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ENTREVISTA A andrés Rodríguez-Pose, Catedrático de Geografía Económica de la LSE 

"Desde el 2000, la calidad institucional en España no solo está estancada, sino que va a la baja"

20/12/2024 - 

VALÈNCIA. "Desde el 2000, la calidad institucional en España no solo está estancada, sino que va a la baja". Así lo apunta Andrés Rodríguez-Pose (1966), referente mundial en geografía económica. Catedrático Princesa de Asturias y Catedrático de Geografía Económica de la London School of Economics, donde dirige el Centro Cañada Blanch desde 2020, esta semana participaba en el encuentro 'Revive Valencia', organizado por Atlas Tecnológico. 

Rodríguez-Pose, que asesora de manera habitual a organismos internacionales como la Comisión Europea, el Banco Mundial o el Banco Europeo de Inversiones, ha participado en procesos de reconstrucción como el de Umbria-Marche, en Italia, donde se produjo un terremoto en 2009 con 309 muertos, del que la población tardó años en recuperarse debido a la falta de participación del pueblo en el plan de reconstrucción.  

- ¿Cuáles son las claves del éxito para una reconstrucción sólida tras una catástrofe?

- Hay zonas del mundo que ya han tenido desastres naturales y, ¿qué se hizo para que después las economías y la población de esas ciudades saliese adelante de manera más fuerte o más perjudicada? La clave fundamental es la condición institucional. Que se involucre a todos los actores económicos, sociales y políticos en todo el proceso. Que no haya fallos de carácter institucional. 

Hay dos ejemplos, el caso de L'Aquila, que tuvo un terremoto en 2009 en el que murieron 309 personas y en el que estuvo la ciudad cerrada a cal y canto durante más de 4 años y donde todavía hoy, más de 15 años después, se sigue reconstruyendo. Y luego, el terremoto que tuvo lugar en 1997, en la región de Umbria, Marche; donde la destrucción fue mayor pero la pérdida de vidas fue menor. Al cabo de dos años, la vida era más o menos normal. La gente había vuelto a sus casas, los comercios estaban abiertos y la actividad económica había vuelto mucho más fuerte que antes del terremoto.

- ¿Y cómo se genera esta coordinación?

- Después de un desastre natural, lo que hay es una tendencia por parte de las administraciones a proponer y actuar de manera individual. A proponer actividades individuales, muchas veces de características importantes, con gran nivel de inversión, pero completamente descoordinadas. Y lo que suele contar menos en muchos desastres naturales es la opinión de los afectados. De la población, de las empresas y de la sociedad civil en cómo participan. 

"Después de un desastre natural, lo que hay es una tendencia por parte de las administraciones a proponer y actuar de manera individual"

Hay una tendencia a que se hagan las políticas en las intervenciones de recuperación, sobre todo cuando desaparecen los focos. Cuando hay una tragedia, todos van ahí, al cabo de un mes desaparecen y luego lo que queda de reconstrucción es la parte más dura. Ahí es cuando vienen los grandes proyectos, que muchas veces no están demandados por la población, que quieren volver a sus casas, volver a su actividad, reconstruir sus poblaciones y salir adelante. Y, en condiciones institucionales débiles, se dan problemas no solo de descoordinación, sino de corrupción. 

- ¿Se percibe coordinación en la Comunitat Valenciana tras la Dana?

- Las imágenes que se dieron tras la Dana fue de falta de coordinación. Recordaba mucho a lo que pasó con el Huracán Katrina en Nueva Orleans. Y, desgraciadamente, hasta ahora parece que la coordinación entre las distintas administraciones es muy escasa. La diferencia que tiene Valencia después de la Dana respecto a lo que hemos visto en otros sitios es que la sociedad civil sí que se está movilizando. Y se está movilizando el tejido empresarial, los afectados, y están empezando a que sus voces se sientan y sean cada vez más fuertes. Y eso es una diferencia crucial que tiene que hacer reflexionar a todo tipo de instituciones, sobre todo gobiernos locales, autonómicos y nacionales, de que todos estamos en el mismo barco.

Que nadie gana, ni a corto ni a medio ni a largo plazo, haciendo la guerra por su cuenta. Todos tenemos que remar en la misma dirección y, si lo hacemos escuchando las necesidades de la población, se puede ir adelante. En el caso de L' Aquila, la ciudad quedó destruida, y Berlusconi llegó inmediatamente y dijo, no vamos a repetir los errores que se hicieron en el terremoto de Campania en la década de los años 20 del siglo pasado en el que 80 años después, la gente todavía vivía en casas de carácter temporal. 

Pensaron, vamos a construir viviendas resistentes al terremoto y de manera muy rápida. Y, de hecho, se invirtió en viviendas que estaban fuera de la ciudad y donde nadie quería ir, porque desconectaba a la población de su vida anterior. Se les ponía en lugares aislados, sin una vida social, sin cercanía a la actividad económica y muchos de ellos se habían desplazado después del terremoto a otras localidades, generalmente a la costa adriática y a Roma. Y estas personas no volvieron.  

