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Estar a la altura del ‘Miura 1’ como sociedad

12/10/2023 - 

El hito tecnológico de PLD Space, tan meritorio, tan sufrido, tan deslumbrante, va a poner a prueba la madurez de la sociedad valenciana y española en el ámbito de la innovación. Ojalá salgamos bien parados de un desafío al que no estamos acostumbrados, qué bueno sería descubrir que el ecosistema está a la altura, como el cohete que despegó en Huelva.

Para poder lanzar el Miura 1, el equipo que fundaron Raúl Torres y Raúl Verdú y que preside Ezequiel Sánchez, tuvo que superar una barrera tan compleja, o más si cabe, que la tecnológica: la financiera. Sólo ellos son conocedores del esfuerzo que hay detrás de los 46 millones de euros de inversión que reunieron para hacer posible este momento.

La alemana Isar Aerospace, que no ha sido capaz de seguir el ritmo de su competidora ilicitana, pese a que frecuenta los pasillos y los eventos de la ESA (Agencia Espacial Europea) con más asiduidad, había recabado en marzo pasado casi siete veces más dinero: 310 millones de euros aportados por distintos inversores, incluida la sociedad de capital riesgo del Estado Libre de Baviera.

PLD Space se enfrenta ahora al reto de crecer y pelear en un mercado dinámico, explosivo, en el que hay actores globales con un soporte financiero descomunal. No basta con demostrar que son capaces, bien lo saben ellos, ahora tienen que competir al máximo nivel. Lo mismo podría decirse del momento que atraviesa Zeleros Hyperloop, que tiene que lidiar en su consejo con unos inversores internacionales y españoles sometidos a la incertidumbre de la coyuntura. Es la hora de la verdad para dos proyectos fundamentales de base científico-tecnológica muy vinculados a nuestra tierra.

Foto: PLD SPACE

En la Comunitat Valenciana hemos puesto en marcha últimamente muchas iniciativas bienintencionadas, pero Miura 1 nos sitúa ante una nueva tesitura. El caso del investigador valenciano de robótica Eduardo Castelló, que acaba de ser fichado por la IE University después de intentar por todos los medios instalarse en València, dispuesto a poner él mismo los 3,5 millones de euros de una ERC (European Research Council) starting grant, describe de forma elocuente la realidad que debemos dejar atrás.

Nuestro problema es el mismo que caracteriza al conjunto del ecosistema innovador español, pero de un orden superior al de Barcelona y Madrid. Cuando las empresas emergentes alcanzan una dimensión que requiere de decenas y hasta de centenares de millones de euros para seguir creciendo, resulta una odisea encontrar inversores locales y se suele recurrir a fondos de otros países.

La Administración, ni siquiera con dinero de otros, acaba de acertar con la senda. El Perte Aeroespacial prevé movilizar cerca de 4.533 millones de euros entre 2021 y 2025, con una contribución del sector público de alrededor de 2.193 millones de euros y una inversión privada de cerca de 2.340 millones.

Ha incluido líneas destinadas al lanzamiento de PLD Space y sigue contemplando partidas para lanzamientos, pero el futuro está todavía por escribir y las ayudas públicas tendrán que ofrecer un escenario atractivo. La repercusión internacional del Miura 1 ha destacado a la empresa española indudablemente en el radar de los inversores.

En su participación en el REDIT Summit de Madrid, hace un año, Ezequiel Sánchez decía que “tenemos que seguir financiando el programa, estamos próximos a un hito de valor muy relevante, que incrementa el valor. En el espacio se suele decir if you don’t fly, you lie (si no vuelas, mientes). Los Estados se están posicionando como compradores de lanzamientos y hay que seguir buscando inversores de capital, equity”.

Tenemos poco tiempo de reacción como sociedad. La transformación del sector aeroespacial avanza a una velocidad de vértigo. El coste de los lanzamientos de satélites en órbita terrestre baja (LEO) ha caído de 65.000 dólares por kilogramo a apenas 1.500, más del 95%, según la consultora McKinsey.

Lo han hecho posible los avances en la mejora del diseño asistido por ordenador, en impresión 3D y en sensores de mayor resolución. El uso de paneles solares más ligeros y de baterías más eficientes permite reducir el tamaño y el peso de unos satélites capaces de transferir cantidades de datos mucho más grandes que hace cinco años. Innovación, la receta contra la inflación.

Foto: PLD SPACE

A ello se suma la aparición de nuevos proveedores de lanzamiento comercial que priorizan la eficiencia, como sucede en el caso de PLD Space. En su mayoría, han desarrollado componentes reutilizables para vehículos espaciales, lo que, unido al aumento en la frecuencia de lanzamiento, con episodios de compulsividad en el caso de SpaceX, acelera también la caída de los costes.

En un informe, McKinsey cita más ejemplos sobre la revolución que viene. Relativity Space planea usar impresión 3D, inteligencia artificial (IA) y robótica autónoma para construir una flota de cohetes de bajo coste totalmente reutilizables y ha programado el primer lanzamiento para 2024 en Cabo Cañaveral.

La constelación LEO de Starlink, de SpaceX, tiene clientes que pagan por su red de banda ancha. En su web en español se pueden consultar las tarifas por la compra del equipo receptor y por la conexión, según se trate de Residencial, Itinerante y Embarcaciones. OneWeb y Project Kuiper de Amazon, cuyo fundador, Jeff Bezos, tiene su propia compañía de lanzamientos, Blue Origin, también planean constelaciones LEO.

Los grandes satélites gubernamentales, con costes superiores a los 1.000 millones de dólares en algún caso y con propensión a desplegarse en órbitas alejadas de la Tierra, ceden protagonismo a los comerciales más pequeños para LEO, a menudo desplegados en constelaciones, pueden costar 100.000 dólares o menos.

McKinsey ve un potencial “inmenso” en las aplicaciones espaciales innovadoras, en especial si abren la puerta a la alianza entre empresas aeroespaciales y otras que tradicionalmente no se han aventurado en órbita. ¿Te atreves? Por ejemplo, las empresas farmacéuticas podrían establecer un laboratorio en una estación espacial y los fabricantes de semiconductores, que necesitan bases máximamente estables (IMEC ha estado analizando los riesgos sísmicos en Málaga), podrían producir chips en bases extraterrestres.

En 2021, la financiación del sector privado en empresas relacionadas con el espacio superó los 10.000 millones de dólares, un máximo histórico y aproximadamente diez veces más que una década antes. La financiación comercial podría superar la gubernamental en 20 años, añade McKinsey, que prevé un auge de las alianzas público-privadas. Hay vida más allá del Perte.

Estamos, por consiguiente, ante la posibilidad de que el ecosistema de innovación español y valenciano dé un paso adelante, se cohesione y apueste por pensar a lo grande. No es un ejercicio que no hayan hecho en PLD Space.

“Se trata de romper las probabilidades, de ir contra esa probabilidad de qué es lo que puede ocurrir, mediante trabajo, esfuerzo y determinación… solemos decir que somos muy cabezones, que nos encontramos la primera, la segunda y la tercera dificultad, pero si resistes y las vences al final estás avanzando. Cada vez se vuelve más complicado, pero estamos cambiando ese mito de que las empresas tecnológicas del norte de Europa van por delante”, dijo Ezequiel Sánchez en Madrid, en la sede de CEOE.

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