VALENCIA. La fuerza económica, la gran importancia a nivel de puestos de trabajo, la necesidad de movilidad que cubre en la sociedad, o por qué no decirlo, su influencia en los gobiernos, ha rodeado de un halo de prepotencia a los grandes dirigentes de las marcas de automóviles. Pero por suerte las leyes están para cumplirlas y especialmente cuando se trata de temas tan sensibles como es el de la contaminación del planeta. Ahora le ha tocado al todopoderoso grupo automovilístico alemán Volkswagen, que acariciaba el primer puesto como fabricante a nivel mundial pisándole los talones a los japoneses de Toyota, y que también ha tenido que pasar su calvario en los últimos tiempos por defectos de fabricación en sus productos. ¿Casualidad?
¿Hubiera ocurrido lo mismo si la empresa fuera americana? Para que se hagan una idea, uno de cada diez coches que se venden en el mundo son del grupo alemán. La industria del automóvil es el sector más grande de Alemania, contribuyendo al PIB con un 2,7%. El 20% de los exportaciones del país se componen de vehículos y sus partes. Las ventas totales del grupo en el 2014 valían 368.000 millones de euros. Aproximadamente el 70% de sus coches se venden fuera de sus fronteras. Emplea a casi 600.000 personas en todo el mundo, y a pesar del descalabro que ha tenido en la bolsa, sigue siendo la octava empresa más importante de Alemania.
Pues bien, a pesar de ello ha tenido que dimitir el gran jefe, Martin Winterkom, al que no había quién le tosiera, por la " gran cagada" según las palabras de su hombre en EEUU. Pero ustedes se preguntaran: ¿qué es lo que han hecho? Muy sencillo; instalar un software capaz de reconocer que el vehículo era sometido a un control de contaminación, para inmediatamente activar una serie de medidas para que el nivel de emisiones se mantuviese dentro de los límites legales que marca la legislación del país. Posteriormente se apagaba el sistema contaminando mucho más.
Y también se preguntaran ¿por qué lo han hecho? La programación de la electrónica es mucho más sencilla y barata que adecuar todo un motor a un grado de contaminación. No se asusten los propietarios de estos modelos ya que la solución es muy sencilla, rápida y gratuita. El único marrón es para la imagen de la marca y para sus arcas. Muchas preguntas sobre los movimientos subterráneos que hayan habido para que explote este escándalo, seguramente no los sabremos nunca, pero seguro que esto no queda aquí. Volkswagen llevaba muchos años apostando por la ecología, y sus intenciones son invertir grandes cantidades en mejorar el planeta en que vivimos. Mucho me temo que van a empezar a correr en esa dirección y cumpliendo escrupulosamente las normas al estilo alemán.