VALÈNCIA. La alimentación siempre ha sido una cuestión importante en la vida de las personas por razones evidentes. Sin embargo, en los últimos años, ha tomado una relevancia trascendental tanto a nivel industrial como de empoderamiento del consumidor, escenario que ha acelerado la reinvención de las compañías.
En la Comunitat Valenciana, el agroalimentario juega un papel fundamental en la economía de la autonomía al ser sus dos empresas más grandes dos cadenas de distribución -Mercadona y Consum- con todo lo que eso supone a nivel de proveedor. Por eso, no es extraño que entre los institutos tecnológicos de la región exista uno dedicado a la cuestión, Ainia.
Cristina del Campo (Getxo, Vizcaya, 1977) llegó al frente de la dirección general hace poco más de un año tras la jubilación de Sebastián Subirats, quien dirigió el centro tecnológico durante los últimos 30 años. Del Campo es ingeniera industrial con una doble titulación por la ETSII de Bilbao y la ENSAM de París, Máster en Gestión de la Innovación por la UCV y PDD Promociona por ESADE.
En marcha desde 1987 y con sede en el Parque Tecnológico de Paterna, Ainia no solo se centra en innovar en alimentación, sino también en cosmética, farmacia y químico.
- Llegó hace un año al centro. Venía desde la dirección general de la Red de Institutos Tecnológicos (Redit). ¿En Ainia había lo que se esperaba?
- Llegué hace algo más de un año como directora adjunta para hacer un aterrizaje muy suave. En este proceso el objetivo era descubrir las tres patas sobre las que se asienta la organización: personas, tecnología y los sectores, porque somos mucho más que agroalimentación. También abarcamos químico, farma y cosmética.
Es verdad que al venir de Redit no me ha resultado del todo ajeno, aunque evidentemente no es lo mismo conocer los centros desde fuera. Al entrar ha sido muy satisfactorio comprobar que el discurso que venía hilvanando desde Redit en los últimos diez años tiene todo el sentido. Todo lo que se defiende sobre el instituto tecnológico como modelo eficaz para acercar la tecnología a las empresa he comprobado que es así y que estamos muy comprometidos con esa misión.
- ¿En qué ámbitos se centra actualmente Ainia?
- Tenemos una primera pata que gravita alrededor de nuestro conocimiento del consumidor. Dentro estaría la innovación en investigación de mercados, la cocreación con consumidores y la validación de esas novedades. Ahí también entran modelos de consumo y es que hoy en día el consumidor demanda conveniencia, quiere más ocio y tiene menos tiempo para cocinar. También demanda transparencia, estar mejor informado con un etiquetado sencillo además de alimentos saludables y funcionales, que es otro gran eje, sin renunciar al componente hedonista. Por otro lado, alimentación y salud cada vez se parecen más. Nos adentramos en las nuevas proteínas, nuevos ingredientes y ahí lo engrano con las tecnologías.
-¿Qué podéis ofrecer a las empresas?
- En Ainia tenemos capacidad, por ejemplo, para producir bioingredientes. Partir de microorganismos que pueden servir para alimentación o para un producto fitosanitario. Después, ese ingrediente, puede eventualmente tener que ser micro encapsulado, recubierto para protegerlo, para que se libere en el campo cuando haya una determinada temperatura, o en un determinado momento del proceso digestivo. Cubrimos toda la cadena.
Una empresa puede entrar, co-crear con nosotros un producto. Podríamos apoyarle en la producción o extracción de ingredientes mediante otra tecnología que es uno de nuestros pilares, el CO2 en estado supercrítico. Se trata de un disolvente que permite una separación de ingredientes conservando los principios activos de las sustancia, muy sostenible energéticamente y que además no deja trazas en la matriz ni en el ingrediente. Esto sirve, por ejemplo, para desgrasar los copos de avena o para obtener aceites esenciales con un objetivo más cosmético o farmacológico.
Después podríamos encapsular lo que después podríamos testar para un mejor funcionamiento. A partir de ahí entraríamos en toda la pauta de asistencia tecnológica a los laboratorios para comprobar si efectivamente el ingrediente cumple o no cumple con los requisitos de seguridad alimentaria.
También entramos en el apoyo a los procesos mediante tecnologías industria 4.0 para mejorar la toma de decisiones sobre la base de información que captamos con sensores en diferentes momentos del proceso productivo. Hay toda una panoplia de tecnologías de visión avanzada que nos permite ayudar a realizar procesos, a optimizarlos y a maximizar la seguridad y fiabilidad de éstos.
