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El efecto polinizador de los grandes fundadores

Iker Marcaide, Iñaki Berenguer, Pep Gómez, Pilar Prados, Marcos Sanz…son solo algunos de los nombres que forman parte de una larga lista de grandes emprendedores surgidos en los últimos años. Entre todos han conseguido convertir el ecosistema valenciano en referente global

| 22/03/2023 | 7 min, 54 seg

VALÈNCIA. Detrás de Madrid y Barcelona, el ecosistema emprendedor de la Comunitat Valenciana lleva tiempo consolidado en el puesto número tres del ranking nacional. El papel desempeñado por aceleradoras como GoHub, Innsomnia, Lanzadera, Demium, Social Nest o KM Zero, entre otras, ha sido fundamental para irrigar el territorio con el espíritu emprendedor; de la misma manera que hay que agradecer el impulso a iniciativas empresariales nacidas de las instituciones académicas.

Pero, sin querer desmerecer proyectos de ningún tipo, también es importante contar con referentes locales de impacto global, y València tiene unos cuantos. Es cierto que, como señala Iker Marcaide, a veces el éxito o el fracaso es cuestión de matices y, también, que intervienen factores que el emprendedor no siempre controla. Sin embargo, los hay que logran sortear los baches con gran habilidad y, cuando esto sucede, hay que celebrarlo.

Bola de nieve cada vez más grande

«Más allá del hecho de que un país sea capaz de convertir proyectos en unicornios o no, lo que sí se necesita son proyectos y gente tractora del ecosistema, independientemente de que al final salga bien o mal», dice Iker Marcaide, artífice de Flywire, originalmente PeerTrasnfer. Se trata de la primera startup fundada por un valenciano que superó la valoración de mil millones de dólares, elevándose a la categoría de unicornio, además de ser la primera startup española que salió a bolsa en el Nasdaq —en mayo de 2021—, alcanzando una capitalización de 4.000 millones de dólares. 

Iker Marcaide fundó la compañía de pagos internacionales de educación en 2009, cuando estudiaba en Estados Unidos , concretamente en el Massachusetts Technology Institute (MIT). Tras desvincularse de la compañía en 2013, regresó a València, donde reside en la actualidad. Después de más de diez años dedicados a la tecnología, en la actualidad se centra, a través de Zubi Group, en crear empresas que den respuesta a los grandes desafíos sociales y medioambientales a los que nos enfrentamos. «El día que no existan retos de este tipo, Zubi Group dejará de tener sentido, pero creo que no estamos todavía ahí», declara sin tapujos.

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Desde Zubi Group, Marcaide ha impulsado, hasta el momento, el nacimiento de nueve empresas de impacto, generado 126 empleos directos y 32 indirectos, ha evitado la emisión de más de 564 toneladas de CO2 a la atmósfera y ha invertido más de 7,1 millones de euros en otros proyectos. No le falta, pues, razón cuando afirma: «El valor que aportan los proyectos exitosos es que desencadenan un efecto polinizador, que tanto puede traducirse en el nacimiento de nuevos negocios que enriquezcan al ecosistema, como en atracción de talento. Se genera una especie de bola de nieve que cada vez se hace más grande».

Emprendimiento en serie 

Otro efecto positivo que ejerce el lanzamiento de un proyecto que acaba en exit es que, quien lo protagoniza parece entrar en una espiral que le impide alejarse del emprendimiento. Algunos se toman un tiempo sabático, más bien corto, pero lo habitual es acometer, inmediatamente, el desarrollo de una nueva idea de negocio o impulsar otras de terceros, bien como mentor, bien como inversor o como partner estratégico.

De carácter inquieto puede catalogarse a Pep Gómez, el joven emprendedor de origen castellonense fundador de Fever, la plataforma tecnológica de ocio y de entretenimiento convertida en el segundo unicornio de la Comunitat Valenciana. Fundó la compañía a la edad de diecinueve años, apadrinado por otro emprendedor de altura, Bernardo Hernández, con quien coincidió en Silicon Valley. En 2016, Gómez abandona las funciones ejecutivas de Fever y, dos años más tarde, se lanza a la creación de Reby, la solución de micromovilidad eléctrica con la que ahora diseña y fabrica vehículos de uso compartido estando presente ya en 23 ciudades, tanto de España como de Italia.

