teatro

El pulso de la Sala Ultramar

El teatro privado esquiva su cierre gracias a los 18.000 euros recaudados en una campaña de micromecenazgo

14/12/2021 - 

VALÈNCIA. La Sala Ultramar continúa echando el mayor pulso desde que subieran la persiana por primera vez, hace ya casi una década. El teatro privado, ubicado en el número 9 de la calle Alzira, sorprendía hace algunas semanas con la puesta en marcha de una campaña de micromecenazgo mediante la que, a través de distintas donaciones, esperaban esquivar su cierre. Y así ha sido. El balón de oxígeno se traduce en una recaudación de algo más de 18.000 euros, con los que la sala sorteará su complicada situación económica. "Nos ha ido bien con Verkami, ahora tenemos que seguir peleando para que todo lo que falta por sacar de ayudas públicas salga, porque hemos perdido mucho dinero [...] Con estos nos quedamos a cero". Estas palabras las firma Mertxe Aguilar, actual directora del centro, quien impulsó la campaña de recaudación que puso todos los ojos en un proyecto que se declaraba "en riesgo", un movimiento que también habla, en cierta medida, de la inestabilidad desde la que se trabaja en los sectores culturales. Así rezaba el mensaje que publicó la sala entonces: 

"El proyecto de la Sala Ultramar se encuentra actualmente en riesgo por motivos relacionados con la reducción de aforos y los resultados de la COVID 19 y la financiación institucional insuficiente. Desde la sala estamos haciendo el máximo esfuerzo para seguir ofreciendo una programación de calidad y con unas condiciones dignas para compañías, público y personal de la sala, pero actualmente y de forma puntual necesitamos ayuda. Por ello, apelamos al cariño que mucha gente tiene por la Sala Ultramar para poder conseguir este reto, en un momento tan complicado para la cultura"

El lanzamiento de la campaña fue una sorpresa, también, por la propia fórmula. Y es que, este tipo de plataformas de micromecenazgo suelen funcionar más bien como un modo de 'pago anticipado' y como método para que el creador que la impulsa tenga una estimación de la tirada de su producto, sea un juego o un álbum ilustrado, por ejemplo. En este sentido, el hecho de que una sala de teatro optara por esta fórmula para recaudar dinero para los propios gastos del espacio es, sin duda, algo extraño, un movimiento que habla de la compleja situación que atraviesa el teatro. "Es verdad que normalmente estas campañas suelen ser para editar un libro o un disco, proyectos muy concretos que tienen un principio y un fin. En nuestro caso se juntaron muchas cosas. Nosotras funcionamos, como todo el sector cultural de artes escénicas, porque hay una ayudas públicas que permiten llevar a cabo tu proyecto", explica Aguilar.

La directora de Sala Ultramar dibuja un panorama en el que la inestabilidad parece ser la norma -"largoplacista no se puede ser en un país como este"-, un circuito de salas que dependen en el día a día de las ayudas públicas, con lo que cualquier cambio en el sistema o en el calendario de las mismas puede dejar a las estructuras empresariales más débiles en jaque. "La cultura no es rentable, no se puede mantener por si sola. Es comparable a la Sanidad o la Educación. Si tuviéramos que pagar todo nosotras puede que la entrada en una sala como esta costara 50 o 60 euros. En taquilla no se puede sostener la cultura, no es posible". En este sentido, la conversación con la gestora cultural está continuamente salpicada por la dependencia de las ayudas, principalmente aquellas gestionadas por el Institut Valencià de Cultura (IVC), entre lo que se incluye el reciente conflicto en la partida a producción emergente. De hecho, apunta, es esto lo que ha sido clave en su situación y no tanto las consecuencias de la pandemia en la cultura. "No podemos decir que sea por el covid porque el ultimo trimestre de 2020, que fue el más delicado, o el primero de 2021, no fueron malos meses". 

La sala, que nació en el año 2012, daba este año un paso de gigante en su proyecto con el desarrollo de su primera producción, La Confiança, un montaje de Guadalupe Sáez dirigido por Eva Zapico que aborda temas como la violencia obstétrica, la gestación y la crianza, "las grandes olvidadas de la lucha por la igualdad de género". La obra se estrenó el pasado mes de mayo en la sala y poco después, en octubre, recaló en el teatro municipal La Mutant. El ambicioso proyecto, sin embargo, ha hecho mella en las cuentas de la sala, provocando un "agujero" económico que ha hecho que descarten, al menos a corto plazo, embarcarse en una nueva producción propia. "Ha supuesto un gran desembolso. Primero hay que recuperarse". Ahora, con los 18.000 euros de espectadores y amigos, esperan superar el mayor bache de su trayectoria.

Con todo, y aunque suene a cliché, el espectáculo debe continuar y en el caso de la Sala Ultramar la actividad vuelve esta misma semana. La compañía La ravalera aterriza en el teatro con Antimülleriana i altres cròniques del fracàs, una trabajo de "teatro documental que juega con la mezcla de lo que podía haber pasado y no pasó en la ceremonia de entrega de los Premios Max, a los que la compañía estuvo nominada". Formada por Núria Vizcarro i Laia Porcar, la compañía llevará del 16 al 19 de diciembre una pieza que habla del fracaso en una pieza que cuenta con testimonios de Andreu Signes o Pepa Cases. "No hemos ganado nunca nada, siempre hemos relativizado todas nuestras derrotas, hemos pensado que no pasa nada, que a la siguiente, que seguro que el otro lo hacía mejor, el otro, siempre hay otro que lo hace mejor y estamos cansadas de perder, queremos nuestro premio. ¿No lo querrías tú?".

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