CASTELLÓ. Todavía no ha resuelto uno, y al sector azulejero se le presenta un reto nuevo. Enfrascado en la renovación tecnológica y con los precios del gas desbocados, ahora, tras el desembarco de la última arcilla ucraniana en el puerto de Castellón hace una semana, la principal industria provincial estima que tiene materia prima para alrededor de cuatro meses. Y aunque la guerra parase en breve, recuperar la actividad habitual en las explotaciones mineras de Ucrania y el tráfico comercial con occidente (algunos puertos han sido bombardeados) no sería tarea fácil para antes de ese plazo.
De ahí que actualmente el sector esté enfrascado en hallar alternativas al producto ucraniano, destaca el responsable del área de Materiales y Tecnologías del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE), Javier García. En este sentido, y aunque es cierto que en los últimos años el clúster ha tratado de abrir nuevas zonas de procedencia de materia prima con cargamentos de Rumanía y Turquía -que se suman a otras zonas anteriores como Portugal y Reino Unido, recuerda García-, lo cierto es que el año pasado más del 70% de la arcilla importada llegó de Ucrania, con más de 1,7 millones de toneladas.
Así, suplir este importante volumen es el principal problema. "Nadie sabe de dónde se puede sacar" tal tonelaje en tan corto espacio de tiempo, remarca García. No en vano, multiplicar la productividad de las minas no es tarea fácil, ni tan siquiera de las españolas que también abastecen al sector (aproximadamente el 40% de la arcilla blanca procede de explotaciones españolas).
De ahí que en el ITC no cesen de recibir, en las últimas semanas, nuevos productos. "Nos llegan arcillas que hasta ahora no se gastaban, de distintos orígenes, que por supuesto desde las empresas no nos detallan", reconoce el responsable del área de Materiales. No en vano, no es hasta analizar la viabilidad de la nueva materia prima cuando las azulejeras firman los acuerdos con los empresarios mineros.
Con estas arcillas, y las que ya se conocen, las compañías azulejeras tratan de minimizar la dependencia de Ucrania. Y para ello están "modificando las formulaciones", de forma que puedan obtener características similares, pero nunca iguales, a las de la arcilla al norte del Mar Negro.
Esto tampoco es sencillo. Así, por ejemplo, aunque las explotaciones ya conocidas y alternativas a Ucrania permiten la fabricación de determinados productos (fundamentalmente porcelánico y esmaltado), es más complicado que posibiliten algunos formatos que demandan los mercados, como las láminas grandes y blancas, que además muchas veces se colorean, apunta García. Y es que el producto ucraniano "aporta blancura, prensabilidad y resistencia mecánica antes de la cocción", es decir, es más flexible, señala el experto.
No es pues una perspectiva halagüeña la que se cierne sobre la principal industria castellonense (y sobre la cerámica italiana, también dependiente de la arcilla del este de Europa). Esta se suma a la incertidumbre generada por los precios del gas... por no hablar de las dudas que ya deja entrever el mercado debido a los sobrecostes que el azulejo se ha visto obligado a aplicar por estas razones.