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escribir para "herir" al lector

El escritor Santiago Álvarez se enfrenta a todos los “noes” de la escritura en ‘Muerdealmas’

19/10/2022 - 

VALÈNCIA. El valenciano Santiago Álvarez compone un relato de terror con Muerdealmas, una novela “sobre la locura y la supervivencia” narrada en segunda persona y que se vive entre la ciudad y una pequeña aldea. Con capítulos y personajes con extrema complejidad Álvarez consigue generar un relato “de enganche” que se enfrenta a las leyes no escritas sobre la narrativa, en la que se pone al lector en un “desafío” mental para seguir el juego paso a paso: “Estamos demasiado acostumbrados a las sendas más trilladas donde está todo claro y con una única interpretación, y más en ciertos géneros”, explica el autor, “pero creo que el poder de la literatura ,y que la distingue de los medios audiovisuales, está precisamente en desafiar al lector sin perderlo, en aproximarlo a un abismo, en hacerle completar en su mente secuencias que necesitan de su participación”.

En Muerdealmas todo nace de un enorme conflicto, allá por donde se mire, que para Álvarez es esa “salsa” que hace que cualquiera siga leyendo “aunque curiosamente en la vida real el conflicto frustre y haga que se desee huir de él”. La novela funciona como un enfrentamiento a varios niveles: enfrentamiento de dos modos de ver la vida, entre la sociedad urbanita y el mundo rural, entre las luces y las sombras, y el principal: el conflicto de la familia en crisis de Abel, el protagonista, y la familia de Osset, que domina la aldea de Muerdealmas, pueblo ficticio inspirado por el territorio de la Tinença de Benifassà: “Me fascinó como territorio intacto durante los últimos 40 años o más, al final de este territorio nace el proceso de obsesión con la historia que quieres contar”, y aclara: “Al principio hay algo pequeño que decides que te importa y, a partir de ahí, los lugares que conoces, las personas con las que hablas, los libros que lees, cualquier cosa es susceptible de ser fuente de ideas, muchas de las cuales ni siquiera eres consciente de ellas al crear”.

Partiendo de este territorio vaciado se encuentra un relato en el que no solo se interpela al lector directamente durante las páginas, sino que además se le contrapone constantemente entre todo tipo de emociones, resaltando principalmente el estado de locura y la situación dramática, que para el autor “no es que sucedan cosas terribles a los personajes, sino que les sucedan cosas que afecten los lectores”. De esto nace la necesidad de encontrar el misterio por resolver, y de “tocar al lector” con algo que le mantenga de principio a fin, refiriéndose a este directamente: “Tengo motivos poderosos para contar la mayoría de la historia en segunda persona, y el lector lo va entendiendo a medida que se desliza por la mente de Abel”, explica Álvarez sin querer desvelar demasiados datos sobre el relato, y explica que se atreve con la escritura en segunda persona a pesar de la dificultad que puede suponer: “Requiere una técnica cuidadosa y es muy difícil mantener su interés sin resultar demasiado artificial o aburrida. Y, sobre todo, porque tienes que poder justificar en la historia por qué lo haces así, no puede tratarse de una cuestión meramente decorativa”.

Confrontada esta regla de la escritura se contempla en la estructura un “carácter fragmentado de las escenas”, pequeñas fotografías que se dividen en capítulos cortos y en las que se emplea un estilo preciso y afilado, con la intención de “herir al lector”: “Esto incluye tanto el lenguaje como la estructura de los capítulos”, concreta el autor, “en mis borradores tenía una frase escrita en mayúsculas que luego subrayé: “NECESITO MÁS DUREZA”. Creo que buscaba, a través del estilo y de la historia, un puñal que atravesara al lector y que al mismo tiempo estuviera formado con el carácter montaraz y agreste del territorio que aparece en el libro”. La clave para mantener al lector intrigado y a su vez enganchado es la locura, ese “agujero negro” del que se cree saber mucho cuando en realidad faltan siempre las preguntas más elementales: ¿Por qué a mí? ¿Cuándo pasará? ¿por qué exactamente se produce? ¿Qué siente o piensa aquel con quien no podemos comunicarnos?

La locura y el territorio son las cuestiones clave que interpelan al lector, quien a través de la técnica de escritura y la descripción de los personajes, descubre algo nuevo con cada página que pasa: “Leemos en soledad, en un lugar aislado, en un continuo diálogo con nosotros mismos y con la historia mientras se suceden las páginas”. En este diálogo la psicología, para el autor, supone la clave para crear a sus personajes con todo tipo de matices y personalidad, y para presentarlos dentro de un relato totalmente ambigüo: "A los autores a veces nos puede dar miedo emplear técnicas que trabajan la ambigüedad, porque eso puede confundir al lector. Eso es algo que horroriza a la mayoría de los editores. Pero trabajar la mentira de los personajes o del narrador son herramientas muy útiles en ocasiones con las que debemos experimentar. La literatura debería experimentar todo el rato, de hecho. Si no, nos ganarán las series." Esto a su vez esclarece que la literatura, para Álvarez, es el medio narrativo más adecuado para averiguar todo sobre la psicología de los personajes: “A muchos autores no les gusta hablar de “psicología” pero está ahí, aunque no quieran, de igual manera que la cinemática está en cualquier persecución o escena de acción de cualquier narrativa. La literatura es el reino de la mente, o eso me parece a mí”.

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