- La protección del medio ambiente se ha convertido en otro factor fundamental.
- Otro eje en la parte de procesos es todo lo que tiene que ver con higiene industrial. Diseño higiénico de equipos con el objetivo de consumir menos agua, de consumir menos detergentes para optimizar la eficacia o los sistemas de limpieza que tienen su componente de seguridad alimentaria. Por ejemplo, tenemos la cuestión de los biofilms, donde la listeria es resistente. Mientras, en procesos está todo el eje de las bio refinerías donde la economía circular y la sostenibilidad son un eje muy importante. La intención es obtener valor de cualquier tipo de residuo, ver los residuos como fuente de recursos.
- Parece que estamos en pleno cambio de la industria de la alimentación, no solo a nivel empresarial, sino también a nivel de consumidor. ¿Orienta el camino de Ainia?
- Lógicamente eso orienta nuestra investigación en el sentido de que debemos ir asumiendo los retos que les van a llegar a las industrias para que, cuando tengan que afrontar el problema, puedan venir Ainia y parte de la solución ya esté desarrollada. Por tanto, es nuestra obligación ir un poco por delante de las tendencias, que ahora mismo están marcadas por el consumidor. Las nuevas formas de habitar las familias, los ritmos o menos tiempo para cocinar, por ejemplo.
Pero al mismo tiempo, quieren transparencia y experiencia, lo que dirige parte de nuestras investigaciones en esa línea de alimentación segura y sostenible, lo que ahora llaman la dieta planetaria, que es buena para mí, pero también es buena para el planeta. Hay un montón de pequeñas formas de vivir la alimentación, nuevas tendencias y eso sí que dirige en buena medida a los ámbitos en los que estamos trabajando, porque también enfoca en el trabajo de las empresas con las que colaboramos.
Las tendencias también tiene que ver con qué pasa a nivel global en materia de demografía. Las últimas previsiones es que en 2050 vamos a hacer entre 1.500 y 10.000 millones de personas. Hay que pensar cómo vamos a alimentar de forma sostenible a toda esa población, por este motivo se investigan las nuevas proteínas de origen vegetal o los análogos cárnicos.
- ¿Saldrá de Ainia la próxima carne sin carne?
- Esta es una línea en la que también estamos trabajando, porque hay empresas que ya están en eso. Nuestra obligación es ir por delante de las compañías para compartir con ellos los riesgos inherentes a cualquier proceso de investigación y desarrollo.
- ¿Se está creando demasiada polémica alrededor de la alimentación?
-Yo creo que hay que poner en valor los alimentos que la industria está haciendo en esa línea de la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad). Hay que concienciar y educar en relación con la alimentación saludable desde los colegios y a partir de ahí avanzar un poco todos sin estigmatizar ni demonizar ni alimentos ni industrias. Yo creo que tenemos una industria innovadora, potente, que contribuye decisivamente al PIB del país y que también tiene que avanzar de la mano de los consumidores.
- ¿Y si hablamos de seguridad alimentaria?
- Si hablamos de seguridad alimentaria el mensaje tienen que ser de tranquilidad y que las cosas, desde luego, en España salen muy bien y en Europa también. La garantía que hay en España y en Europa en relación con la seguridad alimentaria es absoluta.
- ¿Qué importancia tienen las empresas en la actividad de Ainia?
- En 2018, el 70% de nuestros ingresos fueron de origen privado. Proyectos que hacemos bajo contrato con empresas, tanto de I+D como asistencia tecnológica, como temas analíticos y de formación. El 30% restante son proyectos de investigación aplicada que realizamos gracias a los fondos públicos competitivos que recibimos de Generalitat, Estados y Europa.
En este marco, estamos trabajando por ejemplo con el Instituto Investigación Sanitaria La Fe y el IVO para aplicación de tecnologías de visión y fotónica en la detección temprana de problemas de cáncer dermatológico. Es un reto precioso que tiene que ver además con un paradigma en el que yo creo mucho, que es que que la competitividad actual y futura tienen que ver con la innovación y la colaboración.
Desde un centro como el nuestro somos conscientes de que no sabemos de todo y por eso hay que buscar aquellos que nos complementan en ámbitos que pueden ser empresas, otros centros tecnológicos o instituciones de investigación sanitaria como éstas que acabo de mencionar. Los grandes retos se van a solucionar de la mano de equipos multidisciplinares donde juntemos a investigadores, a tecnólogos, ingenieros o médicos, por ejemplo.
