VALÈNCIA. Cuando el equipo del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) se puso manos a la obra para dar forma a la exposición en torno a la obra de Anzo (Utiel, 1931-València, 2006), que está previsto abra sus puertas en junio, no pensaban que la preparación iba a devenir en una búsqueda detectivesca. “En paradero desconocido”. Así se encuentran tres piezas fundamentales para explicar la evolución del artista valenciano, obras de las que hay pistas y fotografías (de hecho, las incluidas en este artículo), datos que se acaban diluyendo en el tiempo y no parecen llevar a ninguna parte. De esta forma lo explica Ramón Escrivà, comisario de la muestra y Responsable de Exposiciones Temporales de la pinacoteca. “No las logramos localizar. Son piezas raras, hemos rastreado catálogos, hemos visto que aparecen reproducidas, por ejemplo, en el de una exposición del Almudín, pero rascando pistas descubrimos que no estuvo expuesta”, indica.
El quebradero de cabeza tiene nombres y apellidos. Se trata de tres piezas de la serie ‘Aislamientos’, que inició en 1967, año en el que participó en la Bienal de Sao Paulo, un conjunto de pinturas y grabados que no terminaría hasta veinte años después, en 1985. Dos de ellas corresponden a un periodo iniciático, en las que se presenta a los protagonistas de cada imagen en un aula vacía, donde se juega con la idea de soledad, personajes ensimismados y apartados. “Esas piezas importantísimas, son tres obras fundamentales. Las del aula, además, son obras germinales, él no las titula como ‘Aislamiento’, aunque después sí las cataloga así”. La tercera corresponde a un periodo más tardío, una pieza de gran tamaño realizada con un procedimiento distinto, a partir de materiales industriales. “Sospecho que se vendió con rapidez, la última pista que tenemos es que se expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el año 73”.
De la mano de la fundación Anzo, el equipo del IVAM ha iniciado una campaña para encontrar las piezas ‘perdidas’ del artista, cuyo nombre real es José Iranzo Almonazid, obras perdidas entre las manos de coleccionistas privados y que resultan indispensables para completar el recorrido expositivo por la trayectoria de uno de los creadores valencianos más originales y visionarios del panorama artístico español. “Anzo fue un artista con una gran presencia internacional, desde Sao Paolo a Italia, lo que nos puede dificultar las cosas. Recientemente encontramos una también ‘desaparecida’ de esa serie que tenía un coleccionista de València. Es emocionante el proceso de investigación de la muestra, las encuentras cuando menos te lo esperas”, explica el comisario de la exposición.
“A través de la fundación hemos encontrado una, pero nos siguen faltando tres. Han hecho un trabajo fundamental, son ellos los que desde el primer momento han hecho acopio de información y archivado, el inventario y han localizado las piezas, pero hay otras tantas que se nos escapan… Con Equipo Crónica nos pasó lo mismo, muchas piezas debieron venderse en Italia”, indica Ramón Escrivà. Durante los casi los veintiocho años de historia del IVAM la obra de Anzo apenas ha estado presente en alguna exposición colectiva, y es por ello que el museo, en su línea de recuperar el trabajo de creadores y creadores que han vivido en los márgenes de la historia del arte oficial, considera imprescindible poner en valor la obra de un creador “casi olvidado”, que gozó, sin embargo, de gran fortuna crítica durante los años sesenta y setenta.
La exposición recorrerá en un primer apartado estas obras germinales, la relación del hombre con la arquitectura y las obras públicas. Anzo fue un pionero en la reflexión de la cibernética, cómo estaba llevando a un nuevo estadio de control y mecanización de la sociedad. La idea del hombre máquina, o del control de la tecnología que supone un tema más que presente, como si de un capítulo de Black Mirror se tratara. Pero no estamos en Netflix, sino en el IVAM. En los ‘Aislamientos’ abordó el pesimismo, la alienación e incomunicación del individuo atrapado en el laberinto de las estructuras de dominación a través de piezas realizadas con materiales inusuales en la época, como fotolitos, aceros pulidos, plásticos, rodamientos y representaciones de circuitos de computadora.
La exposición del IVAM, que no se concibe como una muestra antológica o retrospectiva al uso, toma como objeto de estudio esta serie, su corpus de obra más visionaria e innovadora, para recrear el debate intelectual surgido en los años sesenta y setenta en torno a los espacios distópicos, es decir, ambientes claustrofóbicos, alienantes y antiutópicos. También recorrerá la muestra la influencia del Op Art, o arte óptico, en su obra, una exposición que recogerá archivos, documentos, revistas o filmes, entre otras piezas. Con un plazo de tres meses para abrir las puertas de la exposición, el búsqueda continúa. Si las han visto, contacten con el IVAM.