VALÈNCIA. Lo primero que nos viene a la cabeza al pensar en Elche es su Dama, ese icono íbero que se ha convertido en una de las esculturas más célebres del mundo. Lo segundo son las palmeras, símbolo de oasis y fertilidad. Pero Elche es mucho más que eso, es naturaleza, es playa, es gastronomía y es cultura, como bien demuestran los tres Patrimonios de la Humanidad de la UNESCO de los que presume: El Palmeral, la representación festiva del Misteri d’Elx y el Museo escolar de Puçol.
A solo nueve kilómetros del aeropuerto de Alicante encontramos esta encantadora ciudad, una de las más antiguas de nuestro país, que bien merece una visita también en invierno ya que las amables temperaturas de las que goza la Comunitat Valenciana español y sus más de 300 días de sol al año invitan a disfrutar de paseos, de terrazas y de un sinfín de actividades al aire libre.
Es casi obligado arrancar la visita adentrándonos en El Palmeral, el mayor de Europa, con cinco kilómetros de superficie y con más de 200.000 ejemplares de palmeras, que son un testimonio vivo de la influencia de la cultura árabe en la región. En los 12.000 m2 del Jardín Huerto del Cura encontraremos además de palmeras, una gran variedad de plantas tropicales y mediterráneas, un fabuloso jardín exótico declarado Jardín Artístico Nacional en 1943.
Y entre todas las palmeras, una destaca sin duda: la Palmera Imperial, que se yergue majestuosa con siete brazos que le crecen del mismo tronco. Debe su nombre a la Emperatriz Elisabeth de Austria, más conocida como Sissi, que quedó fascinada cuando visitó el palmeral en 1894.
Si vamos con niños -y aunque vayamos sin ellos- nos divertirá jugar a descubrir las curiosas formas que muestran algunos de estos ejemplares: reconoceremos la Palmera del Candelabro porque del tronco le brotan 5 brazos, o la Palmera del Tornillo, cuyo caprichoso crecimiento en espiral la hace única. Y por supuesto es casi obligatorio hacerse en una foto en la Palmera del Forat, un ejemplar que presenta un curioso agujero en el centro del tronco y que da lugar a entrañables instantáneas.
El recorrido por las calles y plazas del centro histórico de Elche nos permitirá descubrir la combinación de construcciones monumentales como la Basílica de Santa María, El Alcázar de la Señoría o la Torre de la Calahorra, testimonio de un rico pasado.
Pero si nos hemos quedado con más ganas de naturaleza, una buena opción es acercarnos hasta uno de los dos Parques Naturales de Elche, que cuentan con diversas rutas señalizadas, y donde los amantes de las aves disfrutarán a lo grande.
Hasta 172 especies se han contabilizado El Parque Natural El Hondo, entre ellas los flamencos, las garzas y también algunas aves en peligro de extinción como la cerceta pardilla. Este humedal, que forma parte de la antigua albufera de Elche, creada por la desembocadura del río Vinalopó y desecada casi en su totalidad entre la Edad Media y el siglo XVIII, para convertirla en terreno cultivable, es el hábitat de numerosas especies de aves migratorias en sus más de 2.400 hectáreas. Las pasarelas y los observatorios permiten al visitante apostarse para observar la actividad de las aves, tanto en los embalses como en los cielos, y disfrutar de paso de extraordinarios atardeceres.
Por su parte, el Parque Natural Las Salinas, situado en los términos municipales de Elche y Santa Pola, comprende una zona de explotaciones salineras, unas charcas de agua salobre, una orla de saladares y una franja de playas y dunas. Declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, este parque combina la belleza de sus paisajes salinos con la riqueza de su biodiversidad. Recorrer los senderos que serpentean a través del parque es adentrarse en un entorno único y ser testigo de cómo levantan el vuelo los coloridos flamencos, las aves más características del parque, con concentraciones que a veces superan los ocho mil ejemplares. El parque dispone además de un centro de visitantes y de un Museo de la Sal.
Hacer una ruta ornitológica, conocer la ciudad desde un globo o hacer actividades de multiaventura, todo eso es posible en Elche.
Y para los incondicionales de la playa, también hay plan: seis extensas playas de arena fina y blanca, en su mayor parte vírgenes, nos están esperando. Si viajamos al norte del litoral ilicitano, veremos que en las playas de L’Altet, Los Arenales del Sol y El Carabassí las dunas de arena fina son las protagonistas. Si nos dirigimos hacia el sur, a las playas de El Pinet, La Marina y Les Pesqueres-El Rebollo veremos cómo van apareciendo las extensas pinadas.
Y, tras una jornada de intensa actividad, nos hemos ganado saborear la gastronomía de la zona. La rica huerta, que proporciona una amplia variedad de productos frescos durante todo el año sumada a la proximidad de la costa, que provee de pescados y mariscos frescos, marcan la historia culinaria de la población.
El plato más conocido es el delicioso arroz con costra, aunque también hay que destacar el arroz con conejo y caracoles o el tradicional puchero con pelotas. También son muy apreciados el mujol del Hondo con all i oli y el marisco del litoral.
De postre, un fruto de la tierra, no en vano Elche es famosa por su producción de dátiles, higos y granadas.
Y porque todo viaje empieza en la imaginación, para ir abriendo boca y preparar nuestra escapada, podemos asomarnos a la webcam de Elche que nos regala una panorámica del casco antiguo de la ciudad a tiempo real.