En general, ayudamos a mejorar desde la cadena industrial a detección de cuerpos extraños en tiempo real o microencapsulación de ingredientes. Hay un proyecto muy bonito que hicimos con la empresa Epsa que busca microencapsular hierro para que aguante en el proceso de cocción del pan en un entorno con cada vez más población anémica.
También hay otro proyecto de bio producción de enzimas como sistemas sustitutivos de los detergentes convencionales, de forma que penetren en los biofilms, que son las barreras de bacterias que se forman en los equipamientos y en las que, por ejemplo, la listeria vive muy a gusto. Productos bio alternativos a detergentes y que permitan solucionar estos problemas.
- ¿Hay nuevas tecnologías que se soliciten más?
- Por ejemplo, en la industria 4.0 se va sofisticando la tecnología con mejoras de sensores, mejora la capacidad de la información que tomamos, mejora la capacidad a través de la inteligencia artificial y el big data además el uso masivo ingente de datos que permite hacer mantenimientos predictivos.
Otro tema en boga es la seguridad alimentaria. También la biorefiniería con la visión de que los residuos orgánicos serán reutilizados como fuente y todo lo que tenga que ver con la economía circular, la biotecnología, la biotecnología aplicada a medio ambiente, agricultura, alimentación y cosmética. También todo lo que tenga que ver con consumidores, nuevos productos, alimentación funcional y saludable.
- ¿Y el sector agrícola?
- De un tiempo a esta parte hemos potenciado una nueva línea estratégica, que es todo lo que tiene que ver con la agricultura de precisión. Con esa visión de que la agricultura tiene que ser sostenible. Como en una línea de producción, buscamos sensorizar los campos y captar el estado de la planta para saber si riesgo o no, si hay que aplicar el producto fitosanitario o si hay riesgo de alguna plaga pueda llegar.
Incluso eso combinado con inteligencia artificial y big data para saber si es el precio óptimo para tu cultivo en el mercado con el finde que recolectes y vendas. Ahí hemos avanzado y estamos trabajando en esta parte de sensórica embarcada tanto en drones como una especie de tractor para contribuir a una agricultura más más del concepto de agricultura más digitalizada.
- ¿Cuál es el recorrido internacional de Ainia?
- Ainia siempre ha tenido una presencia internacional destacada. Lo que de forma natural imbrica con los centros tecnológicos y eso desde luego que está muy asumido es la participación en proyectos de investigación y desarrollo a nivel europeo. Pero también miramos terceros países. En 2018 hicimos trabajos para 25 países en los cinco continentes. Generamos un valor reconocido en todo el mundo vendiendo conocimiento a empresas de primer nivel.
Hacemos I+D pública y privada, asistencias tecnológicas, también tenemos también servicio de laboratorio, trabajamos como laboratorio de algunas entidades a nivel internacional porque hemos ganado licitaciones potentes y hacemos también temas formativos y de asistencias. Y además de todo eso, que sería un poco, digamos, negocio en las diferentes líneas de nuestras diferentes unidades hacemos misiones directas y recibimos misiones inversas.
- ¿Cómo ha visto los últimos años la recuperación de los institutos tecnológicos?
- Ha habido una evolución muy positiva. Los centros tecnológicos vivimos la crisis y se dio una conjunción entre la crisis de la empresa privada que ante la caída de la demanda tanto doméstica como internacional paralizó inversiones. Esto se unió a la crisis privada de las administraciones públicas, que fueron tanto de presupuesto como de liquidez. Es verdad que eso puso al sistema un poco en jaque, en el sentido de que hubo una desinversión muy importante y muy dramática en el Sistema Nacional de Innovación y en particular el Sistema Valenciano de innovación.
Reduciendo presupuestos y además con un problema de impagos severos, fueron años muy duros. Yo lo viví desde Redit y se hizo una labor por hacer pedagogía de la importancia que los centros tecnológicos tienen como herramienta fundamental para apoyar la competitividad de las empresas.
Lo decía antes y ahora lo digo todavía con más conocimiento. Tenemos una fabulosa red de centros tecnológicos en la Comunidad Valenciana que es un activo fundamental y una herramienta estratégica para la industria. Esto, bien cuidado, debe servir para posicionar a los sectores en el entorno internacional y lo que pasa es que es que en general España, y en la Comunidad Valenciana también, es posible que no haya suficiente conciencia del impacto positivo que la I+D tiene en la vida de todos.
