El presidente del Colegio de Enfermería de Valencia denuncia el "olvido" de la Administración hacia su profesión y se muestra muy crítico con el intrusismo
VALENCIA.- De su taquilla extrae un botiquín con utensilios de enfermería propios de tiempos pasados. Las manos de Juan José Tirado, presidente del Colegio de Enfermería de Valencia, recorren con cuidado las jeringuillas, tijeras y sondas con las que pretende crear un museo virtual. «Nunca pensé que sería enfermero, mucho menos presidente, pero en la vida vas cogiendo ramas», comenta. Tras desarrollar la mayor parte de su carrera al frente de una residencia de geriatría, ahora imparte clases en la Universidad, gestiona sus empresas y atiende a todos los asociados en apuros desde su despacho de Polo y Peyrolón. Su labor es la defensa de una profesión todavía feminizada (el 80% siguen siendo mujeres), en fricción con otras áreas sanitarias y, en su opinión, «olvidada» por la Administración. «Cada norma que sale parece hecha para fastidiar a los enfermeros», manifiesta con rotundidad.
—¿Se refiere a la actual o a la anterior Generalitat?
— A ambas. Cada vez que sale un decreto, de forma generalizada, nos acaba perjudicando. Somos una profesión con especialidades sin adscripción a puestos de trabajo, una cuestión que sería impensable en otros sectores. A la vez, tenemos plena competencia técnica y científica por ley pero dependemos en muchos casos de otros profesionales, como sucede con la prescripción o en las valoraciones de dependencia. No se entiende que no haya un enfermero en estas áreas.
—Se quejó en su día de que se habían «olvidado» de ustedes en el Plan de Salud.
—Dentro de la Comunitat hay más de 26.000 enfermeros trabajando, y hacen falta mil más para adecuar la carga de trabajo, lo que quiere decir que somos el colectivo sanitario más importante que existe. Sin embargo, no tenemos a nadie que nos represente dentro de la Conselleria de Sanidad. Se creó la Dirección General de Farmacia, por ejemplo, pero no la de Enfermería.
— ¿Ha mantenido alguna reunión con Carmen Montón para quejarse?
— Una sola, cuando llegó. Y parece que no le gustó que le dijera que no había ninguna enfermera en su departamento, cosa que no entendí. Después he tenido un encuentro más positivo con el nuevo secretario autonómico, Narcís Vázquez, sobre las plazas de Enfermería en las OPE. Y tenemos una visión muy parecida a la de Sandra Casas, secretaria autonómica de Servicios Sociales y Autonomía Personal, en lo que se refiere a cambiar el paradigma de atención.
— ¿Se debería apostar por la medicina preventiva más que paliativa?
— Sólo hablar de medicina preventiva ya hace ver cómo pensamos: si uno tiene salud no necesita medicina, sino promoción de su autonomía y otro tipo de profesionales de la salud. Ante una población tan envejecida, o se cambia el paradigma o no habrá recursos para todos. Siempre le digo al Consell que me da igual que destine el 50% de los presupuestos a Sanidad, como si es el 80%. No servirá para nada mientras se sigan usando de manera incorrecta.
— También se han mostrado críticos con el «ninguneo» a la enfermería escolar.
— Llevamos años con este proyecto y siempre nos hemos encontrado con una puerta cerrada. En la Ley de Protección del Menor existe la figura de la enfermera en los colegios de Educación Especial pero nuestra idea es que se encuentre en todos. Y no hablamos de enviar a enfermeras de Atención Primaria sino de crear una figura específica que, además de curar a un niño, le enseñe cosas.
— Mantienen un litigio judicial que ha llegado hasta el Tribunal Supremo con el Colegio de Técnicos Sanitarios de la Comunitat. ¿A qué responde esta enemistad?
— Hay que hacer historia. Cuando apareció la FP Sanitaria, los enfermeros perdimos especialidades de trabajo que fueron cubiertas por los Técnicos Sanitarios. Y eso que nos encargamos de formarles en rayos, anatomía patológica, análisis clínicos... ¡Pero es que encima nos denunciaron! Pedían que los enfermeros que hasta entonces habían estado en esos puestos los abandonaran, en vez de esperar a que se jubilasen para ir entrando. Ahora no van a venir a decirnos que son una profesión. En la ley existe una clara diferenciación entre lo que es profesión sanitaria, con competencia técnica y científica, y lo que son profesionales sanitarios, con tareas y actividades.
— Y ustedes les han denunciado como institución colegial. ¿Por venganza?
—De venganza nada; es que no pueden ser un colegio. No tengo animadversión contra los técnicos, pero tú no puedes querer hacer lo que hago yo, cuando yo soy universitario y tú no. El técnico no está para tocar al paciente o hacer curas sino para manipular la máquina, limpiarla... Son un colectivo muy beligerante, nosotros sólo nos hemos defendido.
«No puedes hacer lo que hago yo, cuando yo soy universitario y tú no. El técnico no está para tocar al paciente»
— Han impartido formaciones sobre homeopatía y otras terapias naturistas. ¿Son partidarios de ellas?
Las terapias alternativas son en realidad complementarias. Yo mismo he ejercido como acupuntor. Ahora la postura de casi todos los médicos es ir en contra de la homeopatía porque no está demostrada de forma científica pero no se oponen a que las recetas homeopáticas sean médicas... ¡Qué contradicción! Aquí contamos con un grupo de terapias que practica acupuntura, reiki, taichi,… Lo consideramos formación dentro de la autonomía personal. El Colegio da cabida a todo aquello que pueda mejorar el cuidado de las personas. Y si eso se consigue con un placebo o una hierba, bienvenido sea.
— Entonces estamos diciendo que la homeopatía es placebo a precio de oro.
— Al no estar científicamente probada, puede ser placebo o puede tener un resultado. La ciencia debe recogerse mediante trabajos científicos de rigor; yo te estoy hablando del día a día. En mi vida profesional he utilizado mucho placebo con personas mayores que estaban supermedicadas y, al darles cápsulas vacías, las he ayudado. En cuanto a los precios, sí que puede ser pero a la gente hay que darle algo, aunque luego no sirva para nada, y la homeopatía daño no te va a hacer.
— ¿Qué le parece la polémica en torno al veto de los estudiantes de la privada para hacer prácticas en hospitales públicos?
— Me parece una medida injusta. Tengo compañeros cuyos hijos han querido ser enfermeros o médicos pero no han tenido la nota de corte y han decidido hacer el esfuerzo económico para matricularlos en la universidad privada. Y todo ello para utilizar, en su formación, recursos que ellos pagan a través de los impuestos. Otra cosa es que la Conselleria hubiera negociado con las universidades privadas, que son las que ganan el dinero, el pagar unas tasas a la Sanidad Pública.
— En estos momentos, ¿le aconsejaría a los jóvenes que estudiaran Enfermería?
— Qué pregunta... La enfermería necesita una medida urgente: que todos los jóvenes se impliquen en política, que haya enfermeras en política. Urge otra visión social de la salud que sólo nosotros podemos aportar. En el momento en el que cambie este paradigma, te diría que sí.
* Esta entrevista se publicó originalmente en el número 26 (X/2016) de la revista Plaza