A tiro de piedra de València y con bien de planes para seguir disfrutando de la isla bonita
Que amo Ibiza con toda mi alma no es un secreto. Llevo cerca de dos décadas escapándome siempre que puedo. Y sí, cuando era una jovenzuela me atrajo de ella lo que a muchos, esas discotecas increíbles. Pero una crece y empieza a descubrir que si bien ese es el atractivo para muchos, la isla tiene mucho más que ofrecer.
No hace falta que te vendamos su verano. Pocas islas pueden presumir de tener la vida que tiene Ibiza. Pero la verdadera esencia reside en otro momento, en ese en el que las hordas de turistas de todo el mundo dejan paso a una isla tranquila, que brilla fuera de temporada. Adoro Ibiza en verano, en primavera y hasta en invierno. Y cómo no, también en otoño. La isla a tan solo un paso o 25 escasos minutos de avión desde València, se postula como una de las favoritas para una escapada tranquila para esta temporada.
Lejos de lo que piensan muchos, la isla no se queda muerta en los meses en los que no está atestada. Al contrario, es cuando los pitiusos más la disfrutan. Solo hay que ver cosas con las que me he encontrado este pasado fin de semana. Imagínate aterrizar e irte directo a una feria gastronómica del calamar en Sant Carles o a la Feria de la Sal, que era de lo que vivía Ibiza antes de la irrupción del turismo. Y eso solo por citar dos cosas que han ocurrido en un fin de semana de otoño.
Pasan muchas cosas más. Un festival de danza, atardeceres otoñales en cala D'Hort con Es Vedrà como telón de fondo, rutas ciclistas, visitas al mercadillo hippie de Las Dalias y hasta actividades en torno a uno de sus mayores tesoros, la Posidonia, que se puede descubrir subido a un kayak o una tabla de paddle surf o con inmersiones fotográficas para captar las mejores imágenes de esta planta submarina.
Lo que más nos gusta en esta casa es vivir bien y comer mejor. Hay un buen puñado de razones para devorar la isla en otoño. El calamar con sobrasada y el arroz con espardenyes, sepia y gamba roja de Sa Nansa o el imbatible menú del día de 13 euros de Es Pins, que incluye su famoso pan payés con anís, alioli, dos platos, postre y bebida. Pero también es imprescindible es peregrinar y disfrutar de las vistas de Es Cubells y de los fabulosos platos combinados del Llumbí con su calamar de playa, dorada o gambas que sirven con patatas fritas caseras y ensalada. Y porqué no, de un pizza en clásicos como Es Tancó o casi nuevos como Can Pizza, para tomar su célebre Jerry Tomato, ganadora en 2021 a la mejor pizza de España.
Si vas -que debes ir- a Santa Gertrudis, tras un paseo por sus coquetas calles y un poco de shopping en una de sus tiendas más bonitas, L-Emental, no puedes perdonar un bocata del Bar Costa. Esta institución sirve los mejores de la isla, preparados con pan llonget al que untan tomate y aceite y rellenan de salchichón de ciervo, sobrasada, vientre o chorizo.
Otro de los que abre allí también en estos meses, es Finca la Plaza. En verano te conquista con su terraza, en invierno, con la misma preparada con estufas o con el salón interior con chimenea. Arrancas con su pan de algarroba que acompañan de tomates datterino y limón escabechado y sigues con maravillas como su croqueta de pimiento rojo ahumado con una lámina de wagyu por encima y la alcachofa confitada con huevo y foie, para terminar con éxitos como su hot dog de costilla de cerdo ahumada o el arroz de cigala, erizo de mar y lemongrass.
El mundo del vino también gana enteros en la isla durante el otoño. Y no las grandes firmas que desfilan por los chiringuitos de moda, sino esos vinos de pequeños productores que tienen mucho que contar. Los viernes por la noche regresa el planazo de Vino&Co. En temporada baja reabren su Winter Wine Bar y las veladas discurren entre ostras, un paté casero que quita el hipo, ambientazo y botellas de sus vinos orgánicos, biodinámicos y naturales. Para no perderse están también proyectos donde los vinos naturales son protagonistas como Hämbre y Casa Lhasa, ambos restaurantes tipo bistró, con esa cocina tan europea que nos conquista.
¿Y de hoteles? Muchos, lógicamente, cierran por temporada, pero cada vez son más los que se quedan abiertos, como el Uno de ellos es el recién inaugurado Hotel Pacha. El alojamiento icónico de uno de los grupos más hedonistas de la isla (tienen su discoteca, el restaurante Lío o Destino Pacha) mantiene sus puertas abiertas también durante el otoño y además lo hace con descuentos para estos meses.
Tras una reforma completa de la mano de Proyecto Singular, vuelve a lucir emblemático en Marina Botafoch. Por el día es imposible que pase desapercibido, con esas líneas curvas que lo caracterizan. Por la noche, el rojo de las cerezas más famosas del globo inunda su fachada. Pero más allá de un exterior que llama la atención, la renovación ha devuelto la calidez a sus 57 habitaciones, con luz natural que se cuela por los ventanales de sus terrazas y tonos neutros y materiales naturales que aseguran un descanso a la altura. Los desayunos están plagados de ibéricos, fruta fresca y bollería casera a la que es imposible resistirse. Suman además restaurante, capitaneado por el chef ejecutivo del grupo, Pau Barba, con una carta versátil con opciones para todos los gustos y DJ por las noches.
¿Aburrirse en otoño en Ibiza? Resultaría imposible.