Este 13 de octubre se ha celebrado el Día Internacional para la Reducción de los Desastres, celebrado por primera vez 1991 por las Naciones Unidas, por lo que será ésta una oportunidad para exponerles diferentes sistemas de protección civil y emergencias
VALÈNCIA. El mundo está en llamas de forma figurada y literal, las catástrofes nos acechan por culpa del cambio climático, las crisis políticas y humanitarias desafían nuestra forma de vida, varias veces hemos hablado de ello en estas líneas exigiendo una eficaz respuesta de nuestras autoridades, y es de lo que vamos a tratar.
En las últimas dos décadas han muerto a consecuencia de los desastres naturales una media de casi 75.000 seres humanos al año, y en el último año el IDMC (Internal displacement Monitoring Centre o Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno) ha contabilizado algo más de 24 millones de desplazamientos causado por las catástrofes naturales, estas cifras causan mucha zozobra, que se incrementa aún más, cuando vemos imágenes televisivas de edificios colapsando en México, coches arrastrados por las aguas en Puerto Rico, incendios incontrolables en California o el décimo séptimo sistema tropical del Atlántico Norte detectado por el Centro Nacional de Huracanes de los USA que lo ha llamado Huracán Ophelia y que en lugar de dirigirse hacia el Caribe, tiene una trayectoria denominada retrógrada, dirigiéndose hacia Europa.
Las diferentes instituciones públicas han ido respondiendo a lo largo de los tiempos frente a estos desastres naturales, así las Naciones Unidas, crearon en diciembre de 1999 la UNISDR (United Nations Office for Disaster Risk Reduction u Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres), como parte de la Secretaría General de la ONU, y que ha establecido una estrategia, el Marco de Sendai (población japonesa) para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. Este instrumento en general sirve para movilizar conciencias mediante acciones como la Campaña Sendai SIETE – Siete metas, siete años (2016-2022), o coordinar metodologías como los cinco indicadores adoptados por la Asamblea General de la ONU para medir el cumplimiento del citado Marco Sendai.
Por su parte en Europa existe un Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea que permite coordinar la asistencia entre los Estados integrantes, en el que además de la UE participa Islandia, Noruega, Serbia, Turquía y la Antigua República Yugoslava de Macedonia y Montenegro. Este instrumento se activa siempre que la magnitud de la emergencia sobrepase las capacidades de respuesta nacionales, y para todo tipo de desastres, como la epidemia del virus del Ébola en África Occidental (2014), las inundaciones de los Balcanes occidentales (2014), el conflicto en Ucrania oriental (2015), la crisis europea de los refugiados (2015-2016), el terremoto de Ecuador (2016) o los incendios de Portugal (2017), e incluso se puede activar como reacción a emergencias de contaminación marina, en ese supuesto se coordinará con la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM).
Este instrumento europeo, ERCC (European Commission's Emergency Response Coordination Centre, Centro de Coordinación de Respuesta a Emergencias), supervisa las catástrofes naturales 24 horas/7 días de la semana, y a diferencia del de la ONU es más operativo y menos dedicado a la concienciación y difusión, seguramente porque las estructuras estatales europeas están mucho más consolidadas y desarrolladas que las del resto del mundo. Además también se legisla en materia de protección civil en la UE, desde el 2013 se ha puesto “un mayor énfasis en la prevención de desastres y en la preparación, con una atención especial a la evaluación de riesgos nacionales y a la planificación de la gestión de riesgos”, que marcan los cuatro ejes de actuación, prevenir, preparar, evaluar y planificar.
En general, y de forma reduccionista, los sistemas de emergencias en Europa tienen un doble componente, por un lado profesional y por otro voluntario. Los servidores públicos (por lo tanto profesionales), además de los puestos directivos y administrativos, son básicamente Cuerpos de Bomberos, los Sapeurs-Pompiers franceses o el Corpo Nazionale dei Vigili del Fuoco de Italia, que tienen naturaleza civil y en unas ocasiones tienen carácter de funcionarios de la Administración Central del Estado (los casos que acabo de citar) u otras, como en España, tienen dependencia de las Administraciones Territoriales.
Respecto a los elementos voluntarios, se integran en los Sistemas Nacionales de Protección Civil. En Francia, por ejemplo, la componen 32.000 miembros pertenecientes a una misma asociación de carácter nacional y estructurada en sus departamentos (más o menos como las provincias), que se coordina con una Direction générale de la Sécurité civile et de la gestion des crises (Dirección General de seguridad Civil y de la gestión de crisis con 2500 componentes) a través de la Dirección Nacional de Operaciones (OED), y que depende del Ministerio del Interior; con tres niveles, por zonas de Defensa (varias regiones), por nivel departamental o por el Comunal (Local).
Por su parte, en Italia el Dipartimento della protezione civile (Departamento de la protección Civil) depende en cambio de la Presidencia del Consejo de Ministros, este departamento aunque con una identidad nacional del voluntariado, y como resultado de la descentralización administrativa tiene una autonomía local/territorial estruturandose en sus 21 regiones o provincias autónomas, complementándose con el resto del sistema nacional en base al principio de subsidiariedad vertical.
