La corruptela en la contratación pública está extendida, todos hablan de ella, pero quienes tratan de combatirla no reciben ayuda ni de los sindicatos ni de la Administración... hasta que sale a la luz una grabación
Hace bastantes años, cuando Bancaja era una entidad respetable, le pregunté a su director de Comunicación por unas denuncias que había hecho Ausbanc contra las prácticas de varias entidades, entre ellas la que entonces dirigía Julio de Miguel. Me dijo que no hiciera caso, que eso lo llevaba un tal Luis Pineda, un pirata que se dedicaba a exigir a los bancos y cajas publicidad a precio de oro para su revista. A los que no ponían los atacaba con noticias negativas y demandas colectivas (demandas que en algunos casos ganó porque la banca ética no se había inventado, todo hay que decirlo). La publicidad en su revista era el precio de no poner demandas o retirarlas, eso era extorsión y ahí Bancaja no entraba, me dijo. Según se ha sabido ahora, con Olivas de presidente, la caja acabó pagando, como casi todas las entidades.
Luis Pineda se juntó más tarde con el supuesto sindicato Manos Limpias, que enfocó su negocio de la extorsión a las denuncias por corrupción. Después de dos décadas de 'ejercicio', casualmente, Pineda fue detenido y encarcelado el pasado mes de abril tras intentar con la infanta Cristina lo que tan rentable le era con los bancos, pedir dinero a cambio de retirar la acusación de Manos Limpias en el caso Nóos. Y fue entonces, al ser encarcelado por extorsión, amenazas y pertenencia a organización criminal, cuando todos los periodistas de información económica coincidimos en proclamar que ya lo sabíamos, porque de este personaje nos habían hablado los bancos. Nos habían hablado, pero sólo dos lo denunciaron, BBVA y Caja Madrid. La mayoría pagaron.
Ese "todos lo sabíamos" no es el primero ni será el último. Salta el escándalo de las contrataciones en el Clínico y resulta que todo el personal y todo el mundo que tuviera un amigo en ese hospital lo sabía, que era un secreto a voces, pero nadie dijo nada hasta que se difundió por whatsapp la evidencia en forma de conversación vergonzosa.
Es la corrupción de quienes se sienten legitimados para saltarse los procedimientos porque no les gustan, pisoteando los derechos y la ilusión de quienes han hecho el esfuerzo de llegar por méritos propios
Y no sólo en ese hospital, que esto se hace en todos los hospitales, que lo sabe todo el mundo, te dicen. Y algunos hasta lo defienden porque, dicen, el sistema de bolsa está mal hecho ya que si un jefe de servicio necesita un perfil profesional determinado no puede estar pendiente de la bolsa de trabajo, y si quiere incorporar al mejor profesional resulta que tiene que tragar con el que le toque en la bolsa, que supuestamente no es el mejor aunque esté el primero de la lista, porque el mejor está el 15 o el 23, o puede que ni siquiera esté en la bolsa porque tiene muchos contactos y pocas ganas de perder el tiempo.
Argumentos que se derrumban cuando el jefe de Traumatología de La Fe le dice a un legítimo aspirante –número 14 de la bolsa tras haber renunciado los 13 que le precedían– que no lo quiere porque necesita un especialista en cirugía de columna, y cuando el candidato le dice que lleva 13 años operando columna y suma más de 4.000 intervenciones, el traumatólogo jefe cambia el perfil y dice que ya no necesita un especialista de columna, y cuando el aspirante afirma que aún así cogerá la plaza porque tiene derecho, el jefe la retira, porque la plaza tenía nombre y apellidos, como tantas plazas que se adjudican a dedo en el sistema público de Sanidad. Habrá casos en que se busque de verdad a los mejores, pero cuando se abre la puerta se cuelan los familiares y amigos. Y todos lo saben.
Como lo sabían en el Clínico, donde el jefe de Anestesiología expedientado por coacciones a una aspirante proviene de la universidad, donde un año de estos saldrá una grabación y estallará también el escándalo de aspirantes coaccionados o cachorros de departamento que lloran en casa al ver que sus trabajos los publica el jefe con su nombre –el del jefe– pero calla. Porque si protestas te van a hundir, olvídate de seguir aquí, pero si tragas, con los años puedes optar a un puesto fijo en el departamento gracias a los años de experiencia acumulados y el cariño de sus responsables. Allí también todos lo saben, pero falta la grabación para que los responsables digan aquello de: "¡Qué escándalo, he descubierto que aquí dentro se juega!".
Es la corrupción a pequeña escala, la corruptela funcionarial frente a la que nadie hace nada hasta que se oye una grabación, ni siquiera los sindicatos, primeros interesados en defender a los que están dentro y en colocar a los suyos –¿por qué ha dimitido el gerente del hospital de Xàtiva?–; la corrupción de quienes se sienten legitimados para saltarse los procedimientos porque no les gustan, pisoteando los derechos y la ilusión de quienes han hecho el esfuerzo de llegar por méritos propios.
Las ofertas deben publicitarse no a la manera de algunos organismos públicos, en un rincón de su web, unos pocos días, a ver si sólo se presenta el ungido por la dirección y cuatro ilusos que no saben de qué va esto
Cada día es más evidente que la corrupción, también este tipo de corruptelas, se combate con transparencia absoluta. Los castigos –si es que los hay, que esa es otra–, deben ser publicados de manera ejemplar para disuadir a otros de hacer lo mismo. Los denunciantes no deben vagar como quijotes en busca de justicia, deben ser escuchados y protegidos por las administraciones que hasta ahora les han señalado el largo camino de la justicia. Y las ofertas de puestos de trabajo en la Administración deben publicitarse no a la manera de algunos organismos públicos –en un rincón de su web, unos pocos días, a ver si sólo se presenta el ungido por la dirección y cuatro ilusos que no saben de qué va esto–, sino haciendo que lleguen a todos los posibles interesados, que con casi cinco millones de parados no puede ser que sean sólo cuatro.
Sobre el traje a medida confeccionado para la hija de la -¡todavía!- secretaria autonómica de Sanidad, Dolores Salas, contratada en la Fundación Fisabio por el procedimiento habitual –convocar la plaza de estranjis con un pliego a medida de destinatario/a de la plaza por si alguien lo ve y se le ocurre presentarse–, iba a escribir una reflexión, pero mientras lo hacía me di cuenta de que ya la había escrito y publicado el pasado 6 de marzo, así que me copio y pego sin cambiar un coma:
"Los políticos pasan pero las fundaciones sobreviven –si no todas, demasiadas– y resulta descorazonador descubrir que algunos nuevos gobernantes que venían a limpiar las instituciones valencianas de corruptos, chupópteros y aprovechados tienen los mismos vicios que los anteriores. Creen que colocar a familiares y militantes o enriquecer a amigos con procedimientos que rozan la ilegalidad se puede tapar con argumentos como la idoneidad de los beneficiarios o la menudencia del caso al lado de la envergadura de las tropelías del PP. Y no. Así empezaron los del PP hace 20 años y así han acabado porque nadie les puso freno".