un mal año para el melón

Esperando al melón, Gamberro y de Xilxes

Antojo, sed, alivio, dulzor. 

| 28/07/2023 | 6 min, 28 seg

Con el verano llegan frutas para saciar nuestros instintos primarios. El melón es uno de ellos, diseñado especialmente para combatir el clima estival y proporcionarnos bienestar. Este año llegan tarde, los pocos que llegan. Visitamos el afamado pueblo que cultiva los mejores melones, Xilxes y llegamos a un proyecto, Gamberro.

Esperamos tanto el agua de mayo que inundó. Las lluvias torrenciales del mes de mayo son las causantes de este fastidio, otros años a estas alturas, nuestra mayor preocupación era elegir entre melón o sandía. En esta añada, he escuchado más veces que nunca eso de “llover bien”: con el cambio climático el ciclo del agua es un desbarajuste y más para las cosechas. Llover bien es sinónimo de una llovizna con cadencia adecuada a la capacidad de absorción del suelo. Por el contrario, pasa que los melones llegan tarde y pequeños.

Cuando ya estaban plantados es cuando pasó. Los melones se siembran en la Marjal de Xilxes y por eso los frutos de este pueblo son tan buscados. La Marjal es privilegiada para el cultivo del melón por estar ubicada a 500 metros de la mar y por tanto, la tierra es salina. La sal potásica beneficia al fruto y su sabor, pero para que la sal sea un aliado primero se ha de inundar con agua procedente de lluvia para rebajar el porcentaje salino. Tardan dos meses en secarse (febrero-marzo). En marzo suele llover y este 2023, ni una gota, la tierra estaba seca, árida y tuvieron que regarla para que estuviese húmeda y en condiciones óptimas para la siembra.


Las meloneras arrancaron y tenían frutos como la palma de la mano. Este momento es el más delicado, la etapa en la que más sabia se requiere, está creciendo y es cuando debe estar más fuerte. Justo entonces, no es que llovió, encharcó por dos días seguidos. Llovió tanto que se pudrieron parte de las raíces de las plantas. En melones Gamberro calculan el 40% de cada una. José López, informático y conocido como el actual Gamberro, explica que cada melonera realiza tres floraciones que reaccionaron así en el momento de las lluvias: “la primera se quedó con fruto de quilo y medio, la segunda, la expulsó y la tercera no nació. Llovió en el peor momento”. Los pocos que han quedado son pequeños (de dos kilos y medio cuando suelen ser de cinco kilos). Gamberro son de los pocos, sino los únicos, que trabajan con más plantaciones: “Muchos plantan todas las parcelas el mismo día, nosotros escalamos las plantaciones y realizamos hasta siete, una cada quince días”. A pesar de ello, solamente han podido conseguir el 15% de la primera cosecha

Era un miércoles, de un año común, se fueron a por más melón a la Marjal y al volver tenían cola de 25 personas en su almacén de Xilxes. En esta cosecha, las cajas están vacías, la puerta cerrada y dos páginas web de las tres donde venden, inactivas. Un vecino agricultor de 71 años les comentaba que nunca había visto un año tan malo como este. Les afecta a todos. “El precio se ha duplicado respecto al año pasado porque no hay melón. Aunque se pagara al triple no sacaríamos ni la mitad que el año pasado, además que no podemos dar servicio”, cuenta la mujer del Gamberro, que es publicitaria, Míriam Pardos Laguna.

José y Míriam fueron el relevo de Tío Pepe, el abuelo Jose conocido como el Gamberro, apodo que han heredado las siguientes generaciones y que, ahora, también es la marca de los melones que antes se llamaban Tío Pepe y que por cuestiones vitivinícolas no pudieron registrar. Este matrimonio afincado en Xilxes decidió profesionalizar lo que la familia de Jose trabajaba por afición. Cuando el padre de Jose dejó de cultivar la Marjal por salud, siguieron por ‘comboi’ la tradición con un resultado tan aclamado por los vecinos que decidieron dedicarse a ello. Cosechan tres meses, la temporada, la tierra se prepara durante todo el año y llegan a sembrar 15.000 plantas de melones. “No hacemos más porque no queremos”, explica Míriam que quieren un volumen que ellos puedan atender. Sabe que la de la frutería del pueblo los quiere más pequeños, que a Madrid requieren una caja decorada con las etiquetas y todo bien puesto, que en otra frutería no quieren melones si no son de 5kg y así uno a uno, quiere tener el lujo de conocer a todos sus clientes.


Una cosecha habitual de Gamberro ascendería a 80.000kg, este año si va bien pueden llegar a  los 40.000kg. Hacen barbecho: alternan campos y la dejan durante un año (o dos) reposar. En estos campos, todo lo orgánico que ha quedado se pudre con el agua y es alimento mismo para la tierra. Recogen tantos kilos porque tienen tierras arrendadas. Y, aquí, también seleccionan los melones por calidad y eso implica que el 30% se quedan en el campo o van para las gallinas. Así han conseguido que se reconozca su marca, que en vez de pedir melón de Xilxes, pidan Gamberro. Le brillaban los ojos a Míriam en cada anécdota que explicaba en la que se reconoce su marca, no solamente en el pueblo sino en toda España. “Me llamó por teléfono un cliente de Madrid porque el melón tenía tierra” Míriam se disculpó pensando que era una queja cuando resultó ser un agradecimiento porque otros melones le llegaban con doble capa de encerado. Gamberro cosechan por la mañana, encajan y a mediodía el transportista ya se los lleva para que al día siguiente lleguen bien frescos a destino. Comenzaron en 2016, de una hanegada (833,33 metros cuadrados) pasaron a tres y en seis años, durante tres años seguidos, trabajan sesenta hanegadas. Mismas ediciones que ganaron como mejor melón en la Fira de Meló de Xilxes. Que este año se celebra el 29 y 30 de julio, por primera vez, tras paralizarse por el COVID. La novedad es que incorporarán feria agrícola, se venderá menos melón de lo habitual y no habrá concurso pero sí, un programa de actividades como la elaboración de productos gastronómicos con melón.

Variedades y Garantía de Origen

Las variedades tradicionales de los melones de la zona de Xilxes se donaron al banco de semillas de la Comunidad Valenciana. La mayoría de ellas no producen melones, la planta crece pero no generan fruto por las enfermedades a las que no están adaptadas, explica Jose. Han tenido que recurrir a variedades híbridas porque las tradicionales no son rentables ni productivas. ‘Tenemos que vivir y comer’.

El melón de Xilxes es tan reconocido en la zona que crearon una asociación como marca de Garantía de Origen de Xilxes para identificarlo. “En toda la provincia de Castellón el melón de Xilxes aparece de debajo de las piedras a partir de junio cuando aquí hasta julio no se cosecha”. Tienen la marca registrada y buscan concienciar a toda la cadena para que se replanteen el origen antes de comprar o vender. Valdrá la pena esperar unas semanas más para poder disfrutar de un melón de esos que se desgajan más rápido que el cuchillo corta.

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