Nuevas voces para analizar la visión, la emoción y la amenaza de una ciudad, València, dando saltos en un momento repleto de transformaciones
VALÈNCIA. El titular, claro, es mentira. Por supuesto que cualquier generación habla de urbanismo, porque desde los primeros compases a pie de parque hasta los ulteriores al borde de las obras, no paramos de hablar de calles, peatones, líneas de bus y transformaciones en curso. Solo que, como aquel que solo come huevos al alcanzar la paternidad, parecería que se necesita un plácet para sentarse en la mesa de los peces gordos y ser escuchado a propósito de lo que les sucede a nuestras ciudades.
Como por el puro embudo del algoritmo, demasiadas veces terminan opinando de urbanismo solo aquellos que se supone que deben hacerlo, desde asociaciones a colectivos, más allá de expertos. Justo para romper esas estrecheces en los grupos de interés y generar algo más de caos, se ha llamado a consultas a personas que, etiquetadas en alguna de esas generaciones de apellido resplandecientes, quieren hablar de ur-ba-nis-mo. Y de València. Pasen.
Tus calles. “Siempre he sido un poco viejoven, entonces las calles que más piso son en las que hay obras. Me gusta ver cómo se transforma la ciudad, y en los últimos años he seguido por redes todos los proyectos urbanísticos que se están ejecutando y me he plantado allí para verlos”.
Tu visión. “Lo que define el urbanismo de València son las luchas vecinales. El tamaño de la ciudad, la falta de financiación y la lucha vecinal organizada, han impedido grandes barbaridades que hubiesen cambiado completamente la morfología de la ciudad. Otras grandes barbaridades se han hecho, sino un barrio pegado al mar como Nazaret seguiría teniendo playa, pero por lo menos no tenemos una autopista cruzando por el antiguo cauce del río”.
El cambio. “Creo que después de estar confinados durante la pandemia, ha habido mucha gente que hemos encontrado un respiro en el medio rural y natural. Creo que las ciudades deben dejar de ser monstruos de cemento y asfalto y renaturalizarse para buscar ese nivel de vida que queremos en el entorno urbano”.
La amenaza. “La principal amenaza, como ciudad a nivel del mar en estos años en los que empiezan a verse los efectos del cambio climático antropogénico, son las inundaciones. Sabemos que las agendas climáticas son insuficientes, y que los cambios drásticos que tendrían que hacerse para paliar sus efectos no van a suceder. Entonces ¿cuál es el proyecto urbanístico de València para sobreponerse a esto?¿Se desplazará la población o tendremos un megaproyecto artificial como MOSE en Venecia para evitar el “acqua alta”? El reto que tenemos por delante es el de la terraformación: convertir un terreno que era habitable, de nuevo en habitable bajo unas nuevas condiciones”.
La emoción. “Me gusta ver la ciudad como un sistema de sistemas. Yo soy diseñador gráfico, pero me gusta ver el diseño bajo una definición más amplia en la que caben la arquitectura, el urbanismo y cualquier otra disciplina que emplea la creatividad y la toma de decisiones para mejorar el presente. Me gusta ver como la ciudad y su entorno están cada vez más conectados sin la necesidad del transporte privado (del cual ni dispongo, ni me interesa). Y me gusta ver la ciudad como un proyecto, en el que a veces la decisión más difícil de tomar no es la de hacer algo, sino la de dejar de hacer algo. Me emocionaría ver cómo València aprovecha su huerta como una fortaleza para el autoabastecimiento en vez de verlo como una debilidad que estrangula el crecimiento de la ciudad”.
Tus calles. “Me mudé el año pasado a la Saïdia, y creo que el recorrido que más hago desde entonces es el caminito hacía el metro para ir a trabajar, y me encanta ir y venir siempre por diferentes calles”
Tu visión. “Los espacios verdes definen València: Jardí del Túria, el Parc Central, el de Marxalenes… Los parques hacen que las zonas urbanas no sean tan solo lugares de paso, sino espacios donde convivimos y socializamos. Hacen que formes parte del entorno urbano. Por algo Ferran Palau canta l’amor és un parc <3”.
El cambio. “El principal debería ser observar, moderar, controlar, las modificaciones que se realizan en las zonas urbanas antiguas o deterioradas. Hacer que la transformación sea favorecedora, sobre todo para los vecinos que las habitan desde siempre”.
La amenaza. “Lo que más me preocupa son dos conceptos: gentrificación y turistificación. Justo en el barrio donde vivo, en la Saïdia, se pretende construir un complejo hotelero, con una superficie desmesurada, que supondría una invasión de servicios para los turistas y una subida de precios, que haría que los vecinos que viven toda la vida en el barrio se tengan que marchar. ¿No os suena eso ya?”.