La inversión en I+D son las pensiones y la educación del futuro, porque hoy en día la única forma de generar valor de forma sostenible en el tiempo es con productos de más valor añadido y eso necesariamente pasa por la innovación y por la investigación y el desarrollo. Quizás esa falta de conciencia lleva a que no haya suficiente estabilidad en las políticas públicas de apoyo a la innovación como sí ocurre en otros países. Alemania es un modelo en el que cuando llegó la crisis hubo un compromiso a nivel nacional de invertir de forma sostenida un 5% más cada año en I+D.
Ahora, por ser positiva, lo que veo es que hemos hecho un viaje muy importante durante la última legislatura que nos lleva a que, actualmente, diez años después, tenemos el mismo presupuesto y estamos al nivel de inversión de 2010. Se ha perdido una década, pero en positivo hemos andado un camino muy importante entre 2014 y el 2018. Y yo lo que confío es que se dote de estabilidad y realmente todos como sociedad nos creamos que este tema es crucial. Apostar por la I+D es apostar por el futuro, por empresas con empleo de calidad y con un posicionamiento competitivo a nivel global.
Tiene que haber una apuesta importante de la administración para que los centros sigamos capitalizando. Y por el lado de lo privado este mix de ingresos demuestra que hacemos una investigación que es útil a las empresas. estamos orientados y por eso nos compran los proyectos.
- ¿Por qué los institutos se mantuvieron firmes para no depender Redit de Innovación y continuar en el Ivace?
- La investigación, desarrollo e innovación requieren de cierta estabilidad y en ese sentido, pues la estabilidad da tranquilidad, sobre todo cuando venimos de una etapa en la que, de la mano del Ivace, en los últimos cuatro años han pasado muchas cosas en positivo y ya había una colaboración y una simbiosis total. A partir de ahí, también opino que los centros tecnológicos deben estar donde estén las empresas.
Allí donde estén las ayudas a la innovación empresarial han de estar los centros. A partir de ahí, pues nosotros tenemos la visión de colaborar obviamente con todas las consellerias y colaborar de forma constructiva con todos y ojalá que se asiente esa idea de que la innovación tiene que estar en el top de las prioridades.
- ¿Cuáles son los objetivos futuros de Ainia?
- Este año 2020 será el último año de implementación del plan estratégico en el que estamos inmersos, que es un plan que ha digitalizado toda la organización y llamamos 4.0. Será el año de cierre de ese plan estratégico donde vamos a perseverar en la internacionalización. Ahí puedo decir que, por ejemplo, tenemos previsto abordar de forma específica el mercado en Portugal, al que dedicaremos una persona específicamente para ello..
Después, otro eje tiene que ver con la diversificación sectorial, explotar nuestro conocimiento, poner en valor esas tecnologías de las que somos las que somos expertos en todos los sectores. Obviamente somos agroalimentación, pero también somos sector químico, farma, cosméticos, salud, energía y packaging.
- Hablabas de packaging. ¿Y los plásticos?
- Para nosotros alimentación y envase es un binomio indisociable. Ahora hay directiva de reutilización de los envases y hay un área de investigación muy potente en la casa, que tiene que ver con nuevos materiales alternativos, envase, cartón, materiales de origen bio para que sean degradables.
Pero el plástico es un gran aliado de la seguridad alimentaria. Mejora la conservación de los alimentos, alargar la vida útil y, por tanto, reduce enormemente el desperdicio. El desperdicio de alimentos tiene su huella de carbono, no sólo porque produces de forma inservible, sino porque hay que gestionar esos residuos. Es decir, que hay que arrojar una mirada holística y los plásticos son un aliado de la sostenibilidad.
Hay que mirar el problema en su conjunto. Hay que hacer una mejor gestión al final de su vida. Es verdad que en el sector de la alimentación seguramente es el más llamativo porque hay un sobre envasado de ciertos alimentos y se puede trabajar, pero luego hay otros alimentos que gracias a él aguantan más tiempo. Hay mucha investigación en envases y alternativas pero hay que hacer una mirada seria sin estigmatizar el plástico.
- ¿Cuáles son los números de Ainia?
- En 2018, las cifras de facturación del instituto fueron 14,8 millones de euros y somos más de 200 personas. También tenemos más de 1500 clientes. Además, 2019 lo cerraremos en 17 millones de euros de facturación y planteamos un 2020 de crecimiento.