Aunque suene a tópico por tantas veces repetido, la verdad es que los españoles nos jugamos mucho el domingo 9 de junio, día en que se celebran elecciones al Parlamento Europeo. Nadie duda de la enorme trascendencia de estas elecciones para el futuro inmediato de una Unión Europea que se enfrenta a enormes retos y desafíos globales que le obligan a reorientar su agenda de prioridades políticas. Una agenda que debe tener la influencia y la presencia decisiva de España y en la que ha de resonar la voz europeísta de los valencianos, de sus sectores productivos y especialmente de un mundo rural que queremos que sea viable y con futuro.
En el ámbito interno, este domingo será la primera ocasión, desde las elecciones generales de julio de 2023, en la que todos los españoles nos podremos pronunciar en unos comicios a nivel nacional sobre lo acontecido en nuestro país desde entonces y, a la vez, enviar un nítido mensaje a Europa.
España ha contribuido de manera notable a la construcción del proyecto europeo y su pertenencia a la Unión Europea es la historia de un éxito compartido por la inmensa mayoría de ciudadanos, que se han beneficiado de un incremento considerable en su bienestar gracias a la política de cohesión o la Política Agrícola Común (PAC).
Pero por desgracia lejos queda el reconocimiento internacional cosechado por España gracias al liderazgo de presidentes como Felipe González o José María Aznar, que con lealtad a la Unión combinaron la ambición europeísta (una política de Estado consensuada con la oposición) con la defensa de los intereses de nuestra nación.
Si queremos que España cuente en Europa, urge recuperar el peso que nos corresponde y que se ha perdido por el desprestigio en que Sánchez ha sumido la imagen exterior de nuestro país y por su total irrelevancia en la Unión Europea, donde ya se le conoce bien por su radicalismo, la ruptura de consensos nacionales e internacionales, los casos de corrupción y la erosión del Estado de Derecho en España.
El proyecto divisivo y populista de Pedro Sánchez es la antítesis de los principios y valores de libertad, reconciliación, solidaridad, igualdad y convivencia que la Unión Europea simboliza y que impulsaron grandes prohombres como Monnet, Schuman, Adenauer o De Gasperi.
Con estos mimbres, ¿es creíble que el Partido Socialista sea capaz de defender los intereses de España en el Parlamento Europeo? Para colmo, resulta alarmante que la cabeza de lista socialista sea nada menos que la ministra Teresa Ribera, la de los recortes del agua para los valencianos, la que ha gobernado contra agricultores, ganaderos y pescadores, con la típica arrogancia progre, desconocimiento y desprecio hacia el sector primario.
El Partido Popular, que se integra en la familia política más grande de Europa, se presenta a las elecciones con compromisos concretos en relación con los cuatro grandes desafíos de la Unión: el democrático, el social, el económico y el geoestratégico. Los compromisos del PP nacen de unas prioridades claras y coherentes con aquello que define a la UE: la democracia liberal y la economía social de mercado que pone a las personas en el centro.
Así, por una parte, el PP seguirá siendo garante de la defensa del Estado de Derecho frente a los ataques del Gobierno de Sánchez y las amenazas iliberales contra el proyecto europeo. Por otra, creemos en la construcción de una economía sólida y competitiva que cree empleo y apoye a los sectores productivos, porque sin esa base es imposible el bienestar social. En este sentido, el PP va a dar la batalla en la defensa del modelo social europeo, la apuesta por las familias, las oportunidades de los jóvenes y de unas clases medias que se han visto empobrecidas y que no pueden ser las grandes perjudicadas por la inflación o la crisis energética.
En cuanto al sector primario, que es vital y clave en la Comunitat Valenciana, quiero destacar que el PP ha asumido sus demandas y va a ser su voz ante las instituciones europeas, exigiendo una simplificación real de la Política Agraria Común y cambios en la política comercial, luchando contra la competencia desleal, apostando por medidas a favor del relevo generacional, la competitividad y la rentabilidad, frente a los elevados costes de producción o la sequía, proponiendo un Pacto Europeo del Agua que aborde infraestructuras hídricas y haciendo del agua una prioridad política europea.
El programa del PP se basa en el reformismo y no en imposiciones ideológicas. Por ello, hemos sido pioneros en materia de sostenibilidad ambiental y abogamos por una transición ecológica justa, compatible con el crecimiento económico, que debe ser una oportunidad y no un castigo para ciudadanos y empresas, y no puede suponer la criminalización ni la asfixia de nuestra industria ni de los sectores primario o agroalimentario.
El próximo domingo es el momento de alzar la voz. Para que se escuchen las demandas de los valencianos. Para seguir construyendo una Europa fuerte y próspera que cuida a las personas y es garantía de nuestros valores fundamentales. Para que España recupere influencia y protagonismo en las decisiones que nos afectan a todos. Para empezar a pasar página del sanchismo.