En España, como muy bien sabrán ustedes, nuestro sistema de Protección Civil se integra en el Ministerio del Interior que lo planifica y coordina a través de su Dirección General de Protección Civil y Emergencias. Aunque la parte ejecutiva y operativa recae en las Administraciones Territoriales, donde se integran en sus órganos respectivos, en Valencia por ejemplo en la Agencia de Seguridad y Respuesta a las Emergencias con su Director José María Angel Batalla a la cabeza, desde donde se coordinan las diferentes agrupaciones locales (voluntarias) de la protección civil.
Y llegados a este extremo surge la singularidad hispana en el mundo de la protección civil, única en el mundo a excepción de Francia y de su FORMISC ( Formations Militaires de la Sécurité Civile) creadas por el general De Gaulle. Esta excepcionalidad organizativa surge como consecuencia del incendio catastrófico de Guadalajara (con 11 muertos) en 2005, donde el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero ve la necesidad de crear unas unidades que complementen al sistema operativo de protección civil autonómico creando una unidad dependiente de la Administración Central del Estado y con naturaleza Militar, denominada Unidad Militar de Emergencias.
La UME, que acaba de celebrar su aniversario este 7 de octubre pasado, es una unidad de sobra conocida por todos ustedes por su participación en incendios y catástrofes varias. Su organización establecida en el Real Decreto 416/2006 se articula en una estructura territorial en base a un reparto de España en 5 zonas, con un batallón de Intervención en Emergencias por cada una de ellas, y cuyas cabeceras se encuentran en Torrejón de Azdoz (Madrid), Morón (Sevilla), Bétera (Valencia), Zaragoza y San Andrés de Rabanedo (León); teniendo en Torrejón la Jefatura de la UME, un Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias y un Batallón de Transmisiones de refuerzo, así como el componente aéreo del 43 Grupo del Ejército del Aire (los hidroaviones) y los helicópteros del BHELEME II del Ejército de Tierra (Betera), en total, 3.500 Cuadros de Mando y personal de Tropa y Marinería.
Pero además la UME no sólo ha desarrollado su labor en España, también ha tenido intervenciones en el extranjero, como ya hicieron las Fuerzas Armadas en el terremoto de Paquistán de 2005 y en el Tsunami de Indonesia de 2004, por ejemplo. Estas participaciones han consistido en media docena de oportunidades para demostrar el alto grado de preparación y una gran y rapida capacidad de reacción.
Estas intervenciones han sido las siguientes; primera a consecuencia del terremoto que azotó Haiti el 12 de enero de 2010, donde se desplegaron 37 soldados de la UME para ayudar en la búsqueda y rescate en Puerto Príncipe, capital del país; segunda en el año 2015, otro terremoto esta vez en Nepal hizo desplegar equipos especializados en abril, con 47 soldados; tercera en abril de 2016, en respuesta a otro terremoto esta vez en Ecuador, España desplegó a 45 soldados de la UME y 12 especialistas de la CCAA de Madrid que trabajaron como un solo equipo; en este 2017, han sido los incendios los iniciales motivos de proyección internacional, en Chile se produce la cuarta con 56 soldados de la UME desplegados en la Región Biobío a finales de enero; la quinta, en junio del 2017, 100 soldados pertenecientes a los batallones de respuesta a emergencias de León y Torrejón viajaron a Portugal para luchar contra los catastróficos incendios forestales de Pedrogrâo Grande; y en sexto lugar este mismo septiembre, por un terremoto, salieron 54 efectivos del equipo de Búsqueda y Rescate Urbano de la UME para colaborar en Ciudad de México, durante dos semanas hasta la primera semana de octubre. Y como colofón a todas estas salidas al extranjero informales que el Batallón de respuesta a emergencias en alerta para la próxima intervención internacional durante el mes de octubre es nuestro BIEM III de Betera a cuyo frente está el Teniente Coronel Javier Moreno, y que tienen un tiempo de reacción cortísimo, pues tienen que estar en tres horas subiendo al avión que los lleve a cualquier rincón del mundo.
Y ya para finalizar, estando en Valencia, en el mes de octubre y hablando del trabajo de las Fuerzas Armadas en desastres naturales, hay que recordar la riada del 1957; pues con ese motivo se inaugura la exposición “la Batalla contra el Barro” organizada por la Delegación de Defensa de la Comunidad Valenciana, con su Coronel Rafael Morenza a la cabeza, en la Fundación Bancaja (entrada por calle Del Mar) el día 18 de octubre, con imágenes inéditas, desde fotografías aéreas pasando por difíciles rescates hasta la distribución de alimentos etcétera, todo ello como parte del servicio que desde siempre las Fuerzas Armadas han rendido a la sociedad. Si me lo permiten, es altamente recomendable la asistencia, se lo aseguro, disfrútenla.