Hoy es 5 de octubre
VALÈNCIA. LA posibilidad de rebajar el listón electoral ha vuelto a colarse en el escenario político a falta de cuatro meses para las elecciones autonómicas del 28 de mayo. No es una novedad, en 2018, también en la recta final de la legislatura, el PSPV trató de impulsar una reforma de la Ley Electoral Valenciana (LEV) por lectura única que no prosperó en Les Corts.
El debate es antiquísimo y, como le pasa ahora a Ciudadanos, no es la primera vez que ocurre en la Comunitat Valenciana que un partido rechaza primero atenuar la barrera electoral del 5% al 3% y, luego, ante las malas previsiones en las urnas, se arrepiente y trata de revisar las reglas del juego para mejorar sus posibilidades. En casos similares se encontraron en su día el Centro Democrático y Social (CDS) y Unió Valenciana (UV), sin que sea necesario entrar en detalles de cómo sus proyectos políticos fueron apagándose hasta desaparecer.
Una maldición contra la que pretende luchar la nueva líder de Ciudadanos, Mamen Peris. Los plazos son muy estrechos pero todavía existe tiempo, el problema es que se necesitan 66 diputados para sacar adelante esta reforma: los grupos del Botànic (PSPV, Compromís y Unides Podem) junto con los parlamentarios que quedan en el grupo naranja suman 65, por lo que deberían ir a 'pescar' entre los seis no adscritos (cinco ex de Ciudadanos y una ex de Vox).
El PSPV y sus socios son favorables a la rebaja. Los socialistas se muestran interesados porque con ese descenso al 3% asegurarían la presencia en Les Corts de Unides Podem (varios sondeos les auguran problemas para superar el 5% y obtener representación) y porque alimentarían la esperanza de Ciudadanos, que podría seguir peleando con más fuerza el retener votos frente al PP. Una situación esta última que facilitaría al PSPV de Ximo Puig mantenerse como fuerza más votada y posicionarse mejor de cara a hacerse con los llamados restos electorales.
¿Cuál es el problema? Los socialistas saben que toda la operación estaría sujeta con unas pinzas demasiado endebles. Ya no se trata de poder convencer a tan sólo un diputado de los no adscritos, sino de que no se produjeran fugas en el grupo de Ciudadanos. Y aquí, los rivales también juegan. El PPCV liderado por Carlos Mazón, que recientemente fichó a la exportavoz de Cs Ruth Merino, sólo tendría que convencer a uno -o como mucho dos- parlamentarios naranjas para que rechazaran la iniciativa. Así, en un escenario en el que la líder de Cs y el grupo socialista deberían vigilar y amarrar el apoyo de 14 diputados, el PP sólo tendría que encontrar a uno que pudiera apoyar su causa.
Una tarea que no se antoja demasiado complicada cuando hay varios diputados de Cs que nunca han sido partidarios de la rebaja del listón. A ello hay que sumar que en el grupo naranja son muchos los que se miran de reojo: si el PP tantea a uno de los diputados dudosos y este se niega, sabe que es posible que su compañero de al lado sí pudiera ceder, obteniendo quizá la ventaja de ser rescatado, por ejemplo, para una lista del PP y repetir como diputado. O lo que es lo mismo, Mazón, y usando el símil que le gusta a algún estratega del Botànic, está en una posición de 'comprar barata la naranja'. Demasiada desventaja para que los socialistas se planteen una operación a pecho descubierto que podría dejarles retratados en Les Corts.
"Nos interesa y la apoyaríamos, pero para eso tendríamos que ver antes negro sobre blanco las firmas con el compromiso de todos los diputados que van a apoyar esta reforma para alcanzar los 66 escaños", comentaba a este diario un referente socialista, que se mostraba escéptico respecto a las posibilidades reales de que esta operación salga adelante.
Más aún cuando en el grupo de Ciudadanos ven que la única dirigente que tendría un beneficio asegurado en la operación sería la propia Mamen Peris. Ya fuera porque hay rebaja del listón y la formación naranja repitiera en la cámara (probablemente lo hiciera sólo con un par o tres de diputados entre los que estaría la líder), o porque de reducir la barrera y no entrar pese a ello en Les Corts, quizá el PSPV pudiera recompensar el gesto de la citada parlamentaria en caso de repetirse un nuevo Govern del Botànic.
No obstante, cosas más raras se han visto en política. La opción no puede descartarse a tenor del ahínco apreciado en algunos miembros de la bancada naranja, pero desde luego lograrlo sería toda una operación de ingeniería orgánico-parlamentaria que mantendría en un puño el corazón del Botànic hasta el momento de la votación plenaria.