Conocí personalmente a Marcela Miró en el mes de junio de 2004, pocos días antes de tomar posesión como síndicos y una vez habíamos sido elegidos por las Corts Valencianes. Tuvimos la fortuna de entrar en la Sindicatura de Comptes de la mano de un síndico con experiencia: Rafael Vicente Queralt, lo que facilitó el conocimiento de la Institución y la transmisión oral del talante profesional que ha sido seña de la Institución desde su creación en 1985.
Viniendo los dos de experiencias políticas previas, más cercana en el tiempo la suya y más lejana la mía, pero en partidos rivales, podríamos haber caído en la tentación de llevar a la Sindicatura nuestras discrepancias ideológicas y, sin embargo, fuimos conscientes, desde el principio, de nuestra obligación de mantener la independencia y el escepticismo profesional propio de los auditores.
En el Consejo hemos tenido la costumbre de compartir el café de media mañana a lo largo de estos veinte años, primero con Rafael Vicente y después con Vicent Cucarella, lo cual ha permitido abordar informalmente problemas del trabajo que, después, se llevaban a las reuniones formales y se podían aprobar con mayor facilidad. Estos cafés y las muchas horas de reuniones formales e informales, de sesiones para estudiar conjuntamente los borradores de informes de fiscalización, de discusiones sobre la gestión de personal, etc. nos permitieron conocernos mutuamente como personas, más allá del "personaje" del que se nos reviste en nuestra actuación pública, y trabar una verdadera amistad, compartiendo nuestras alegrías y nuestras penas: los dos hemos tenido pérdidas familiares muy dolorosas a lo largo de estos años y los dos hemos visto nacer a nuestros nietos: las dos caras de la vida, que son inseparables y que el fallecimiento de Marcela nos vuelve a recordar.
Marcela era una trabajadora incansable y aunque no venía del mundo del derecho o la economía, sí tenía una valiosísima experiencia de gestión que facilita entender los problemas a los que se enfrentan los auditados y dirigir sabiamente equipos humanos que han de cooperar para alcanzar un objetivo común. Cuando un informe pasaba por sus manos, siempre era capaz de mejorarlo.
Consciente de la situación en la que se encontraba, el jueves pasado nos remitió el siguiente mensaje para el personal de la Sindicatura: "Ha sido un honor y un placer trabajar con todos vosotros durante todos estos años y seguiría haciéndolo, aunque las circunstancias no me lo permitan. Siempre estaréis en mi corazón, os aprecio y os deseo lo mejor, un abrazo".
Estas últimas semanas han sido muy duras para Marcela, lúcida como siempre, pero viendo como el cuerpo empezaba a no responderle. Han sido también muy duras para quienes la hemos querido y sobre todo para su familia. Descanse en paz y reciban todo nuestro cariño su marido, Alfredo, sus hijos Alfredo, Rafael y Marcela, así como sus nietos.
Antonio Mira Perceval es síndic de Comptes de la Comunitat Valenciana