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tribuna libre / OPINIÓN

El PSOE necesita otra Transición

Foto: A. PÉREZ MECA/EP
18/06/2023 - 

Con ocasión del 40º aniversario de la primera victoria socialista, el año pasado Ignacio Varela y Sergio del Molino publicaron Por el cambio y Un tal González, dos magníficos libros que nos metían de lleno en el corazón del PSOE de la Transición.

Cuando murió Franco, el PSOE no tenía ningún manual de instrucciones que garantizara su éxito. Al contrario, era un partido de apenas 3.000 militantes que había hibernado 40 años a la sombra del PCE y ni siquiera tenía el futuro asegurado. Hasta tuvo que pelear por la homologación de la Internacional Socialista, ya que en España había otros partidos con la misma etiqueta.

Fue la inteligencia política del "tal González" y su equipo, junto al apoyo de la socialdemocracia alemana y otros aliados, lo que convirtió al puño y la rosa en una marca política atractiva para todos los públicos. La estrategia de llegada al poder y las prioridades de gobierno se definieron mediante un trabajo puramente elitista, en sintonía con el ambiente de la Transición.

González lanzó todos los órdagos necesarios al partido para llevarlo donde él quería y lo hizo arriesgándose a perderlo todo. Borrar el marxismo y convocar el referéndum de la OTAN ejemplificaron ese modelo de líder fuerte que sabe cómo conducir su partido para transformar el país.

Hoy el PSOE también tiene un líder fuerte, incluso más si nos fijamos en su exigua oposición interna, que son Page, Lambán y quizás ahora Puig. Pero dejando al margen los abismos que les separan, la diferencia de liderazgo que más llama la atención es su relación con el partido.

Mientras González quiso liderar el PSOE para hacer "que España funcione", como improvisaba hábilmente en una entrevista, Sánchez no ha dejado de manosearlo durante nueve años en función de sus intereses personales. De ahí que hayamos visto a un líder camaleónico con aspecto social-liberal, tono demócrata, alma socialdemócrata, espíritu socialista, rebelión izquierdista o encanto populista según el gurú de turno y su alma de tahúr le iban aconsejando.

Llama la atención no ya su éxito en mantener el apoyo de buena parte de la población, sino la sumisión de aquel gran partido que ha quedado reducido a un entorno de aduladores sin más perspectiva de futuro que disfrutar del poder mientras el jefe aguante.

Elecciones sorpresa, debates semanales, giro a la izquierda, giro al centro… Cada jugada de trile parece más claro que tarde o temprano el PSOE necesitará un nuevo Suresnes para sobrevivir como estructura de poder nacional. Ese renacimiento sólo tendrá éxito con un nuevo liderazgo que reconstruya los cimientos de la organización en todos los territorios. El PSOE ha de recuperar la capacidad de pilotar el país según unos valores y con estrategias mínimamente estables que contrasten con los cambios vertiginosos que vivimos a nivel nacional e internacional.

¿Con qué criterios formaba equipos González? ¿Qué nivel había en su Consejo de Ministros? ¿Por qué no se le puede imitar hoy? ¿No hay gente válida en el mundo de la universidad y de la empresa? ¿No hay funcionarios y diplomáticos brillantes que no le deban su futuro al carné del partido?

El PSOE no tiene ninguna necesidad de resignarse a ser el juguete roto de un chamán televisivo ni a depender continuamente de las ocurrencias y chantajes del arcoíris de izquierdas nacional-populistas que le rodean. Tampoco es obligatorio nadar en la mediocridad de los discursos de autoayuda ni fiarlo todo a la habilidad tuitera de un Rasputín 2.0.

La época, las personas y los problemas que afrontan los socialistas en 2023 son muy diferentes a los de 1982 pero en ambos momentos históricos se impone la necesidad de un líder con un proyecto transformador para España capaz de darle la vuelta a todo.

De la misma manera que el PSOE supo reinventarse para ser el que mejor leyó la sociedad española de los 80, en los próximos meses también tendrá que renacer para recuperar la capacidad de conseguir mayorías sociales en torno a las preocupaciones reales del ciudadano medio. Y aunque ya no veamos aparecer a ningún González, quizás el partido podría ayudar a mejorar el país con otro Sánchez, un tal García-Page Sánchez.

Josep Verdejo es periodista y máster en políticas públicas

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