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PUNT DE FUGA / OPINIÓN

En esta crisis los ricos no harán un sinpa

13/11/2020 - 

Una reforma fiscal condensa, junto con el programa de presupuestos, la apuesta de cualquier proyecto político. Le pone ojos y cara a los principios políticos y es el mejor programa que podemos ofrecer a la ciudadanía

En primer lugar, estos presupuestos atienden a la pandemia que ha cambiado nuestras vidas y que, por desgracia, se ha llevado muchas otras. El refuerzo sanitario y de servicios sociales como la atención a mayores y dependientes es la principal apuesta. Su traducción es el incremento en asistencia sanitaria de casi mil millones de Euros o en atención primaria y dependencia o inclusión social, de un 22% y un 18% respectivamente.

La atención inmediata de las necesidades sanitarias no nos puede permitir perder de vista una segunda crisis que ha traído la Covid-19 a nuestras vidas, que es la crisis económica que están sufriendo todas las sociedades. El impulso para la reactivación y modernización es histórico y necesitamos tejer esa malla desde la cual nuestros comercios, agricultores, industrias puedan retomar con fuerza su actividad, no para ser como antes, sino para poder ser aún mejores.

En este sentido, miles de valencianas y valencianos van a necesitar la mano tendida de sus instituciones para poder mantener su hogar, hacer frente a las facturas o seguir levantando la persiana de su negocio. El Govern de la Generalitat también estará ahí con la mayor red de cobertura social de la historia del País Valencià. La llegada del Botànic propició el mayor incremento de servicios para la ciudadanía de todo el Estado, ahora la situación excepcional nos pone frente a frente con una situación inaudita y es una gran noticia que nuestras instituciones estén siendo capaces de responder. 

Si en la anterior crisis la cara más cruda fue la del destrozo en materia de vivienda, ventas de vivienda social, desahucios masivos de familias que se quedaban literalmente en la calle, estos presupuestos vuelven a apostar por la ampliación del parque público de vivienda, por la rebaja del precio de los alquileres y por la movilización de las viviendas vacías fruto de la especulación.

Pero si el capítulo de gastos es importante, el capítulo de ingresos es determinante. Decía Pepe Mújica “que estamos en política para cortar el tocino un poco más grueso en favor de los más débiles porque la política es elegir… y estás con la mayoría o estás con la minoría, y no se puede ser neutral, hay que tomar partido”. Nuestra reforma fiscal toma partido. 

En ocasiones las negociaciones se convierten en sujeto político y contribuyen a desarrollar la literatura novelesca de afinidades o desafecciones con características personales donde cada uno defiende una suerte de caprichos. Puede que cuando el PP decidía las comisiones que cada uno de sus miembros iba a robar de las construcciones de colegios fuese así, pero con los partidos que conformamos el Botànic lo importante en las negociaciones es la capacidad de vislumbrar horizontes compartidos entre proyectos políticos diferentes. Quizá en la primera reunión solo acordamos la necesidad de equilibrar la balanza en la salida de la crisis, recordando los estragos que el PP de los recortes había infligido en el pueblo valenciano mientras engrosaba las cuentas de sus amigos. 

Nuestra apuesta era decidida, la progresividad fiscal debía ir de los textos constitucionales a la norma y los presupuestos. Así, aquellas fortunas con grandes patrimonios y rentas muy altas tenían que asumir la responsabilidad, como la asume cualquier persona, para salir juntos de esta. Sin embargo, el mito neoliberal a veces se instala en los lugares más insospechados para adormecer los impulsos transformadores de las fuerzas progresistas y hay momentos en los que cuesta un poco más despertar esos principios que nos unen en la lucha por una mayor justicia fiscal y cohesión económica. Fueron necesarias varias reuniones, con una dedicación importante de todos los partidos, para llegar a un primer borrador de acuerdo que establecía las líneas generales: necesitamos reequilibrar nuestras sociedades para que la desigualdad no se lleve por delante los proyectos de vida de miles de valencianas y valencianos. Le pusimos rostro, números y texto a ese hilo que cose el Botànic y el resultado, tras nuevas jornadas de trabajo, es una reforma fiscal que no permite escalar un peldaño más hacia la meta de una sociedad más justa. Una reforma que eleva la tributación de las rentas altas y de los patrimonios multimillonarios para poder fortalecer la Sanidad, la educación o el acceso a la vivienda de toda la sociedad.

Sabemos que cuando un barco no avanza navega a la deriva y puede tener la tentación de volver a la orilla sin recordar qué le empujó a partir de ella, volviendo a cometer los mismos errores. Pero el Botánic ha decidido desplegar definitivamente velas hacia un modelo diferente al que nos llevó a la mayor crisis económica y política de esta democracia. Abandonamos lo que significó 2008 para todo el país, cambiamos de rumbo para dejar atrás la corrupción, el despilfarro y los caprichos de una clase privilegiada. Un cambio de rumbo que hoy nos permite apostar por una recuperación radicalmente distinta a la de un rescate bancario pagado con los salarios, los servicios públicos y los hogares de millones de españolas. Este pacto es una voluntad de cambio que ahora y en los próximos años debe traducirse en la capacidad efectiva de relanzar la economía y las condiciones de vida de la sociedad valenciana. Ante nosotros se levanta un reto desconocido y enorme, pero este acuerdo presupuestario es el compromiso de que no vamos a bajar los brazos.

Hoy demostramos que no solo en tiempo de calma el Botànic es capaz de dar respuesta a las necesidades de la sociedad valenciana. Sino que cuando somos golpeados por la virulencia de la pandemia mundial de la Covid-19, que en momentos históricos de excepcionalidad, cualquier valenciana y valenciano sabe ahora que puede contar con sus instituciones. Que hay un gobierno que no va tener miedo de pedir cuentas a aquellas fortunas para conseguir un bien mayor, que no es ni más ni menos, que el futuro digno del País Valencià y de todas las personas que lo formamos. 

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