Hoy es 4 de octubre
VALENCIA. El sarcófago de Blasco Ibáñez vuelve a casa. Con motivo del 150 aniversario del nacimiento del escritor, el sepulcro retornará al Museo de Bellas Artes de Valencia tras ser custodiado durante 16 años por el Centre del Carme, sede del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, un traslado que resultó alargarse en el tiempo más de lo esperado. La obra, realizada por el escultor valenciano Mariano Benlliure en 1935, fue concebida para el Panteón que diseñó el arquitecto Javier Goerlich Lleó por encargo del Ayuntamiento de Valencia y que nunca llegó a concluirse. Depositada en Bellas Artes por el consistorio, fue trasladada al Centro del Carmen en el año 2000 para formar parte de la exposición Mariano Benlliure/ Joaquín Sorolla. El Centenario de un homenaje, donde descansa desde entonces.
Las distintas instituciones implicadas ya mantienen reuniones para la organización de un traslado que no resulta especialmente complicado, un viaje de vuelta que será una de las estrellas del Año Ibáñez y para el que, por el momento, se barajan distintas fechas. Lo cierto es que el hecho de que la obra de Benlliure continúe en el Centro del Carme no es casual pues, una vez cerró la exposición que motivó su viaje, se decidió que formara parte del proyecto del Museo del siglo XIX y, posteriormente, de la visita histórico-artística del antiguo convento que fue sede del Museo de Bellas Artes y de la Real Academia de San Carlos, siendo desde entonces el Consorci el encargado de su custodia y divulgación, enmarcándolo dentro de la ruta de Mariano Benlliure.
Así pues, terminada la V fase de rehabilitación y remodelación del Museo de Bellas Artes y con motivo del año Blasco Ibáñez, la pinacoteca valenciana, el Consorci de Museus y el Ayuntamiento de Valencia han acordado su regreso al Museo para formar parte de su nuevo discurso museográfico. Exiliado en Francia tras la instauración de la dictadura de Primo de Rivera, fue allí donde lo enterraron, pues era su expreso deseo que sus restos no viajaran a Valencia hasta la llegada de la República. Con la repatriación efectuada en 1933, el nuevo gobierno encargó al arquitecto Javier Goerlich Lleó la construcción de un mausoleo y a Benlliure la confección del sarcófago, que entregó oficialmente el 29 de abril de 1935.
Los planes iniciales, sin embargo, se vieron truncados por la guerra civil. De todo el conjunto se construyó el cuerpo principal y se decoraron dos de los nichos laterales, uno con escenas de Los cuatro jinetes del Apocalipsis y otro con el de los Argonautas. El temor a que los restos fueran profanados llevó al gobierno a optar por trasladarlos a un nicho del cementerio civil, donde descansan desde entonces, pues la construcción acabó siendo derribada. “Aquí, en el cementerio civil, en un nicho con el alto relieve de mármol blanco tallado muy modern style se lee “Vicente Blasco Ibáñez” y sus fechas (creo). Nada más. Bastante abandonado. Pequeña. Un nicho. Nada…”, escribía Max Aub. De esta forma, el propio Consell Valencià de Cultura propuso en 2005 que finalmente se utilizara el sarcófago para el cometido para el que fue creado y así “la inscripción “VALENCIA A BLASCO IBÁÑEZ”, que figura a los pies de la obra de Benlliure, volvería a cobrar sentido”.
El traslado del sarcófago se enmarca dentro de los actos de aniversario del nacimiento de Blasco Ibáñez, novelista y hombre de política, pues fue diputado en diez legislaturas, con el partido Unión Republicana y, después, en representación del partido de la Unión Republicana Autonomista (PURA). Destacan sus obras 'Arroz y Tartana', 'Cañas y Barro’ o 'Los cuatro jinetes del Apocalipsis', de la que se vendieron un millón de ejemplares y que le dio una gran proyección internacional, y además fue fundador del diario ‘El Pueblo’. Si bien el proyecto de Museo del XIX en el Centro del Carmen daba sentido a su custodia, lo cierto es que la nueva dirección del espacio, ahora centro de cultural contemporánea, también ha sido clave para optar por un traslado
Fue hace apenas dos semanas cuando el Consell aprobó el decreto por el que se declara 2017 como año Blasco Ibáñez, un ejercicio en el que se llevarán a cabo numerosos actos configurados a partir de una comisión conmemorativa adscrita a la Presidencia de la Generalitat y con un máximo de treinta miembros. De esta forma desde la administración se celebrará el 150 aniversario del nacimiento escritor valenciano “por su singular contribución a la vida política y cultural valenciana”, actos para los que se generará una marca conmemorativa propia, como ya pasara con el Any Pinazo, para el que se generó un rico programa de actividades con motivo del centenario de la muerte del pintor.
Serán miembros natos de la comisión el presidente de las Corts; el presidente de la Diputación de Valencia; el conseller de Educación, Investigación, Cultura y Deporte; la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Valencia; el presidente del Consell Valencià de Cultura; el presidente de l'Acadèmia Valenciana de la Llengua; los rectores de la UV, la UPV, la UJI, la UA, la UMH y la VIU; los presidentes de la Fundación Blasco Ibáñez, de la Asociación Blasco Ibáñez, de Acción Cultural Española, de la Hispanic Society of América y de la Fundación Bancaja; el decano de la Real Academia de Cultura Valenciana, y el director del Instituto Francés de Valencia.
Por su parte, el Ayuntamiento de Valencia ya ha iniciado algunos de los actos en homenaje al escritor. El pasado 10 de enero presentaron el libro Blasco Ibáñez. Su vida y su tiempo, una biografía editada por el consistorio en colaboración con la Fundación C.E. Vicente Blasco Ibáñez que recoge recuerdos personales guardados por su hija. “Blasco Ibáñez [fue] un valencià universal, no solamente porque captaba el sentir de nuestra tierra, nuestras gentes y nuestros paisajes, sino también porque supo dar testimonio de la época que le tocó vivir como la Primera Guerra Mundial lo que retrató en su obra “Los cuatro jinetes del Apocalípsis”, indicó el alcalde de Valencia, Joan Ribó, durante la presentación, en la que estuvo acompañado por la concejala de Cultura, Glòria Tello; el presidente de la Fundación Centro de estudios Blasco Ibáñez, Ignacio Soler Serrano y el coordinador del libro, Emilio José Sales.