De hecho, la población de L'Aquila es bastante menor que antes del terremoto. En el caso de Umbre-Marque, se habló con la gente, y se llegó al acuerdo con la población de que no les importaba estar en viviendas de carácter temporal siempre y cuando se les permitiera invertir en la recuperación de sus viviendas, de sus fábricas, para poder seguir trabajando como antes del terremoto. Con una inversión muchísimo menor, al cabo de los años, la gente estaba viviendo muchísimo mejor, y la actividad económica había superado lo que había antes del terremoto.
 

- Más de un mes y medio después después seguimos viendo barro en las calles, campas de coches en mitad de poblaciones,... ¿Esto es habitual en una recuperación?

-La recuperación, después de una tragedia como la Dana que se ha generado en València, siempre es difícil y larga. Entonces, las soluciones mágicas no funcionan, pero sí ha habido una falta de coordinación y una desatención. Quizás, en gran medida, han primado los intereses a corto plazo frente a la idea de que hay que intentar buscar una solución a medio y largo plazo. No se puede esperar que, después de lo que pasó el día 29 de octubre, se vuelva ya. La parte más dura empieza ahora. Pero hay que tener un plan y una estrategia y, para ello, hay que involucrar desde un primer momento a la sociedad civil.

"hay que tener un plan y una estrategia y, para ello, hay que involucrar desde un primer momento a la sociedad civil"

Hay que crear el marco institucional que funcione para que, después, cualquier inversión que se canalice, tenga mucho más impacto y permita transformar la zona afectada. No solo para que esto no vuelva a ocurrir, sino para que la actividad económica vuelva mucho más fuerte. La inversión que se hizo en L'Aquila fue mucho más alta que en Umbre, en cambio no funcionó. Se invirtió en otras zonas, en otro tipo de actividades, no se atendieron a las necesidades y se invirtió por motivos políticos cortoplacistas. 

Tres años después se lanzó un plan de recuperación cuando la ciudad estaba todavía cerrada a cal y canto. El centro todavía estaba destruido, con la gente sin tener ningún tipo de información de si sus casas se iban a construir, cómo se iban a reconstruir, con un grado de descontento y malestar tremendo. A mí me tocó porque estaba en el equipo de la OCDE que llevaba parte de la reconstrucción, y la verdad es que no he asistido nunca a una reunión tan tensa como esa. De hecho, todos los políticos se escaparon porque podían haberles linchado. 

- ¿Son reacciones habituales tras una catástrofe? En Paiporta hubo una situación similar con el rey.

- Son habituales después de lo que ocurrió. De la falta de preparación y de la falta de intervención rápida y conjunta. Pero, este malestar, que es una reacción comprensible a corto plazo, no se tiene el porqué convertir en un cáncer. Cuando nosotros fuimos a L'Aquila ya habían pasado tres años, y el malestar había crecido.

- ¿Cómo hacer un plan de reconstrucción adecuado?

- Lo primero es bajar y hablar con la población. Y, para eso, se necesita que las administraciones estén presentes y no estén ausentes. Pero, sobre todo, que se creen los mecanismos claros. Foros amplios para que la gente hable, se exprese, para que sean escuchados por los que tienen que tomar las decisiones. Hay que hacer grupos de trabajo, grupos compartidos, hay que crear grupos específicos para determinadas actividades y sectores, para que se pueda canalizar ese mecanismo y se transforme en una estrategia clara y de qué es lo que se puede hacer y de que se tiene que hacer rápido. Esto debería hacerse ya. No se puede esperar a que pase mucho tiempo, porque la Dana ha sido una tragedia natural y ha generado mucho dolor. Pero hay que reconstruir y la idea es que, si se va a invertir, hay que reconstruir para que no vuelva a ocurrir, pero también para generar una Valencia más resiliente, competitiva y sostenible. 

- ¿Cómo crear esa resiliencia y salir mejores?

- Se va a invertir, y al invertir hay que construir sobre lo que se tenía, no ex novo. Para las personas y empresas afectadas, lo primero es volver a las situaciones o a la actividad que se tenía antes. Pero después, la idea es, ¿vamos a construir exactamente lo mismo o vamos a crear las condiciones para que la sociedad y la economía se puedan transformar en algo mejor? Y, para ello, hay que empezar por lo que se tiene, creando las bases para que se pueda ir modificando y convirtiéndose en algo nuevo, que no es radicalmente diferente al punto de partida, pero que sí tiene su origen en el mismo.

- ¿Se puede consolidar una desigualdad económica entre las zonas afectadas y no afectadas?

-Si se hace una buena estrategia, un buen plan y todo marcha en la misma dirección y con la inversión adecuada, como en el caso de Umbria, Marche, se puede recuperar de manera muy rápida. En el caso de L'Aquila, fue todo lo contrario, y la situación estaba mucho peor. 

- A día de hoy no se ha dado un plan con plazos. 

