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El patrimonio gráfico de las frutas

El Centre del Carme expone Frutas de diseño una muestra con la que pasearse entre cajas y envoltorios para apreciar su diseño desde los años 50 hasta la actualidad

3/06/2022 - 

VALÈNCIA. No tires nada, absolutamente nada: todo lo que te rodea es apto de acabar en un museo. La exposición Frutas de diseño es una prueba irrefutable de ello. A través de 250 papeles de seda, 120 cajas y unas 360 etiquetas muestra la relación entre diseño y envoltorios; algunos de ellos comestibles, como las etiquetas que marcan las manzanas. La exposición puede visitarse hasta el 11 de septiembre en la Sala Zero del Centre del Carme, donde los muros están empapelados con envoltorios de cítricos desde los años cincuenta hasta hoy, junto a cajas de transporte que se agolpan a lo largo de la sala generando un bosque de madera de pino que jamás esperaría estar en un museo.

"Escapar" del diseño

El director del Centre del Carme, Jose Luis Pérez Pont se fascina recorriendo la Sala Zero con la mirada: “Es una muestra fiel de que el diseño está en todos los lados, donde menos te lo esperas”. Esta exposición, que viene directa desde CentroCentro de Madrid, corre a cargo de los comisarios Leandro Lattes y Florencia Grassi (del estudio de diseño El vivero, como no puede ser de otra forma), quienes aseguran que el éxito del proyecto debe a “la rareza” del mismo:  “Es una exposición para todos los públicos, que propone un replanteamiento sobre lo que es el diseño y lo difícil que es escapar de este”, aclara Lattes quien aunque suene amenazante está en lo cierto. Con la exposición ¿Por qué soy así?, que acogió recientemente el Centre del Carme, ya se demostraba esto de que “el diseño está en todos los lados” y no es casualidad que la clausura de esta exposición enlace tan bien con esta.

“Hemos empalmado ambas exposiciones para seguir con el espíritu y programa de la capitalidad”, explica Xavi Calvo, Director de València Capital Mundial del Diseño y uno de los grandes "apasionados de la historia de los cítricos". En su artículo Nostálgicos del viejo diseño de las naranjas valencianaspublicado en Culturplaza allá por el 2018, ya reflexionaba sobre este tema: “Donde ha habido industria (y empresarios con visión estratégica) se ha desarrollado el diseño, porque así es como ya desde hace siglos las empresas sabían que tenían un elemento decisivo con el que competir”. Además de este artículo hay libros como Las etiquetas naranjeras en la Comunitat Valenciana que también conversan sobre esto mismo: ¿Por qué esmerar tanto mimo en algo que irá a la basura?, su autor Tomás Viana hace un excelente trabajo de investigación recopilando un catálogo ordenado de estas etiquetas con las que se exploran las tendencias en el arte, moda y el diseño publicitario a lo largo de las épocas.

Utilidad y supervivencia

Este “espíritu publicitario” junto a la ambición empresarial son los responsables de la existencia de esta exposición. “Creemos que esto se originó a través de las subastas de naranjas, urgía una necesidad de diferenciar las marcas para saber cuáles eran las buenas”, explica su comisaria. Entre estas hay nombres tales como Monada, Pirulí e incluso Fetiche y saltan a la vista las marcas cuyo nombre están en el idioma del país vecino: Mon Cheri, La Soculenté. “Los nombres tenían que ser muy reconocibles, algunos rozan lo cómico incluso”, aclara Grassi, mientras señala algunas de las etiquetas sobre los muros “son nombres muy cañeritos”, comenta con una leve sonrisa.

¿Y cómo se rescata el embalaje de la fruta? Pues justamente es esto lo que salva al diseño. Fue el propio papel de seda el que permitió que naciera esta idea: “A alguien se le ocurrió poner los logotipos en el papel de seda, que servía tanto para diferenciar las marcas como para evitar la putrefacción”, explica Grassi, quien sitúa el comienzo de esta acción temprana de marketing en los años 20. Además de los papeles se conservan un centenar de cajas, salvadas por su uso único aconsejado por sanidad. Todas las que no han acabado siendo serrín y transformándose en una nueva han ido a parar aquí.

Exprimir València

“Casi todas las cajas y etiquetas que se exponen son “patrimonio” de la Comunitat Valenciana”, explica el comisario Lattes. Entre los años 20 y 30 fue la época de oro de la exportación de cítricos, y València se hizo de notar en todas ellas. Si las etiquetas de por sí ya intentaban desbancarse de lo común las valencianas superaban con creces todos los niveles: La perla de València, La competidora, Renacer… e incluso hasta con nombre propio como las naranjas Mikaela. Todas ellas comparten tipografía al más puro estilo de los Monty Python y por primera vez no compiten por su sabor en esta sala. Estas etiquetas ya no sirven para vender, sino que se ven como algo vintage, algo que coleccionar, y aunque Sevilla intente acreditarse con eso de “las mejores naranjas de España” la realidad es que no hay tantas de sus etiquetas en la sala. En diseño València este año es capital y, con él, también sus naranjas.

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