el patrimonio no se degrade tanto”.
En Convent Carmen admiten que pueda haber “discrepancias de base, pero nos parece que otras se deben a falta de información”. Segovia sostiene que el principal problema que tienen no es tanto de “desconfianza” como de “prejuicio”. “Entiendo que hubiera desconfianza si conocieran el proyecto con detenimiento, pero no es el caso de algunos que nos critican”, explica. No son sólo críticas. También se han presentado denuncias contra el local por exceso de ruido o por incumplir ordenanzas.
Los promotores del proyecto insisten en que su intención no es crear un espacio al uso, y comprenden la inquietud mostrada por los vecinos de El Carmen ante la turistificación del barrio, que se ha traducido en un incremento de alquileres y “la sangría constante de vecinos” en palabras de Cassola.
Es aquí donde el secretario de Amics del Carme llama la atención sobre el hecho de que Convent Carmen no es el único caso en el barrio, precisamente. Y cita también el expediente de Casa Vella, o la circunstancia de que, pese a que el barrio ha sido declarado zona ZAS, constantemente se abren nuevos locales.
Se trata pues de un ejemplo más de la necesidad de establecer qué pautas se quieren seguir para el casco antiguo de la ciudad, cuál es la estrategia para recuperar el centro histórico de València: si ésta ha de pasar inevitablemente por el turismo o se pueden explorar otras vías.
Un debate para el que los vecinos reclaman la presencia del Ayuntamiento de València. Y es que, desde su punto de vista, el consistorio no ha dejado claro qué modelo de ciudad quiere. Como dijo un representante de los hosteleros hace un año en un debate, València tiene que dilucidar qué quiere ser de mayor.