En estos tiempos de no mayorías absolutas, hemos podido comprobar que los pactos de gobierno, lo que aquí han denominado como Consell del mestizaje y los altos cargos cremallera, son una fuente inagotable de conflictos.
Sin duda alguna este Consell que lidera el castellonense Ximo Puig tiene un nombre propio en cuanto a polémicas, declaraciones insultantes, salidas de tono y exabruptos varios: Enric Nomdedeu. Muchos pensarán, “con ese apellido tan pío”. Pero es evidente que sus manifestaciones criticando (cuando no insultando) al rival político, no las debe decir “en nombre de Dios”.
Desde que fue nombrado Secretario Autonómico de Empleo no dejó de publicar opiniones donde se mezcla el humor, la ironía, la crítica y la descalificación. Siempre desde una visión muy peculiar y sesgada por su ideología y creencias políticas. Lo cual es razonablemente entendible en un particular anónimo –y cada vez menos pues la corrección política ha ido imponiendo una autocensura–; pero difícilmente justificable en un cargo público y altamente criticable y condenable en un alto cargo, nada menos que un secretario autonómico (tercero en el escalafón) y de un área tan importante y sensible, especialmente en estos tiempos de crisis, como el empleo.
Estas son las consecuencias de las políticas de mestizaje, de pactos, de cuotas, de familias, pues deben acoplar en cada departamento del gobierno autonómico a miembros de los partidos que gobiernan en coalición y en este caso sumando que una de de esas partes (Compromís) es en sí misma otra coalición de tres. La pugna por colocar a los afines de cada ámbito es la que desemboca que hoy en día tanto en la Generalitat como en el Ayuntamiento, haya tensiones y relaciones fallidas entre quienes deberían entenderse de manera fluida y empática para solventar los problemas de todos los valencianos.
De cara a la opinión pública siempre los verán sonriendo y diciendo que las relaciones PSPV-Compromís son incluso mejores que entre los altos cargos del PPCV cuando gobernaban. Es cierto que aunque gobierne una sola fuerza política, siempre hay sensibilidades que pueden chocar y situaciones de conflicto, pero ahí es donde un buen líder debe saber resolverlas, a veces incluso cesando al cargo que considere más nocivo en la relación. De ahí que muchos echemos en falta mayor coraje y determinación por parte del President Puig a la hora de gestionar por ejemplo la crisis con la Conselleria se Sanidad y su política de reversiones sin contemplación y sin miramiento, cuando todos coinciden en que las relaciones con las empresas privadas del sector eran más que razonables, necesarias para el buen funcionamiento de nuestra Sanidad.
En líneas generales, las mayores tensiones las provocan miembros de Compromís, y en concreto los más escorados a la izquierda y al activismo ecologista. Si la semana pasada hablábamos del cese de Julià Àlvaro y su oposición rotunda al proyecto de Puerto Mediterráneo; recogió su testigo de portavoz de EQUO-Els Verds, el inefable Giuseppe Grezzi, quien mantiene unas complicadas relaciones con alguno de sus compañeros en el gobierno municipal y no duda en tomar iniciativas sin previo consenso no ya con la ciudadanía o los sectores afectados, sino con sus propios compañeros. Algún miembro del PSPV de València pensará que Grezzi es un tapado del PP para ayudarle a recuperar la alcaldía del Cap i Casal como podría suceder, y así lo mostraba la encuesta que se publicó aquí mismo.
Este tipo de situaciones que además de las disputas internas y el tiempo que en ellas se emplean, sirven muchas veces para ralentizar o aniquilar iniciativas que la ciudadanía demanda y requiere a sus gobernantes, son las que nos hacen dejar de creer en las bondades de la mezcla, la fusión y el mestizaje. Todo ello puede ser muy útil para la moda, la gastronomía o la decoración, pero la política es algo que debería regirse por criterios de utilidad, practicidad y seriedad. Y si decimos que la corrupción ha dañado mucho la imagen de la clase política y ha hecho que muchos ciudadanos dejen de creer en las bondades de los políticos; este tipo de actitudes tampoco ayudan a mejorarla. Ni el exceso tuitero o verbal opinando de manera impulsiva y ofensiva, ni la toma de decisiones impopulares y no consensuadas para diseñar la ciudad de tus sueños. Queda poco más de una año para las elecciones y quizá empiecen a tomarse las cosas más en serio al ver lo que dicen algunas encuestas y testar el trellat del poble valencià.