VALÈNCIA. Decía Daniel Suanchez, CEO y fundador de Zapiens, que cada vez que oía a algún emprendedor jactarse de haber levantado una ronda de no sé cuántos millones de euros la respuesta que le venía siempre a la mente era la misma: “pues nada, a ver ahora si levantas la empresa”.
A nadie hay que explicar que existen proyectos que, por sus tiempos de desarrollo y complejidad, exigen más capital que otros para su puesta en funcionamiento. Pero lo cierto es que son menos que más, al contrario de lo que sucede con las startups que se plantean pedir dinero desde el minuto cero.
Sin embargo, plantearse desde el principio una ronda como objetivo y mecanismo de financiación alternativo a la rentabilidad a través de las ventas, empieza ya a estar mal visto entre muchos emprendedores. “Se puede montar una empresa con 3.000 euros y facturar 235 millones”, es el título que dice Ricardo Fernández Flores que elegiría si tuviese que escribir un artículo sobre Destinia, la agencia de viajes online de la que es director general.