Mientras Podemos nos recuerda los más de 60 casos de corrupción del PP, en València su partido desdeña un informe de auditoría que debería preocuparle
VALÈNCIA. "Podemos cometer errores, pero no somos corruptos". Lo dijo Pablo Iglesias varias veces en el debate de la moción de censura ya casi olvidada que presentó contra Mariano Rajoy. El líder de Podemos bajó a la tierra con gestos de humildad preventivos de errores presentes y futuros que su partido, como cualquier otro, nadie es perfecto, ya está cometiendo allí donde gobierna. "Podemos equivocarnos...", repetía un Iglesias que con piel de cordero ganó enteros como presidenciable a la manera de Felipe González en 1980.
Fue lo más novedoso de un debate centrado en la corrupción del PP en el que Irene Montero nos hizo el favor de recordar la lista de casos que afectan al partido de Rajoy para que quedara constancia en el Diario de Sesiones. Cualquier cosa que se le diga al PP en este sentido es poco, tenga o no efectos electorales, que parece que cada vez menos porque llueve sobre terreno embarrado.
Un total de 65 casos citó Montero, una lista incompleta desde el punto de vista valenciano, puesto que se dejó fuera nada menos que el caso Valmor, junto a otros más locales como el de las basuras de Torrevieja —cuyo exalcalde fue a la cárcel— o el de Francisco Martínez, exalcalde de la Vall d’Alba para quien la fiscalía pide 11 años de prisión. Por el contrario, citaba el caso Torres de Calatrava, archivado por el fiscal hace seis años sin que se llegara a imputar a nadie.
Siendo cierto que la viga en este caso está en el ojo ajeno, no lo es menos que el tamaño de esa viga no debe impedir a Podemos ver la paja en el propio. "No somos corruptos", "no somos mentirosos", "nos podemos equivocar", repetía Iglesias, presumiblemente en referencia a los chanchullos menores de Monedero, Errejón o Echenique.
Estos asuntillos que se han saldado bien con una rectificación a tiempo —Monedero— o con una sanción también menor —Errejón y Echenique— demuestran que ningún partido está libre de caer en la tentación o, como benévolamente dice Iglesias, de equivocarse.
Por ello, además de rectificar o pedir perdón, es importante que quienes mantienen en el candelero los casos del PP no caigan en el error de disculpar o minusvalorar las irregularidades que se empiezan a detectar allí donde mandan, con la excusa de que los populares lo hicieron tan mal que es imposible hacerlo peor o que aquellos eran tan corruptos que lo de ahora solo puede calificarse de faltas administrativas, de errores.
"Cosa no muy significativa" es como Joan Ribó, presidente de la Fundación Inndea, ha calificado las auditorías financiera y de legalidad de 2016 de este organismo y de la Fundación Crea, con la que Inndea se ha fusionado para unificar la gestión de lo que se conoce como Las Naves, Espai de Innovació i Creació.
Las cosas que el alcalde de València considera no muy significativas son proveedores que facturan a la Fundación sin ningún expediente de contratación, uso incorrecto de la figura del contrato menor con fraccionamiento ilegal de contratos sucesivos, contratos de más de 18.000 euros adjudicados sin concurso, falta de documentos o trámites en casi todos los expedientes de contratación, no publicar en el portal de transparencia toda la información que exige la ley, remisión "por el presidente de la Fundación" —Ribó— de las cuentas anuales al Ayuntamiento de València con más de un mes de retraso, falta de "documentación relativa a los procesos de selección de personal" en la contratación primero temporal y luego indefinida de un técnico superior de Gestión Contable y de jefes de Producción Artística —no dice cuántos— por parte de la Fundación Crea, ausencia de "documentación justificativa relativa a los cambios de categoría y aumento de retribuciones salariales realizados en el año 2016", falta del informe justificativo de necesidad de personal contratado en 2016 en Crea, no realización de expedientes de contratación en los contratos artísticos, incumplimiento de la obligación de reservar un 7% de la plantilla a trabajadores con algún tipo de discapacidad...
Las Naves —Inndea y Crea— es, después de Grezzi, la mayor fuente de conflictos para el Gobierno de Ribó en la ciudad. Fue polémico el despido de una decena de enchufados del PP a los que se les pagaron 261.000 euros en indemnizaciones, y aún más polémica resultó la contratación de sus sustitutos —ninguno con discapacidad— mediante un proceso público de selección del que casualmente salieron elegidas personas muy cercanas a Podemos y Esquerra Unida, integrantes de València en Comú, la coalición que controla Las Naves a través del concejal de Innovación, Jordi Peris, y de su mano derecha y director de la Fundación Inndea, Rafael Monterde.
Ribó respaldó entonces a Peris y a Monterde, como lo ha hecho en la reciente no renovación del contrato de la cafetería después de solo un año, sin justificarlo según la empresa, que ha acusado a Monterde de causarle un grave perjuicio al no darle tiempo a amortizar la inversión que había hecho. Lo cual nos obliga a estar atentos a quién es el nuevo adjudicatario, no vaya a ser del círculo de alguien.
La deriva de Las Naves como espacio cultural ha sido analizada de sobra en Valencia Plaza y de ella dio explicaciones recientemente Jordi Peris en una entrevista.
Sin embargo, esa deriva puede ser lo de menos si la gestión continúa acumulando irregularidades y actuaciones sospechosas como las señaladas por la auditora. Y todo indica que continúa, como publicábamos este sábado, con la firma de un convenio —el segundo— de 8.000 euros con una fundación impulsada por la hermana de Sara Verdú, una de las trabajadoras vinculada a Podemos y València en Comú contratadas en el polémico concurso dirigido por Monterde.
Burlar la ley, responder "y tú más" a las críticas de la oposición y calificar de "poco significativas" las irregularidades que dectectan las auditorías es lo que hizo el PP durante años, en los que nunca pasó nada y ganaron elección tras elección. Hasta que empezaron a caer las denuncias y la justicia se tomó en serio su obligación de control.
Los responsables de los días de vino y rosas se excusan en que "eran otros tiempos" y en que "entonces nadie dijo nada". De los de ahora se espera otra actitud, porque son otros tiempos y porque ahora, como entonces, sí hay alguien que señala con el dedo, por más que Ribó no valore los datos de la auditoría "con la importancia que algunos medios de comunicación le dan".