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Se hará por fases (al menos) hasta 2026

El Palau de la Música eterniza las obras de su renovación pero no cerrará

18/04/2024 - 

VALÈNCIA. Hoy se han apagado las alarmas que se encendieron el pasado lunes, cuando el Ayuntamiento de València dio a conocer los primeros detalles del informe de la 'segunda fase' de las obras de rehabilitación del Palau de la Música, que dejaban la puerta abierta a un nuevo cierre del edificio.

Hoy, el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Jose Luis Moreno, y el director del Palau de la Música, Vicente Llimerá, no han escondido que el contenido de este les ha sorprendido: no esperaban ni tanta complejidad ni tanto coste. Aún así, una vez recibido, se ha diseñado un calendario para que las actuaciones no afecten a la programación. Una línea roja que no se quería traspasar por el trauma de los cuatro años de cierre que se está empezando a superar ahora.

Este exigencia tiene una contrapartida: la batería de obras se alargarán hasta 2026 (como pronto) porque cada una tendrá su expediente, su licitación y su ejecución propia. Los 6,4 millones de coste se irán fraccionando y ordenados por urgencia y complejidad en cada anualidad. De esta manera, se eternizan los trabajos a cambio de la flexibilidad que necesita esta segunda fase para no paralizar el edificio.

El informe, que fue encargado en octubre y se recibió el viernes pasado, es una auditoria completa de todas las deficiencias del complejo para que el Palau "quede niquelado", en palabras de Llimerá. De esos 6,4 millones de euros hay partidas urgentes y necesarias, como el millón de euros dedicado a eliminar las filtraciones y entradas de agua del edificio anexo, o los 285.000 euros para arreglar la cubierta de cobre del edificio principal, por donde también entra la lluvia. Otras partidas van destinadas a acabar de renovar el edificio o mejorarlo, como los 110.000 euros destinados al cambio en la piedra de que forman las barras de la cafetería del hall o la construcción de una plataforma que ampliará puntualmente el escenario de la Sala Iturbi, presupuestada en unos 90.000 euros. Es decir, que algunos son asuntos pendientes y otros son proyectos propios, sumados en el mismo coste final.

La primera actuación, que se espera llevar a cabo este verano, es la que afecta a las inundaciones del vestíbulo del edificio anexo por el que entra cada día la plantilla del Palau y que, según ha explicado el Director del Palau, desde su llegada han tenido que cerrar dos veces porque se acumulaba medio metro de agua en un día lluvioso. Este 2024 también servirá para ir diseñando los pliegos más complejos, administrativamente hablando.

A lo largo de 2025 se llevarán a cabo el grueso de actuaciones hasta finales de 2026. La batería de obras acabará con la urbanización del entorno del Palau, para devolverlo a su aspecto original antes de esta 'segunda fase'. Aunque este último trabajo podría verse retrasado en 2027.

El mensaje remarcado por la dirección y la concejalía es, en todo caso, que con (casi) total seguridad el público no verá afectada la programación. Se arrinconarán las grandes actuaciones para que se realicen fuera de la temporada de abono. Igual pasará con los ensayos y las oficinas, donde tampoco se espera grandes afecciones fuera de vacaciones, aunque seguro que sí puntualmente.

¿Cuál es el truco de magia para conseguirlo? Pues que al ser un problema de canalización, no afecta a la estructura del edificio, por lo que los trabajos no va a ser tan aparatoso como lo que tuvo que llevar a cabo en los dos auditorios.

Foto: AYUNTAMIENTO DE VALÈNCIA

Mucha bronca política y una duda... ¿de quién es la responsabilidad de esta segunda fase?

Por encima de los detalles de cómo y cuándo se va a abordar esta reforma, está el por qué. ¿Qué ha pasado para que, después de cuatro años de cierre, hagan falta otros tres para completar la rehabilitación? Más que respuestas, hay opiniones; y todas forman parte de la bronca política.

La gravedad de las goteras se hizo pública a pocas semanas de la reapertura, aunque ha sido un problema diario para la plantilla desde muchos años atrás. Una trabajadora relataba ayer a algunos medios de manera informal que ha llegado a trabajar con paraguas. "¿Cómo no se iba a saber antes?", se preguntaba.

El gobierno de Catalá ha puesto el Palau de la Música en el centro de sus críticas a la anterior dirección, y su equipo no ha dudado en tachar de "negligencia" y "chapuza" la gestión de las obras que concluyeron el pasado verano. Para ello, se basan en un informe de mantenimiento -al que citan pero al que no ha tenido acceso este diario- en el que señalaban la dejación de funciones de la anterior dirección (Vicent Ros) y concejalía (Gloria Tello) en un asunto capital como serían las filtraciones del edificio anexo.

Según explicó ayer el actual director del Palau, Vicente Llimerá, "no se entiende" que estas obras no se abordaran junto al resto. Y preguntado por cuál es el primer momento en el que el Palau tuvo constancia documental de la gravedad del asunto (con el objetivo de poder tomas la medida de la negligencia), este aseguró que desde 2022. Es decir, un momento posterior a la redacción del proyecto pero aún con tiempo de haber hecho una modificación del contrato.

Por su parte, ayer las exconcejalas Gloria Tello y Luisa Notario defendieron a este diario su gestión, recordando que la naturaleza y la urgencia de la gran rehabilitación (en su primera fase) era otra: la reparación de todo el sistema de climatización que provocó la caída de los techos, tanto en la Sala Iturbi como la Sala Joaquín Rodrigo. Las anteriores titulares de Cultura y Contratación (respectivamente) defienden que el objeto de actuación era otro y que abordarlo todo a la vez habría retrasado mucho más la reapertura del Palau. Una máxima que cuestionan, en todo caso, los actuales responsables.

Con las responsabilidades sobre el pasado cruzadas, tal vez simplemente quede la certeza sobre el futuro: el Palau de la Música, siete años después, quedará de verdad como nuevo, y se completará esta transición larguísima, consecuencia del envejecimiento del edificio, pero también de una respuesta política que solo parece provocar la urgencia, cuando prácticamente es demasiado tarde.

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