La emoción. “Lo que más me emociona de la ciudad es la oferta cultural que ofrece, y más si esta tiene lugar en diferentes espacios urbanos. Está muy bien ir al museo o al teatro, pero ¿y un market de arte o concierto al aire libre?, hay infinidad de propuestas que me encanta encontrar y poder acudir, como los conciertos de Serialparc o el festival de arte Tenderete”.
Tus calles. “Normalmente me ciño bastante a mi barrio, Russafa. Hace un tiempo que vivo aquí, y Russafa se ha convertido en una especie de pequeña aldea para mí. Te cruzas siempre con las mismas personas y tienes una gran cantidad de comercios cercanos. Realmente es un barrio pequeño y amable. Lo que más me gusta es bajar al mercado y hacer la compra, el ambiente que se respira y el trato “familiar” con los dependientes consigue alegrarte el día”.
Tu visión. “Es muy evidente el reciente cambio que está modificando el urbanismo de la ciudad. Me refiero a recuperar las plazas, a la amplía extensión del carril bici… En definitiva, tener presente a los peatones y sus dinámicas de tránsito. Pienso que las grandes ciudades habían perdido ese espíritu social, construyéndose para el tránsito del vehículo, y que ahora estemos recuperando “terreno” es un alivio”.
El cambio. “Del mismo modo que existe un cambio hacia la movilidad del peatón, aún percibo la ciudad estancada en cuanto al transporte público. Esta es quizá la asignatura pendiente. Los horarios y muchas veces el mismo recorrido del transporte no facilita el acceso a ello, resulta dificilísimo adaptarlo con tu horario. ¿Quién puede esperar 20 minutos al siguiente metro? Te vale la pena ir andando, ¿no? A esto me refiero. En otras grandes ciudades estos servicios sí son una facilidad, aquí aún lo tenemos pendiente”
La amenaza. “Suelo frecuentar el centro de la ciudad o el barrio del Carmen y es muy evidente percibir la gran afluencia de extranjeros, no me refiero a erasmus o a turistas, sino familias de otros países europeos que terminan instalándose en la ciudad. A veces, da la sensación de masificación, y es una evidente gentrificación. València se convierte poco a poco en un destino cada vez más frecuentado y puede pasar como en Barcelona en pocos años, eso sí me daría miedo”.
La emoción. “Con el tiempo he aprendido a valorarla. Es una ciudad grande, en el sentido de que tienes una amplía variedad de oferta en comercios, restauración, ocio… pero no llega a ser tan grande como para necesitar una hora para ir de un lado a otro. La proximidad, se agradece”.
Tus calles. “Intento empaparme de diferentes rinconcitos de cada barrio de València. Dependiendo del estado de ánimo o de lo que me apetezca hacer suelo pisar unos barrios u otros. Si tengo que elegir… me quedo con cualquier callecita del Cabanyal. Se reúne un poquito de cada barrio y en sus calles siempre hay buenos planes y buen ambiente. Desde ancianos que salen ‘a la fresca’ a gente joven sentada en terrazas”.
Tu visión. “València es una ciudad que ha crecido en torno al rio Turia. Conecta muchos de los barrios permitiendo cruzar casi de punta a punto la ciudad. Por otro lado, los diferentes estilos arquitectónicos y urbanísticos que hay nunca dejarán de sorprenderme, el contraste entre las zonas como El Cabanyal o Benimaclet que recuerdan a pueblos, una zona más clásica como el centro o el enfoque futurista de la Ciudad de las Artes y las Ciencia, hace que esta esté hecha para todo tipo de personas, de gastos y de necesidades.
Después de haber vivido y visitado otras ciudades europeas, siempre he pensado que reúne todos los requisitos para que cualquiera pueda encontrar su ambiente aquí”
El cambio. “Considero que siendo una pequeña gran ciudad, el transporte público tendría que tener una mejora. Estamos en un salto hacia una ciudad más peatonal, sobre todo en el centro, con lo que tendría que haber mayor facilidad para desplazarse. También mejoraría la conexión de la ciudad con sus playas, de manera que sean mucho más accesibles y se pueda realizar más ocio en ellas”.
La amenaza. “Pensando en un futuro para las nuevas generaciones, creo que a la gente joven nos da miedo la sobrepoblación, podría generar que la ciudad perdiera su dimensión y que dejara de lado el respeto hacia la esencia (conservar las formas urbanísticas y arquitectónicas de cada barrio, y pensando únicamente en la necesidad de espacio. Por otro lado, la sobreexplotación turística, que puede hacer que los servicios sean más globalizados y que se pierdan aquellos que son propios de los valencianos”.
