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CHARLES HUURMAN, PADRE DE 'HIPERREALISMO ABSTRACTO"

"El tattoo sólo necesita su Banksy para entrar en los museos"

Arruinado a los 23 años, pasó de pintar al óleo a hacer tattoos por casualidad. Hoy Charles Huurman es uno de los artistas de la piel más cotizados del mundo

25/10/2015 - 

VALENCIA. En los últimos siete años, desde que se arruinó con su primer negocio, ha viajado tanto por el mundo que se ha hecho valenciano por decisión, ya que aunque nació en Madrid (1982), fue en Picassent donde pasó su infancia. Allí comenzó a pintar al óleo; hoy Charles Huurman es uno de los tatuadores más reconocidos del planeta gracias a un estilo, el ‘hiperrealismo abstracto’ que ya cuenta con imitadores –también con alumnos– en todo el mundo.

Huurman ha conseguido, desde su salón Utopian Tattoo Tribe (en Kilkenny, Irlanda), convertirse en una de las primeras estrellas del tatuaje internacional. Su más de 25.000 seguidores en Instagram son una prueba de ello. “El mundo del tatuaje está cambiando mucho, y una de los aspectos en que más se nota es el la importancia de los artistas. Ahora en una convención te paran, te piden autógrafos, fotos… eso hace unos años era impensable”, explica.

Huurman responde a las preguntas en la delegación de Utopian Tattoo Tribe que ha abierto en Valencia. Tiene a la agenda completa –sólo atiende con cita previa– hasta finales de diciembre, y la mayor parte de sus clientes son gente de fuera de la Comunitat, muchos de ellos extranjeros.

La idea de estos salones -nada que ver con los que proliferan como setas por todos los barrios de España- es ser punto de encuentro para que el que los profesionales aprovechen para depurar sus técnicas e intercambiarse secretos, una forma de transmitir su conocimiento que recuerda al de los magos. Utopian Tattoo Tribe abrirá sus puertas el día 2 de noviembre, pero Huurman tiene la agenda llena de compromisos hasta diciembre y de ellos, más del 20% son de gente de fuera de España.

De su experiencia en Los Ángeles -no olvidemos fue empresario- ha aprendido también las bases del negocio. “No sé cuántos salones hay pero igual digo 10.000 y me quedo corto. Hay calles en las que todos los locales son salones pero los baratos y en los que entras y te atienden suelen estar vacíos; los más caros y con cita previa, llenos”. Teniendo en cuenta que un dibujo es para toda la vida, independientemente del coste, a la larga resulta barato. Salvo si es malo, que se convierte en una especie de una pequeña condena en la piel.

“Esa es otra de las cosas que está cambiando en el mundo del tattoo. Ahora la gente viaja por el mundo, de convención en convención, buscando a un determinada tatuador para el que ha reservado una parte de su cuerpo. “Son lo que llamamos collectors, gente de alto poder adquisitivo que acumula tattoos de personas como de Dmitriy Samohin, Nikko Hurtado, Shige o Emily Rose Murray, y que son auténticos museos andantes”, explica.

Una de las claves del éxito de Huurman ha sido su forman de trabajar. En Utopian Tattoo Tribe hay un equipo estable con algunos de los mejores de su especialidad. Entre otros Jaime Tud (el tatuador oficial del ex campeón del mundo de boxeo Manny Paquiao), Jade García (una leyenda de la Old School), Caro Blackswan (experta en el nuevo estilo acuarelas), el polaco Kuba (uno de los mas reconocidos en geometría) o Pincho, uno de los piercers y modificadores corporales más reconocidos de España.

Una nueva época

“No creo que los tatuajes sean una moda, en el sentido de que es algo pasajero, sino que están para quedarse. Lo que sí está cambiando es cómo se decora la piel. La gente empieza a entender que un tattoo es para toda la vida, así que cada vez está dispuesto a pagar más y, sobre todo, a buscar algo que sea original, exclusivo, que le identifique. Por eso la autoría es algo que cada día se valora más”, explica.

Los cambios se están produciendo en varios niveles y afectan, claro está, a los artistas. “Lo del tatuador autodidacta es cada vez más cosa del pasado. Ahora necesitas un bagaje técnica, tanto práctico como teórico, muy importante. De los que se trata es de respetar las reglas del tatuaje, como las que rigen la Old School o el estilo japonés, y adaptarlo a las técnicas de pintura”, señala.

Se podría, por ejemplo, plasmar la luz de Sorolla en un tatuaje. “Sin duda. Si se puede hacer sobre un lienzo se puede hacer sobre la piel. Además la tecnología ha evolucionado mucho y hemos pasado de cuando los artistas se hacían sus agujas a unos aparatos diseñados por ingenieros con funciones que no sabes ni para qué sirven”, apunta.

Practicar, practicar

Sólo en los últimos meses, Huurman ha conseguido el primer premio en las convenciones de Copenhagen, Dublín y Madrid. Llegar aquí no ha sido fácil. “Empecé a tatuar por casualidad, me lo pidió un amigo”, recuerda. De su padre había aprendido a pintar al óleo y decidió aunar ambas técnicos. “Lo siguiente fue recorrerme salones de medio mundo tatuando y aprendiendo técnicas diferentes. Eso es lo que me permitió tener un estilo propio, el hiperrealismo abstracto, y lo que me ha permitido hacerme un nombre”, explica.

¿Entrarán los tatuajes en los museos algún día? “No te quepa la mejor duda”, apunta. Sólo falta que aparezca alguien como fueron Bansky o Keith Haring al graffiti y consiguieron que lo que antes se veía como vandalismo se convirtiera en obras de arte.

Aprender a decir que no

Cuándo dice “no” un tatuador. “Pues casi a diario y por muchos motivos. Una vez me vino una madre que quería que a su hijo, menor de edad, le hiciera una rosa en la cara. Tuve que explicarle que eso podría afectar a su vida laboral. En otras ocasiones me piden algo que yo sé que no va a quedar bien, y yo quiero que cuando alguien enseñe un tattoo me represente como artista, vean que es una obra mía y ni quiero ni puedo permitirme hacer nada si no voy a estar 100% satisfecho con el resultado”.

Negociar con el cliente se ha convertido en una parte de su trabajo. “Yo, por suerte, tengo un tipo de público con un cierto poder adquisitivo y si no es experto en arte, sí que tiene un mínimo de sensibilidad artística. Si le hablo, por ejemplo, de proporciones o de combinar colores sé que me va a escuchar. Él también quiere que su tattoo sea una obra de arte”, explica.

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