BANGKOK. (EFE/Gaspar Ruiz-Canela) En los últimos diez años, las empresas españolas han aumentado su presencia de forma paulatina y constante en el Sudeste Asiático, un mercado dinámico y en proceso de integración de 622 millones de personas.
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), formada por diez países, es uno de los principales receptores de inversión extranjera y aspira a convertirse en 2020 en la quinta economía del mundo.
Solo en Tailandia el número de las firmas españolas ha pasado de 15 a 40 en la última década. Acerinox, Ferrovial, Roca, Gas Natural, Repsol, Amadeus, Fagor, Indra, EADS-Casa (Airbus), BBVA, Inditex, Camper, Mango y Pascual son algunas de las compañías españolas instaladas en una o varias capitales de la región.
También se encuentran otras firmas más pequeñas como Hormesa, una empresa con diez empleados en Tailandia que fabrica hornos y equipamiento para la fundición, transporte y tratamiento de metales, principalmente aluminio.
"Tenemos algunos clientes en Malasia, pero de hecho la mayor parte de nuestro volumen de negocio es en Tailandia (uno 90%)", explica a Efe José Sánchez Moreno, el director gerente de la empresa situada en la provincia de Nakhon Pathom, colindante con Bangkok.
Rodeado de sacos de barras de aluminio y carcasas de hornos de fundición en su nave industrial, el empresario español afirma que las mayores dificultades en Tailandia son la financiación y que las autoridades obliguen a casi todas las empresas extranjeras a tener un socio local.
En su opinión, en España falta más apoyo público a las pymes y el empresario español se ha lanzado al mercado exterior como un "quijote", aunque cada vez la formación y el conocimiento del extranjero son mayores.
El empresario, nacido en Toledo hace 55 años y en Tailandia desde hace 12, subraya que en su trabajo pasa largas jornadas en la carretera y entre calderas dentro de naves industriales, una imagen alejada de los despachos con moqueta y sillones de cuero.
"A veces puedo estar un mes, dos semanas, sin venir (a la oficina)", asevera Sánchez, que tiene a empresas del sector automovilístico entres sus clientes.
Samuel Martínez, un pacense de 36 años, comenzó a trabajar en Tailandia para Solventia, una empresa de energía solar, en 2012 y, desde el año pasado, es el gerente de Maetel (del grupo ACS) para el Sudeste Asiático.
"Lo mejor de ASEAN es el crecimiento, que son ágiles en cualquier operación, es fácil empezar", dice a Efe Martínez, que explora posibles proyectos de energía solar en la región, principalmente en Malasia.
En su opinión, lo "más complicado" de la región es la barrera del idioma, la diferente cultura de los negocios y las divergencias entre los distintos países.
En ASEAN comparten escena el régimen comunista (aunque cada día más capitalista) de Vietnam, el populoso archipiélago indonesio de mayoría musulmana, el centro financiero de Singapur, la creciente aunque pobre Filipinas y Tailandia, actualmente bajo una junta militar proinversión.
El bloque se completa con la dinámica Malasia, el sultanato petrolífero de Brunéi, la autoritaria Camboya, la aislada Laos y la inestable Birmania (Myanmar).
Según datos de la ASEAN, el balance comercial entre el bloque y España (más de 11.000 millones de euros con un déficit español de unos 4.000 millones) supera al de países como Austria o Suecia, pero se encuentra aún por debajo del registrado por Alemania, Francia e Italia.
Las inversiones españolas en la región ascendieron el año pasado a más de 435 millones de euros, un aumento notable respecto a 2016 gracias a un gran incremento en Indonesia y Singapur, de acuerdo con las cifras de la entidad pública ICEX España Exportación e Inversiones.
María Simó, responsable de la Oficina Económica y Comercial de España en Tailandia, reconoce los obstáculos y opina que las empresas españolas tendrían más oportunidades de lograr licitaciones en la región si tuvieran presencia permanente.
"Aunque (ASEAN) en teoría desde el 2015 es un área económica, el problema es que los países (miembros) son competidores y entonces son muy proteccionistas. Hay cero armonización de legislación y el grado de desarrollo es muy diferente", puntualiza.
Al mismo tiempo, las empresas con presencia en una capital de ASEAN se benefician de "aranceles preferenciales" con otros países de la región y con los que tengan tratados de libre comercio, como ocurre con China o Nueva Zelanda.