La emoción. “Este es mi hogar, la ciudad en la que he crecido. Me encanta ‘hacer barrio’, la cercanía de la gente, el movimiento cada fin de semana, lleno de eventos, de cosas que hacer y lugares donde ir. Visitar el rastro los domingos, poder encontrarte a conocidos y amigos por la calle como si de un pueblo se tratara pero a la vez poder sentirte como un turista en tu propia ciudad descubriendo sitios nuevos”.
Tus calles. “Por trabajo las calles que más transito son las más céntricas de la ciudad, como la calle San Vicente, Plaza del Ayuntamiento o Colón. Otras de las calles que también suelo recorrer son las del Cabanyal, entre ellas la Calle Escalante y la Calle de la Reina”.
Tu visión. “Una de las cosas que me parece que define a València es su comodidad. Es una ciudad que te ofrece todos los servicios necesarios y lo hace en distancias cómodas tanto a pie como en bicicleta, lo cual favorece un estilo de vida más saludable. Su localización junto al mar y a la huerta la hacen una ciudad única, una situación que desde el urbanismo se debe preservar, hacer crecer la ciudad respetando su entorno natural”.
El cambio. “Sin duda las ciudades tienen que ser habitables y entendidas como espacios que fomenten la salud física de los viandantes y las relaciones entre ciudadanos. Por lo que el principal cambio que se debe realizar es dejar de poner el espacio urbano al servicio de los vehículos y situar a los ciudadanos en primer plano. Ya existen precedentes de ciudades europeas de las que se puede tomar ejemplo, pero conservando siempre la identidad de la València”.
La amenaza. “Es no entender este cambio hacia ciudades sostenibles como una necesidad prioritaria. La emergencia climática no va a esperar a 2030 ni a 2050, no hablamos solo de peatonalizar calles, sino de un proceso para reducir las emisiones de las ciudades, llegar a ser una ciudad neutra es un objetivo ambicioso y la forma en la que se trabaja sobre la ciudad es clave y no
La emoción. “Una de las cosas que más me gusta de València es la facilidad que hay para moverse por ella a pie, puedes ir prácticamente a cualquier parte andando (si te tomas tu tiempo) y que la conexión de transporte público esté mejorando es algo que me alegra mucho. El hecho de ver cómo València está cambiando y adaptándose a algunas de las cosas que he mencionado anteriormente es posiblemente lo que más me emociona”.
Tus calles. “La calle que sin duda más piso, porque es la mía jiji, es la Calle de la Paz. Una calle que adoro. Comedias, donde me compro la empanadilla de espinacas de las tardes es otra calle que he recorrido muchísimo. Todo el barrio del Mercado Central es también donde más estoy. De mi casa a casa de mi abuela probablemente es mi camino estrella, o de mi casa a los cines Lys (mis cines súper preferidos). Toda la zona de Mestalla también la recorro domingo sí domingo no para ver jugar a mi querido equipo”.
Tu visión. “Diría que es una ciudad con muchas calles perpendiculares a grandes, o lo que en València entendemos como grandes vías como puede ser la Gran Vía, Fernando el Católico, La Paz… que se complementan con muchas calles pequeñitas e incluso laberínticas en zonas como Ruzafa o el Carmen”..
El cambio. “Yo confío mucho en la peatonalización. Creo en una ciudad donde la ciudadana es el sujeto activo y la protagonista del centro urbano y para ello deben desaparecer en gran medida los coches, primordialmente. Además de esto y como deseo personal, estoy leyendo mucho últimamente sobre el espacio como instrumento político y social que refleje la sociedad que queremos, así que podemos hacer muchísimas cosas muy interesantes con el espacio que habitamos”.
La amenaza. “La pérdida del valioso comercio local: la librería de barrio, el horno de toda la vida, el bar de Paca (Gestalguinos). Eso me parece una tragedia. Los objetivos de sostenibilidad, de humanización, de creatividad, de valía... solo podremos conseguirlos si este tipo de negocios siguen imperando en las ciudades. El pequeño pero gran comercio es para mí siempre la respuesta y me temo que estamos perdiendo en este sentido”.
La emoción. “Me emociona totalmente y casi todo el rato. Me emociona caminar por el río, me emociona descubrir nuevas joyas todos los días (como los increíbles dibujos originales en el refugio antiaéreo de Serranos), me emociona ir al cine sola, me emociona ver a mi padre en el mercado cuando voy a visitarle, me emociona llamar al timbre de mi abuela en la Calle Adressadors y gritarle por el balcón, me emociona la Calle Cuba donde voy a grabar al delicioso estudio Amunt, me emociona volver tarde de un concierto o de casa de una amiga con la calle vacía, me emociona bailar por la calle escuchando música, me emociona la luz rosa preciosa de por las mañanas yendo a la Universidad, me emociona el puente del Mar que no puede ser mejor…”.