- El plan hay que hacerlo rápido, pero no solo tienen que venir con técnicos, sino crear los mecanismos para saber qué quiere la población. En el caso de Umbria, el plan era muy sencillo, poner a la gente cerca de sus casas y sus negocios y darles dinero rápido y con pocas condiciones, para decidir qué arquitectos recuperaban sus casas, qué maquinaria comprar después del terremoto, cómo reconstruir sus fábricas y eso funcionó a las 1.000 maravillas. 

- ¿Las ayudas van lentas para una recuperación óptima?

- Aquí es donde tiene que intervenir el Estado. Pero hay que saber para qué se quieren las ayudas. Estamos a mes y medio de la Dana, pero hay que saber para qué se va a invertir y cómo se va a invertir. 

- En España se percibe una politización fuerte de las administraciones. ¿Cómo afecta a la falta de coordinación?

- En España, la calidad institucional no es de las peores que hay en Europa, pero sí es cierto que desde mitad de los años 2000, la calidad institucional en España no ha crecido y, según los datos de medición, no solo está estancada, sino que va a la baja. Y esto es un problema importante, porque la reacción que se vio después de la Dana y la falta de coordinación y presencia del Estado, en un país desarrollado, es muy importante. 

"Las distintas administraciones, cada una velaba por sus intereses cortoplacistas, velaba por la idea de intentar buscar echarse las culpas unos a otros"

Las distintas administraciones, cada una velaba por sus intereses cortoplacistas, velaba por la idea de intentar buscar echarse las culpas unos a otros. Pero lo primordial aquí es recuperar en el momento inmediato, que haya un efecto de rescate y recuperación, y luego ponernos juntos a crear todos una estrategia que funcione y que vayamos todos a una. Sin embargo, todos esos pasos están fallando. Ahora, es cuando nos tenemos que poner a reflexionar como sociedad, si la deriva como sociedad española nos permite hoy en día estar preparados para que, si surge cualquier otro tipo de catástrofe, hayamos aprendido de lo que ha pasado ahora. 

Después de lo que pasó en València, llovió mucho en otros sitios y no pasó nada, pero el problema es qué va a pasar dentro de dos o tres años, en los que por el cambio climático los eventos extremos de carácter natural van a ser cada mayores. 

- ¿Hay alguna forma de mejorar la calidad institucional?

- Se mejora, con administración y con una sociedad civil que se movilice. La calidad institucional refleja la situación de la sociedad civil. 

- ¿Y en qué punto está la sociedad civil?

- La sociedad civil es una institución. Estamos en la misma situación. Hemos tenido menos capacidad que antes para buscar soluciones de carácter conjunto. Es una sociedad civil que refleja la situación política, que está polarizada.

- ¿Qué herramientas tiene la sociedad civil para esa búsqueda de soluciones?

- El diálogo y la creación de vínculos y de puentes entre los distintos grupos. Que éstos no hablen solo entre sí, dentro del grupo, sino que tiendan puentes a aquellos que piensan, que son y actúan de manera diferente. Y cuantos más puentes se creen en la sociedad, más fuerte es la sociedad civil. 

- ¿Y esto cómo se crea? ¿De arriba hacia abajo, o de abajo hacia arriba?

- Generalmente, tiene que ser de abajo hacia arriba. 

- ¿Y cómo uno consigue que le haga caso una administración y tender puentes?

- En cualquier momento, las sociedades tienen un punto de inflexión. Y en España tenemos el nivel de madurez, de estabilidad económica, social y política, que nos permitiría hacer esto, pero hay que tener una concienciación. No hay una varita mágica, pero si vemos que las cosas no funcionan, no tenemos que esperar que las soluciones vengan de arriba, sino intentar aportarlas. El mecanismo tiene que salir de todos nosotros y cómo puede mi comunidad, mi empresa o partido político colaborar con soluciones que son comunes. 

- La ayuda por parte de las empresas a los ciudadanos, los voluntarios,... ¿Ha sido la sociedad civil clave en la ayuda?

-  La ventaja que tiene, en este caso, Valencia, con respecto a lo que yo he visto en zonas de Italia, es que sí que hay una reacción de la sociedad civil. Y en parte son las empresas, que tienen que ponerse en marcha. Ellas tienen que participar y se ha dado una redacción que es mucho más importante de la que se dio en L' Aquila. No hay un mecanismo ni un foro, sino una concienciación por parte de individuos es buscar soluciones.

- ¿Esta situación podría generar más polarización en la sociedad?

- En cualquier evento traumático puede haber o una solución a los problemas y una cura a lo que antes existía, o puede haber un trauma cada vez mayor. Va a depender de cómo avanzamos como sociedad. Si remamos todos en la misma dirección en esta gran desgracia, iremos a mejor. Si cada uno lo hacemos en la nuestra y nos acusamos de quién tiene la culpa en lugar de encontrar soluciones, nos quedamos parados e iremos hacia atrás. 

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