Los tres exits de Berenguer

Al margen de sus propios proyectos, Pep Gómez figura como inversor en distintas compañías, igual que Marcaide quien, a título personal, ha invertido en unas doce startups, o Iñaki Berenguer, otro de nuestros grandes fundadores. El emprendedor alicantino puso en marcha en 2015 Nueva York CoverWallet, una organización con la que reinventó el mundo de los seguros para las pequeñas empresas. La compañía terminó siendo adquirida por la gigante aseguradora estadounidense Aon.

Sin embargo, no fue el primer exit conseguido por Iñaki Berenguer. Antes había fundado Contactive, una plataforma de big data comprada finalmente por Thinking Phones Fuze; y Pixable, una startup de agregación de fotos sociales inteligentes, que acabó en manos del asiático SingTel, por 26,5 millones de dólares. Aunque no desvela cifras, confirma Berenguer que «la venta más fuerte fue la de CoverWallet».

Asimismo, en su rol como inversor, ha respaldado a empresas de la talla de Cabify, Clicars, Geoblink o la misma Flywire. En esta misma faceta, Berenguer ha montado ahora, junto a Amol Sarva, el fondo de inversión LifeX Ventures. Dotado inicialmente con cien millones de euros, se proponen apoyar proyectos tecnológicos orientados a alargar la vida de las personas y del planeta. La idea es invertir en, aproximadamente, cuarenta y cinco proyectos. Cuando hablamos con él, ya han seleccionado nueve: uno español, dos ingleses y seis estadounidenses, aunque Berenguer tampoco anticipa nombres.

En lo que atañe a la longevidad humana, el foco lo quieren poner en tres de las patologías que están detrás del 50% de las causas de muerte en el mundo: las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y el Alzheimer.

Interés nacional e impacto global

Al margen de los cincuenta mil euros que Pilar Prados y Marcos Sanz aportaron de sus propios recursos para arrancar el proyecto de Bounsel, el resto del dinero obtenido por la compañía, hasta 700.000 euros, corresponde a financiación pública y a fondo perdido. La mayor dotación —325.000 euros— la obtuvieron, en 2021, del programa Neotec, aunque también han contado con el respaldo de instituciones como IVACE, StartUPV o Valencia Activa, entre otras.

Licenciada en Derecho, máster en Bolsa por el IEB y Master of Laws por la Universidad de Columbia, como asociada del despacho Cuatrecasas, Pilar Prados trabajó en Madrid, São Paulo y Barcelona para luego prestar servicios en Nueva York, concretamente en Chaffetz Lindsey LLP. Harta de rodar por el mundo, decidió regresar a su València natal para emprender su propio proyecto. Lo hace con quien hoy, además de socio y chief technology officer (CTO), es su marido. 

Bounsel es una compañía legaltech que permite la automatización de la redacción de contratos y posibilita que estén más conectados, sean más inteligentes, más humanos y sin errores. Para ello, han desarrollado una plataforma colaborativa basada en el uso de inteligencia artificial y procesamiento de lenguaje natural. 

Lo que hace de Bounsel un proyecto de interés nacional es que la inteligencia artificial que desarrollan es 100% propia y 100% en español, un valor a tener muy en cuenta en un contexto de digitalización global con el anglosajón como lengua y tecnología dominantes.  Aparte de contribuir a la conservación del patrimonio lingüístico y cultural, el otro objetivo que se proponen alcanzar en Bounsel es hacer lo que Pilar Prados llama «justicia social». Es decir,  «conseguir que hasta un menor entienda lo que firma y las implicaciones que conlleva». De conseguirlo, su contribución se alineará al número dieciséis de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. 

¿Triunfar antes fuera?

Se da la circunstancia de que todos los fundadores citados triunfaron en Estados Unidos. antes de hacerlo aquí. La pregunta que cabe plantearse es: ¿conviene, entonces, empezar a emprender fuera? «Opino que, a veces, el orden de los factores sí que altera el resultado —responde Prados—. Igual no es necesario irse a EE. UU., pero sí salir de la zona de confort, porque abre la mente, te hace más tolerante a la incertidumbre. En mi caso, pasar por la Universidad de Columbia fue determinante. También creo que, antes de emprender, es preferible trabajar en una empresa para conocer a fondo el sector e identificar oportunidades».

Por su parte, Marcaide apunta que poco tiene que ver el ecosistema emprendedor actual de Valencia con el que había cuando él decidió irse a EE. UU. «Si se diesen las mismas circunstancias, haría lo mismo, pero ahora creo que no es así. Me siento en una ciudad global y la verdad es que me veo aquí para largo», concluye. 

* Este artículo se publicó originalmente en el número 101 (marzo 2023) de la revista Plaza

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